Críticas
Los niños filósofos
Solo es el principio
Ce n’est qu’un début. Pierre Barougier y Jean-Pierre Pozzi. Francia, 2010.
Hay algunos milagros que solo puede oficiarlos la filmografía francesa, sin duda, una de las más potentes del mundo, con un modelo de producción que se ha convertido en la envidia de buena parte de países europeos. Pierre Barougier y Jean‑Pierre Pozzi han rodado un documental que supone una auténtica delicia que nos abre las puertas de una escuela infantil en Francia. El referente más inmediato de Solo es el principio es otro documental, Ser y tener (Être et avoir, Nicolas Philibert, 2002), que presentaba el modelo de clase única propio de algunas escuelas rurales francesas, en las que los niños de diferentes edades se educan juntos. Ahora bien, tampoco deberíamos olvidar propuestas de ficción como las apreciadas Hoy empieza todo (Ça commence aujourd’hui, Bertrand Tavernier, 1999) y La clase (Entre les murs, Laurent Cantet, 2008).
En realidad, el cine y la escuela han mantenido una buena relación, y no son pocas las películas basadas en el mundo de los profesores, los alumnos y los padres. Además, no es un tema exclusivo del cine francés, como atestiguan, por citar solo algunos, títulos como Adiós, Mr. Chips (Goodbye, Mr. Chips, Sam Wood, 1939; Herbert Ross, 1969), La versión Browning (The Browning Version, Anthony Asquith, 1951; Mike Figgis, 1994), Semilla de maldad (Blackboard Jungle, Richard Brooks, 1955), Rebelión en las aulas (To Sir, with Love, James Clavell, 1967), El rector (The Principal, Christopher Cain, 1987), Stand and Deliver (Ramón Menéndez, 1988), El club de los poetas muertos (Dead Poet Society, Peter Weir, 1989), Mentes peligrosas (Dangerous Minds, John N. Smith, 1995), El sustituto (The Substitute, Robert Mandel, 1996), Profesor Holland (Mr. Holland’s Opus, Stephen Herek, 1995), La lengua de las mariposas (José Luis Cuerda, 1999), La sonrisa de Mona Lisa (Mona Lisa Smile, Mike Newell, 2003), Diarios de la calle (Freedom Writers, Richard LaGravenese, 2007) La ola (Die Welle, Dennis Gansel, 2008) o la más reciente Profesor Lazhar (Monsieur Lazhar, Philippe Falardeau, 2011).
De todas maneras, Solo es el principio propone algo que no habíamos visto nunca: un taller de filosofía en una clase de infantil a lo largo de dos cursos, cuando los alumnos tienen entre tres y cuatro años. La maestra, Pascaline Dogliani, enseña a los niños a reflexionar, y eso provoca toda una serie de situaciones inesperadas y sorprendentes, dentro de una realidad plural desde el punto de vista étnico y lingüístico. Todo puede pasar cuando unos niños de tres y cuatro años comienzan a hablar sobre temas tan abstractos como el amor, la inteligencia, la libertad e incluso la muerte. No tardan en salir asuntos tan interesantes como la homosexualidad, sobre la que los niños opinan con total naturalidad, o una pregunta tan sorprendente como esta: “¿para qué sirven los papás y las mamás?”.
La cinta comienza en la madrugada de un día cualquiera en Le‑Mée‑sur‑Seine, a unos cuarenta kilómetros de París. Suena la radio y tardamos en llegar a la escuela infantil Jacques Prévert, donde la maestra crea una atmósfera idónea para que los niños comiencen a reflexionar: enciende una vela y todos se sientan alrededor. Aprenderán a expresar lo que sienten, pero, sobre todo, a escuchar y a respetar lo que tienen que decir sus compañeros. A veces, se abandona el escenario de la escuela y la música del Anouar Brahem Trio deja tiempo al espectador para que reflexione él mismo sobre las imágenes y, sobre todo, sobre lo que han dicho los niños. La música y el paisaje subrayan el paso del tiempo y las estaciones, ya que vamos a estar dos cursos con estos muchachos y su maestra. Solo en ocasiones aparecen las familias de los niños, cuando dialogan con sus hijos acerca de las clases de filosofía.
José Antonio Marina se ha referido a los numerosos imposibles que la sociedad ha alcanzado, empezando por la educación para todos. Ahora que las cosas no marchan bien, no deberíamos olvidar los logros que conseguimos juntos, y que nuestros hijos no se merecen encontrar un mundo peor que el que encontramos nosotros. Los directores de Solo es el principio nos recuerdan que la educación es uno de los pilares de nuestra sociedad, y lo consiguen situando la cámara a la altura de los niños, de manera que los adultos se perciben como intrusos, como gigantes en un mundo de pequeños. Su gran acierto es que no opinan, que no superponen una voz en off. Se han limitado a observar y a seleccionar, y es el espectador quien debe sacar sus conclusiones.
A veces, los adultos tendemos a olvidar que una vez fuimos niños, pero más nos valdría recordarlo y aprender de su lógica aplastante, de su nobleza, de su sinceridad. En este sentido, no son los niños quienes reciben una lección en Solo es el principio.
Trailer:
Ficha técnica:
Solo es el principio (Ce n’est qu’un début), Francia, 2010.Dirección: Pierre Barougier y Jean-Pierre Pozzi
Guion: Jean-Pierre Pozzi, Pierre Barougier, Cilvy Aupin
Producción: Frédérique Albrecht, Isabelle Gripon, Jonathan Martinot, Laurence Hiribarrondo Palmer
Fotografía: Jean-Pierre Pozzi, Pierre Barougier, Matthieu Normand, Andrés Mendoza
Música: Anouar Brahem Trio
Reparto: La maestra Pascaline Dogliani y los niños Azouaou, Abderhamène, Louise, Shana, Kyria, Yanis...