En los años cincuenta una serie de actores, surgidos del Actor's studio de Lee Strasberg, impusieron con sus interpretaciones intensas y viscerales una nueva forma de concebir el oficio interpretativo. Se imponía el llamado método -con personalidades de la talla de Marlon Brando, Paul Newman y Montgomery Clift, entre otros-, que se basaba en dotar de unas determinadas técnicas y estrategias mentales al actor, para tratar de conseguir una mayor interiorización, partiendo de sus propias experiencias emocionales del pasado.
La interpretación de Gena Rowlands en Una mujer bajo la influencia, auténtico vademécum de la independencia fílmica y autoral, incluida una sufrida autodistribución para poder sacarla adelante, va mucho más allá del denominado método, en cuanto a que dicha concepción implicaba una cierta construcción mental. Hay, en cierta manera, un trabajo sistemático y concienzudo que tiene algo de maquinal, para llegar a un naturalismo por una vía, digamos, artificial. El trabajo de Rowlands si deslumbra no parece provenir de cierto sistema compositivo, sino de entregarse hasta tal punto que se borran brutalmente todas las barreras entre personaje y persona. El resultado es mayestático, impactante y lleno de vida, hasta el punto que viéndola una sola vez en un pase televisivo de madrugada, cuando era bastante pequeño, jamás he logrado quitármela de la cabeza. Nunca había visto nada igual y aún hoy me cuesta encontrar equivalentes, como no sea ella misma en Noche de estreno (Opening night, 1977), mi favorita de Cassavetes.
Eso era atribuido al enorme talento de la protagonista, pero también a los métodos particularísimos y expeditivos de John Cassavetes, marido y director de la actriz. No solo la manipulaba a través de la relación personal entre ambos para conseguir las reacciones extremas de Mabel (o enfrentarla en la ficción con la que era su suegra en la vida real), sino que generaba un estado de desorientación en los actores (se negaba a dar instrucciones concretas y ayudarles aunque lo implorasen; nunca sabían cuándo estaban rodando y cuándo no, dada su reticencia a cortar las larguísimas tomas), que en este caso incidía en el aspecto de indefensión perpetuo de Mabel. Porque Cassavetes, obsesionado con la autenticidad de las actuaciones (todos ellos familiares y amigos, e incluso no profesionales, para facilitar un agradable ambiente de comunión), no le importaba que de repente se quedasen fuera de foco, o tampoco guiaba sus movimientos por el espacio mediante marcas. En busca de una continuidad que facilitase una mejor integración en las emociones del personaje (de ahí el uso de lentes largas para interferir lo menos posible en el desarrollo del actor), conseguía con ello un genuino realismo de una intensidad inigualable.
Siempre me ha parecido extraño el título del film. Bajo la influencia. ¿Cuál? ¿De qué o de quién? Parece una frase inacabada, de la misma manera que tampoco estamos ante una historia cerrada y acabada. En un arco dramático clásico, Una mujer bajo la influencia no ya solo comienza en media res, sino que directamente se sitúa en el desenlace, un largo epílogo de dos horas y media. En ella, Mabel tiene problemas con las expresiones de sus sentimientos. Nunca acaba de encajar en el entorno que se ha creado tras el matrimonio con Nick (Peter Falk), obrero italoamericano de la construcción. La mujer trata de comportarse según lo que dictan las convenciones sociales sobre como tiene que ser una madre de mediana edad, ama de casa y con tres hijos (Nick siempre será la batuta que le guíe). De hecho, Una mujer bajo la influencia se puede simplificar en la manera que Cassavetes tiene de mostrarnos a dos personas que tratan de hacerlo lo mejor que pueden, para que su historia de amor prevalezca por encima de todos los palos en las ruedas que el entorno más inmediato pone (premeditadamente o no). El problema principal de Nick es que está demasiado pendiente de lo que opinan los demás, donde no falta una demoníaca y posesiva madre. Los errores que comete, con sus arrebatos de ira y sus agresiones verbales y físicas, son producto de una educación que le ha programado para ser el hombre de la casa y como tal, actuar en consecuencia. Para todos Mabel está loca, pero para mí los locos son ellos. No es extraño que el movimiento feminista se apropiase del personaje, víctima dirían de la sociedad patriarcal. Pero aunque jamás aprobemos la forma de conducirse con su mujer, Nick es igual o más que ella. Los dos tratan de cumplir con los roles asignados y su dura conciliación con ellos es todo el nudo dramático.
Cassavetes, en una escala de microambiente familiar, mediante un obsesivo verismo absoluto, inarticulado, lleno de vacilaciones, digresiones e imperfecciones, como la vida misma, reproduce las mismas acciones que se dan en la sociedad con aquel diferente, con el raro, con el extraño. Primero se trata de asimilarlo y si no es posible, anularlo. Por eso Nick acaba tomando la decisión de ingresarla en un hospital. La secuencia de la comida de espaguetis con todos sus compañeros de trabajo o la fiesta con los niños en la que irrumpe, encontrándose a su mujer con el vecino en la habitación, mientras sus hijos corren desnudos por la casa, sirven para que comprobemos cómo Nick ha fracasado en su intento de encarrilar a Mabel. La importancia de Una mujer bajo la influencia es que está enfocada desde el punto de vista de la que sufre la inadaptación. El problema de Mabel es que se lo han hecho creer hasta tal punto que su inseguridad y su constante necesidad de reafirmación son indicadores de cómo ha interiorizado fatalmente su diferencia. Cuando miles de ojos se yerguen sobre ti, la insidiosa presencia puede desequilibrar a cualquiera. Mabel es un espíritu libre, así quiere sentirse cuando escucha El lago de los cisnes. Un poco excéntrica o nerviosa, como le dice su hijo Tony, pero en absoluto enajenada mental. Si acaba rompiéndose es por todo lo que la rodea, porque no hay nada más frustrante que no poder expresarse y sentirse como eres. Los hijos son los únicos que la ven tal como es y por eso, cuando Nick va tras ella, la defenderán pegándole al padre. Porque Mabel es igual de pura y limpia que un niño. Un pajarillo quebradizo lleno de amor que quiere volar, pero al que le han cortado las alas.
Oscars 1974. 2 nominaciones: mejor actriz (Gena Rowlands) y mejor director (John Cassavetes).
Ficha técnica:
Una mujer bajo la influencia (A woman under the influence), EUA, 1974
Dirección: John Cassavetes
Producción: Sam Shaw
Guión: John Cassavetes
Fotografía: Mitch Breit, Al Ruban
Montaje: David Armstrong,Sheila Viseltear
Música: Bo Harwood
Interpretación: Gena Rowlands, Peter Falk, Katherine Cassavetes, Fred Draper
Trailer:
Por favor, comparte con los lectores de Revista de cine - Críticas, tráilers, sinopsis, análisis de películas tu opinión acerca de este artículo.