Críticas

"Yo no digo, muestro" (Eric Rohmer)

La carrière de Suzanne

Eric Rohmer. Francia, 1963.

Protagonista de la renovación estética y formal generada por la nueva ola, e integrante de la revista Cahiers du Cinema, Eric Rohmer comienza desde la crítica a manifestar el cambio que necesitaba el cine francés. Su formación académica literaria lo llevó a diferenciarse de sus colegas Truffaut, Godard, Rivette y Chabrol, además de su experiencia previa en la crítica y su incursión temprana en la realización de films rodados en 16 mm., su primer cortometraje Journal d’un scélérat es de 1950. Su permanencia en Cahiers también ha sido la más extensa del grupo.

Durante su juventud escribió una serie de relatos que no alcanzaron a formar una novela, y que posteriormente se convirtieron en una serie de films agrupados bajo el título Seis Cuentos Morales (1962-1972). A través de ellos, Rohmer logró tempranamente un estilo y una temática que continuará a lo largo de su filmografía: las relaciones humanas, el amor y el desamor, la amistad y las conductas sociales bajo un estilo entre clásico y moderno. Todos los cuentos giran en torno a un mismo tema: la historia de un hombre y dos mujeres, donde se suceden encuentros y desencuentros; mientras un hombre busca a la primera mujer, se encuentra con la segunda, para finalmente volver a la primera. Frente a estos vaivenes funciona la moral de los cuentos.

La filmografía de Rohmer se puede dividir en tres etapas: la primera está conformada por los Seis Cuentos Morales, luego hará un paréntesis con sus films de época, como La Marquesa de O… (1976) y Perceval, le Gallois (1978). Una segunda etapa se iniciará, a partir de 1980, con un nuevo ciclo denominado Comedias y Proverbios y, finalmente, los films que corresponden a los Cuentos de las Cuatro Estaciones.

Afirma Rohmer, sobre los Cuentos Morales: «Algunos dicen que mi cine es literario. Que lo que digo en mis películas podría decirlo en una novela. Sí, pero se trata de saber qué es lo que digo. El discurso de mis personajes no es forzosamente el de mi película. En los Cuentos Morales, es cierto, hay una intención literaria, una trama novelesca establecida de antemano, que podría ser un material para desarrollar por escrito, como a veces efectivamente lo hago, en forma de comentario en off. Pero ni el texto de este comentario ni el de los diálogos son mi película: son cosas que filmo, de la misma manera que los paisajes, los rostros, el modo de andar, los gestos. La palabra forma parte, al igual que la imagen, de la vida que ruedo. Lo que ‘digo’ no lo digo con palabras. Tampoco con imágenes, mal que les pese a todos los sectarios de un cine puro que ‘hablaría’ con las imágenes, como un sordomudo habla con las manos. En el fondo, yo no digo, muestro» (1).

La carrière de Suzanne, es el segundo Cuento de los seis, y lo filmó luego de La Panadera de Monceau (1962) que inició el ciclo.

El film narra la historia de Bertrand, un joven reservado, observador y tímido que se encuentra con su mejor amigo, el carismático Guillaume, en un café parisino, donde está Suzanne, una joven liberal que atrae a ambos jóvenes de manera muy distinta. Guillaume y Suzanne comienzan rápidamente una relación superflua e inestable, mientras Bertrand es testigo y parte de ese universo vacilante y vacío. Bertrand conocerá a Sophie, con quien no logra hallar el amor, mientras comienza a profundizar su relación con Suzanne, alejándose de sus prejuicios morales del principio.

Bertrand conduce el relato con su voz en off -recurso que Rohmer utiliza en sus tres primeros cuentos-, a través del cual expone su pensamiento y sus sentimientos, que resultan contrarios a la gestualidad reprimida que manifiesta en sus acciones. Esa contradicción evidente en Bertrand, en relación a los deseos que expresa a través de la palabra y su posterior inacción, también se manifiestan en Guillaume y Suzanne. Todos son muy discursivos, los diálogos son intensos y prolongados, una literalidad que parece expresarlo todo. Pero Rohmer pone el acento y acerca su mirada hacia el comportamiento gestual, tonal y corporal; a la expresividad de los personajes. Una observación que sacará a la luz sus personalidades. Esto no significa que reste importancia al diálogo, sino que pretende revelar que la inacción dificulta o atrasa la posibilidad de lograr algo que se anhela internamente. A partir de esa complejidad formal entre la palabra y la imagen, a veces en conflicto, se arma el sentido de la historia.

Sin embargo en La carrière de Suzanne, ella es la verdadera protagonista, su rol funciona como un espejo donde Bertrand replantea su visión de la vida en relación al concepto de pareja, al significado de la amistad y al rol de la mujer. Una mujer que racionalmente ha ganado su lugar y se manifiesta liberal e independiente como Sophie; marcando una clara diferencia con respecto a la dependencia manifiesta de Guillaume y Bertrand.

El tiempo y los espacios son reducidos, el autor se centra sobre las actitudes de los personajes para lograr una mejor descripción. No son seres aislados, sino que se los enmarca dentro de las locaciones parisinas de moda en los sesenta y se los deja que desarrollen una interacción vincular. Rohmer se coloca como un intelectual observador que conduce el destino de sus protagonistas.

En todo el film se perciben los cambios internos que sufren los personajes, a partir de su relación con el otro, desde la experiencia desagradable en el caso de Bertrand o desde la ilusión en Guillaume o Suzanne. Los prejuicios morales como la formalidad en la conducta también presentes, parten de la mirada de Rohmer sobre la pequeña burguesía, desde la cual surge una nueva generación de jóvenes rebeldes catalogados de «snobs» y opuestos a ciertos formalismos sociales. Una ruptura acorde a los cambios socio-políticos y culturales que se produjeron en dicha década. La transformación y los conflictos que atravesó la juventud durante ese período son temas desarrollados por el cine de la Nouvelle Vague y por cineastas que continuaron con su intención, como Jean Eustache con Du côté de Robinson y Le Pére Nöel a les yeux bleus (1966), donde se refleja el inconformismo de la década que dará lugar al Mayo Francés.

En la obra de Rohmer y, particularmente en La carrière de Suzanne, se simula su simplicidad temática bajo una intelectualidad formal, austera, rítmica y bellamente fotografiada por Néstor Almendros, que refleja, no sólo una época, sino un estilo autoral que consagró a Eric Rohmer como uno de los grandes cineastas.

(1). Texto originalmente publicado en 1971, extraído de El gusto por la belleza, recopilación de artículos de Eric Rohmer, editada por Paidós, Colección La memoria del cine, Nº 4.

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Ficha técnica:

La carrière de Suzanne ,  Francia, 1963.

Dirección: Eric Rohmer
Guion: Eric Rohmer
Producción: Barbet Schroeder
Fotografía: Daniel Lacambre
Música: Extractos de "Las bodas de Fígaro", Mozart
Reparto: Philippe Beuzen, Catherine Sée; Christian Charièrre, Diane Wilkinson, Jean-Claude Biette, Patrick Bauchau

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