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El mago de Oz

DVD/BLU RAY El Mago de Oz

John Waters tiene razón. Yo tampoco nunca entendí por qué Dorothy  (Judy Garland) quería volver a casa en un ambiente triste color sepia. En un número tan musical como el que nos ocupa, no solo con el Investigamos dedicado a la relación del cine con la música sino con la serie que reseña Javier Moral, Glee, o con la crítica que nos trae Sergio Ibáñez de Checkpoint Rock: Canciones desde Palestina, a la hora de remarcar una edición en Dvd y/o Blu-ray era inevitable pensar en El Mago de Oz. Si se tuviese que configurar un canon de los grandes musicales de la historia, para servidor, debería estar ente los puestos principales. Un largometraje que se ha convertido en campo de abono de la mitomanía pura, gracias a la apropiación que de él han realizado diversas miradas y generaciones de espectadores a lo largo de la historia. El mago de Oz, al margen de estrategias de revitalización comercial por parte de la major que ostenta sus derechos de explotación, sigue entre nosotros como si fuese un organismo vivo, debido al intenso placer genérico que se vive en él. Por mucho que al final se nos quiera hacer volver al redil con ese there’s no place like home, ya es demasiado tarde. Los conservadores no nos van a convencer. Nos quedamos en Oz.

El mago de Oz, DVDWarner Brothers lo sabe y comercializa un producto que puede ser rentable, gracias a la devoción de una comunidad que cree en la inocencia utópica del musical colorista. La última edición que nos llega utiliza la excusa reciente del 70 cumpleaños del largometraje. Y nos ofrece la edición con más contenidos. Un cofre cuidado con cuatro DVD o dos Blu-ray que además cuenta con doce postcards para gusto del coleccionista cinematográfico. No obstante, muchos documentales y extras parecen estar predispuestos para dar sensación acumulativa más que para aportar valor añadido.  De los referidos a la película en sí, quizás solo se pueda rescatar el más largo de todos, El maravilloso Mago de Oz: Cómo se hizo. Presentado por Angela Lansbury es el más completo, aunque resulte sumamente insuficiente para conocedores y estudiosos del mundo de Oz. No les dirá más de lo que saben, pero puede ser útil para todo aquel que cultive anécdotas cinematográficas. Por cierto, la presencia de Judy Garland, a lo largo y ancho de los documentales, es episódica y casi testimonial. Es una lástima y una paradoja, porque deja sembradas algunas perlas seguramente demasiado vitriólicas y políticamente incorrectas. ¿De ahí su casi ausencia?

El mago de Oz, DVDLa edición cuenta también con un comentario del historiador John Frickle, pero es casi estéril, ya que no viene subtitulado. Warner debe creer que todos dominamos con soltura el inglés porque es costumbre en sus ediciones presentarlos sin subtítulos. También resulta insatisfactorio el reportaje que está dedicado al legado del film en el acervo cultural occidental. Sinceramente, es un bluff, porque por no mencionar ni se referencia la recreación perversa que realizó David Lynch en Corazón salvaje (Wild at heart, 1990) e incluso se obvia cómo la comunidad LGBT lo ha descodificado. Algo que me parece casi insultante si entendemos que la acción divulgativa e informativa debe realizarse con cierto rigor. En fin, creo que había mucha tela para cortar.

Es una lástima, porque la gran mayoría de ingredientes son reciclados y eso se nota, ya que no parece que se hayan revisado mucho la calidad de los mismos. Esas más de dieciséis horas de extras que se anuncian como reclamo se complementan con escenas suprimidas, pistas de audio y de música, y documentales específicos para Victor Flemming y L. Frank Baum, el escritor de la novela original. Además transita aledaños y epígonos en torno al universo de Oz: una tv-movie de 1990, con calidad más que discutible en todos los sentidos, en torno a  L. Frank Baum y toda la producción de cine mudo que tenía a Oz como fuente de inspiración, antes de que el tecnicolor y el sonido llegasen a Hollywood.

Edición que cuenta con El mago de Oz remasterizada, apta para exégetas, fetichistas y/o cultivadores de culto. Aunque lamentarán que Warner no les trate como tales por el cúmulo de material mediocre que aglutina. No obstante, igualmente será un complemento ideal después de haberla visto en pantalla grande,  gracias a la obra de las filmotecas. Porque es de esas películas donde la pantalla de televisión se hace más pequeña que nunca. Y siempre nos apetecerá invocar a Oz como antídoto a nuestros días tristes.

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