Fuera de cuadro
El cine clásico hollywoodense
El modo de representación institucional cinematográfico encuentra su máxima expresión en el cine clásico hollywoodense. Éste ha sido definido como un sistema que posee ciertas cualidades estéticas: elegancia y unidad que responden a unas reglas fijas. También es visto como un paradigma que cumple ciertas funciones históricas, cuya representanción del mundo, sus dispositivos y mecanismos narrativos, ha conquistado el gusto espectatorial, a través de una estética comercial-popular made in Hollywood.
A partir del universo de películas producidas entre 1917 y 1960 se ha identificado un estilo diferenciado y homogéneo, que dominó el cine de estudios. Sin embargo, el cine clásico hollywoodense no puede verse como un sistema monolítico, el conjunto de reglas que lo conforma puede sustituirse mutuamente de acuerdo a ciertas reglas. En efecto, es esta flexibilidad la que le ha permitido construir sus propios mecanismos de supervivencia.
Uno de los elementos que sostienen ese sistema que identificamos como cine clásico hollywoodense es la continuidad espacio-temporal. La lógica narrativa que le da vida, trabaja para motivar la continuidad, esto define su sistema y determina la relación entre los elementos y mecanismos que lo componen. A través del tiempo, observamos, sin embargo, ciertos cambios en los dispositivos para representar la continuidad temporal: intertítulos, cortes, iris, disolvencias y barridos, entre otros. Así encontramos que en 1917 la alternativa más problable era el iris; para 1925 lo era el corte y para 1935 el movimiento de cámara.
A través de una narración que se encarga de reforzar el carácter homogéneo del mundo ficcional, se procuran reducir los signos de autoconsciencia y omnisciencia. Lo cual se logra gracias a la omnipresencia espacial, la repetición de la información de la historia, los cambios mínimos en el orden temporal y al juego entre los puntos de vista que regulan la información narrativa. Aquí reside el poder de la celebrada “continuidad” del cine clásico hollywoodense: no vemos lagunas y por eso nunca cuestionamos la narración, ni tampoco su fuente.
El mundo ficcional que el cine clásico ofrece se caracteriza por la coherencia interna, la causalidad plausible y lineal, el realismo psicológico y la continuidad espacial y temporal. Soluciones, mecanismos y técnicas convencionales salen al paso para la introducción de nuevas escenas a través de una progresión coreografiada desde plano de situación a plano medio y primer plano. Para hacer imperceptible la transición de plano a plano se echa mano de los raccords de posición, de dirección, de movimiento e insertos para ocultar las inevitables discontinuidades, y para implicar a la subjetividad, se construyen planos subjetivos, planos de reacción, raccords de mirada…
En el cine clásico narrativo, el plano es la unidad básica de significado y de producción, cuya composición interna, así como la interrelación entre unidades, reproduce el espacio escenográfico del teatro burgués post-renacentista, el cual ofrece al espectador un lugar privilegiado, una posición ideal de observación.
El estilo clásico hollywoodense presenta, en definitiva, un cine que da importancia a la continuidad, porque los eventos están vinculados por una dinámica de causa y efecto o, en otras palabras, en función del logro de objetivos y metas. No hay baches ni lagunas, la casualidad y el azar no pueden sostener los acontecimientos o eventos de la historia, se opta por el camino que sólo lleve a la consecuencia, y por tanto, a la continuidad.
Fuentes:
Bordwell, David, Janet Staiger y Kristin Thompson: “El estilo clásico de Hollywood 1917-1960”, en El cine clásico de Hollywood. Barcelona: Paidós, 1997.
Stam, Robert, Robert Burgoyne, Sandy Flitterman-Lewis: Nuevos conceptos de la teoría del cine. Estructuralismo, semiótica, narratología, intertextualidad. Paidós. Barcelona, 1999.