Críticas

La guerra estratégica

Acantilado rojo

Otros títulos: Red Cliff International cut.

Chi bi International cut. John Woo. China, 2009.

Malos tiempos para la lírica cantaban Golpes bajos en plena movida madrileña. ¿Y para la épica? El cine que nos llega de China en los Acantilado rojoúltimos años, aquel que cuenta con un aparato industrial potente, parece decirnos que sí es buen momento. Aunque sea un país en vías de modernización (con las tensiones que ello conlleva entre tradición y modernidad), cuya política no se caracteriza por conciliar adecuadamente con la libertad de expresión y, por extensión, con los derechos humanos.

Una película como Acantilado rojo con su  elevado presupuesto no tiene nada que envidiar a las superproducciones de Hollywood. Pero no es un caso aislado. Ya en 2009 tenemos Mulan (Jingle Man, Wei Dong) con personajes de carne y hueso. O en el 2007 la mediocre Warlords: señores de la guerra (Tau ming chong – Ci ma, Peter Chan). Aparatosas y desorbitadas producciones que reafirman el gigantismo y la espectacularidad que quisieron mostrarnos con la celebración de la Olimpíadas -qué mejor acontecimiento internacional que éste para demostrarlo-, en Pekín el pasado 2008. Si entendemos el cine como un instrumento de control ideológico del Estado, esta serie de películas épicas que se producen desde China pueden inducirnos a pensar que la vuelta a un pasado legendario no son más que ejercicios de glorificación nacional, disfrazados bajo el inocuo producto de entretenimiento, para así, camuflar las digresiones y contradicciones que se dan en el presente. Adormecer a las masas mediante el espectáculo. Frente a este cine con grandes medios ahí tenemos el grupo de directores de la llamada Sexta generación[1]. Un cine clandestino, rodado con escaso presupuesto, apegado a la realidad y con una clara voluntad crítica. Por tanto, subrepticio y ajeno a las voluntades gubernamentales.

Realizada esta premisa y sin pecar de ingenuos, podemos disfrutar de este soberbio y vistoso producto comercial que bebe de la aceptación internacional del wuxia contemporáneo (epopeyas heroicas de artes marciales), tras el éxito de Tigre y dragón (Crouching Tiger, Hidden Dragon, Ang Lee, 2000) y continuado por Zhang Yimou con su díptico Hero (2002) y La casa de las dagas voladoras (House of Flying Daggers, 2004).

Acantilado rojoDespués de años de ostracismo, nunca podremos saber si voluntario o forzado, John Woo vuelve a su continente de origen para demostrarnos lo eficiente que es como realizador de acción. Porque dentro de su género, Acantilado rojo es una película ejemplar. La historia adapta una de las novelas clásicas por antonomasia de la literatura china, El romance de los tres reinos. Nos situamos al final de la dinastía Han, año 208, época feudal. Los acontecimientos narrados son los intentos del ambicioso primer ministro Cao Cao (Fengyi Zhang) por subyugar bajo su feudo los reinos independientes del Sur: los reinos de Xu y de Wu, los cuales se unirán para hacer frente al enemigo común. La película desarrolla las diversas estrategias entre ambos contendientes, culminando en la batalla final que da título al largometraje.

A primera vista, puede sorprender que John Woo se responsabilice de una película de tales características. Artífice del heroic bloodshed, subgénero policíaco formado por grandilocuentes films de acción ambientados en un entorno criminal contemporáneo, sus personajes, a pesar de situarse en ambos lados de la ley, acabarán asemejándose más de lo que en apariencia pueda parecer. Como le comenta el policía al asesino en The killer (1989), somos iguales pero con diferentes motivaciones. En cierta manera, el tiempo de grandes gestas de Acantilado rojo parece ser ese tiempo añorado de los criminales heroicos de films como A better tomorrow (1986) o The Killer (1989). En las cult-movies hongkonesas de su carrera, John Woo trasladaba a un contexto actual y urbano los grandes motivos de las narraciones épicas. Sus personajes, a pesar de situarse fuera de la ley, se erguían como héroes que creían en valores absolutos como la lealtad, la fraternidad, el honor y la amistad.

En Acantilado rojo el contexto varía, pero sus personajes protagónicos se aferran con la misma fuerza a los mismos estandartes. El Acantilado rojohálito enarbolado de sus films policíacos encuentra  perfecto acomodo en un género de grandes hazañas bélicas. El marco es el idóneo para que siga recurriendo en sus constantes. Y formalmente se ajusta como un guante, amén de garantizar un pulso narrativo vibrante. Lógicamente, esta vez, los personajes son de una pieza y no hay ambigüedades. Pero sigue incólume el ideal heroico de grandes proezas y se enfatiza la rectitud, la dignidad y la nobleza, un trinomio ejemplificado en Zhou You (Tony Leung[2]).

De esta manera, John Woo puede dar rienda suelta a su voluntad hagiográfica de la violencia, exquisitamente coreografiada. No obstante, en relación a sus fallidas incursiones hollywoodienses, aquí consigue evitar que el mastodóntico diseño de producción no asfixie la narración.  Es lógico que las grandes secuencias de acción sean el plato fuerte de la función. Pero el realizador, con la ayuda inestimable de sus actores, sabe dotar a su film del suficiente pulso narrativo para que no decaiga la atención en los momentos de menos acción externa (la gran diferencia entre la épica y tragedia clásica). No parecen existir tiempos de transición, ya que resultan casi más interesantes las diversas estrategias previas a la batalla que las dos escenas de enfrentamiento entre los ejércitos.  Destaco por ejemplo, la forma que tiene Zhuge Liang (Takeshi Kaneshiro) de apropiarse de las flechas del ejército de Cao Cao (donde no falta el humor típico en los trabajos de John Woo) o las desventuras como espía infiltrada de la princesa Wei Saho (Sun Shangxian).

Las dos grandes batallas son deudoras de la escenificación visual, ya forjada por Peter Jackson en la trilogía de El señor de los anillos. Planos aéreos creados infográficamente, para dar visión de conjunto en la contienda, combinadas con escenas de lucha mano a mano en las que no falta un acrobático trasunto de Legolas habilidoso en las artes marciales. No obstante, el planteamiento holístico de estas dos nucleares secuencias, pone el acento sobre los modos de combate tácticos y los movimientos de las formaciones cerradas de soldados, donde se destaca el ingenio y la pericia frente a la fuerza ofensiva.

Acantilado rojo John WooAcantilado rojo no deja de ser el típico enfrentamiento de David contra Goliath, donde el villano se deriva del poder del gobierno hegemónico. Tal como recoge Celestino Deleyto[3],  a propósito de Stuart Hall, un texto fílmico no es ocupado por un único discurso ideológico, sino que en él se articulan diversos significados, se producen conflictos y pugnas ideológicas y se gana o se pierde la hegemonía. Sí, luchan contra el gobierno tiranizado por Cao Cao. Pero aparte de que los protagonistas forman parte de las cúpulas de los reinos del Sur, todas sus acciones quedan supeditadas a los gobernantes. Por no mencionar el rol de las dos protagonistas femeninas. En la diégesis fílmica ambas ocupan un papel decisivo, pero como en toda la filmografía de John Woo, el rol femenino siempre está supeditado jerárquicamente a los personajes masculinos principales y su relación de amistad. Una relación, que una mirada queer descodificaría maliciosamente. Aspectos que no impedirán que podamos disfrutar con una magna película de caballeros feudales, ambientada en la legendaria China, de la mano de uno de los realizadores de acción más solventes del panorama internacional.

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Ficha técnica:

Acantilado rojo  / Red Cliff International cut (Chi bi International cut),  China, 2009.

Dirección: John Woo
Guion: Khan Chan, Cheng Kuo, Heyu Sheng, John Woo (Novela: Guanzhong Luo)
Producción: Terence Chang, Sanping Han, John Woo,
Fotografía: Yue Lü, Li Zhang
Música: Tarô Iwashiro
Reparto: Tony Leung, Takeshi Kaneshiro, Zhang Fengyi, Chang Chen, Hu Jun, Lin Chi-ling, Zhao Wei

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