Críticas
Reviviendo criaturas
Frankenweenie
Tim Burton. EUA, 2012.
El deseo casi irracional de querer ser como dioses acompaña a la humanidad desde sus inicios. O, por lo menos, el ansia de gozar, aunque sea un instante, de las mieles del Olimpo. Nuestro paso fugaz por la vida alimenta esta aspiración, transformada, dado los tiempos que vivimos, en ambiciones mundanas que nos lleven a un nirvana ficticio de la mano del poder o del dinero. Esta pretensión ya la describieron los griegos a través del mito de Prometeo y ha seguido contándose de muchas formas. En el cine, no con exclusividad pero sí con asiduidad, aparece en el terreno de la ciencia ficción. Incluso se ha adaptado en múltiples ocasiones al moderno Prometeo de Mary Shelley.
Frankenweenie es el resultado, en 2012, de una nueva reescritura de la obra de la escritora londinense, capitaneada por Tim Burton y basada en un cortometraje homónimo de 1984 del propio director. El protagonista, Víctor, es un niño con un ávido interés por el conocimiento, pero poco sociable. Su mejor amigo es su perro, Sparky, protagonista de sus películas caseras y compañero inseparable en sus momentos de ocio. Hasta que un día Sparky tiene un desagradable accidente y muere. Víctor, inspirado por la utilización de la electricidad en clase de Ciencias, decide realizar un experimento para resucitar a su mejor amigo. Lo que Víctor desconoce son las consecuencias que provocará este hecho.
La coctelera de Burton se vuelve a agitar y agitar, algo a lo que los seguidores del estadounidense ya están acostumbrados. En este caso, para el combinado en blanco y negro y realizado en stop-motion, decidía mezclar Frankenstein con las películas kaiju[1], las producciones de la Hammer y algo de su propia vida. El resultado es un filme fértil en referencias y rico y atractivo estéticamente.
La historia está narrada con sencillez, como los cuentos que tanto le gusta filmar a Burton. Desprendida de sucesos vacíos o de tramas que no sean necesarias por algún motivo. Por esta razón la cinta goza de un halo de inocencia, como los destinatarios principales a los que se dirige. Porque Frankenweenie es una película para los más pequeños y con un sello Disney evidente. La picardía, la oscuridad y esa animación bidireccional (hacia adultos y niños) más suculenta y presente en Burton se pierde en este trabajo. Por contra, aflora la reiteración desmesurada de la moraleja del relato, así como los elementos evidentemente maniqueos. Prueba de esto último es el enfrentamiento final entre el perro protagonista y un gato con rasgos demoníacos, el mal en estado puro.
La relación Burton–Disney, al parecer, goza ahora de una excelente salud. Atrás quedan sus tiempos de animador para esta productora y las desavenencias que llevaron a Disney a despedirle, curiosamente, a causa de lo poco adecuado de su cortometraje Frankenweenie. Pero la vida da muchas vueltas y la asociación que volvió a brotar con Alicia en el País de las Maravillas (Alice in Wonderland, 2010) se completa con la nueva adaptación de un trabajo ‘prohibido’. En vista de los resultados, esta colaboración no sienta demasiado bien a la obra del realizador.
Por lo demás, la cinta plasma con evidencia el universo estético y la vida del autor. Clara es la relación entre el protagonista y la propia trayectoria de Tim Burton. En Víctor Frankenstein se plasman los gustos cinematográficos que el director de Eduardo Manostijeras (Edward Scissorhands, 1990) ha manifestado en múltiples ocasiones, así como su afición infantil a realizar películas caseras. Las coincidencias también surgen en torno a la personalidad poco sociable pero inquieta.
Pero Frankenweenie no solo es un fruto de Burton por sus guiños y referencias. Los filmes de este director tienen marca propia, un sello inconfundible: su estética. En este caso su mundo visual se vuelve a desplegar con mimo y cuidado hasta el último detalle. Tanto el diseño de sus personajes como sus movimientos están elaborados con esmero y eso se nota en el resultado final. El pequeño-gran cosmos imaginativo del estadounidense parece no tener límite. En cada película se desarrolla a través de una esmerada puesta en escena, configurada mediante el diseño de vestuario, actores, muñecos o fotografía.
Han vuelto a la vida y están entre nosotros. Las criaturas reviven, con parches y algún que otro tornillo o con un poco más de metraje. Pero tengamos cuidado. Hay que aprender de lo que le ocurrió a Prometeo y al Víctor Frankenstein de Shelley. Hay que sopesar las consecuencias, por muy buenas intenciones que tengamos. El sueño de la razón produce monstruos o películas que no son como nos habíamos imaginado. Muchas veces es mejor dejar las cosas como están y que los originales, en este caso el cortometraje de Burton de 1984, tengan vida por sí mismos y recuperen el mérito denostado. Todo lo demás, como es el caso, puede llevar a despertar criaturas bellas pero sin la fuerza suficiente para recorrer un largo camino.
Tráiler:
[1] Son las películas japonesas de ciencia ficción que se basan en monstruos. El ejemplo más conocido son los filmes sobre Godzilla.
Ficha técnica:
Frankenweenie , EUA, 2012.Dirección: Tim Burton
Guion: John August (Historia: Tim Burton, Leonard Ripps)
Fotografía: Peter Sorg (B&W)
Música: Danny Elfman
2 respuestas a «Frankenweenie»