Reseñas de festivales
17 monumentos
El documental de observación, nacido en los sesenta, se caracterizó por introducir la cámara en aquellos lugares ocultos u olvidados en la sociedad, a fin de quebrar ciertos estereotipos. Sonido directo, entrevistas a cualquier tipo de personas y el rol pasivo del documentalista que dejaba al público un abanico de posibilidades interpretativas como de posibles respuestas a ciertos interrogantes. Pero lo bueno de ese proceso, es que había intencionalidad, construcción del relato, movimiento, un buen trabajo de montaje, etcétera.
El Predio fue el primer documental de Jonathan Perel sobre un centro clandestino de detención, como fue la Escuela Mecánica de la Armada –ESMA-, que funcionó durante la dictadura militar argentina sufrida entre los años 1976 y 1983. El film se caracterizó por la observación del lugar: pocos travellings, ningún diálogo, sonido directo y una sucesión de planos fijos de los distintos espacios dentro de la ESMA. O sea, hay un enunciado poco explícito, que apuesta al libre albedrío del público testigo y no mucho más.
Perel, en su segundo film, vuelve a retomar el mismo tema, y hace un documental de una hora de duración llamado 17 Monumentos. Esta vez, deja el poco movimiento de cámara del film anterior, para registrar diecisiete monumentos desde sucesivos y largos planos fijos de los centros clandestinos de detención que funcionaron en nuestro país, que dicho sea de paso hubo más de diecisiete, pero bueno… Con cámara fija en plano general, cada uno de los monolitos son tomados de frente, con sonido directo y sin ningún tipo de intervención, comentario, cita, diálogo, etcétera. El espectador observa cada uno de esos monumentos durante varios minutos, hasta pasar a otro, y así hasta llegar al decimoséptimo. Como si en cada uno, la imagen detenida nos invitara a realizar no sé cuantos minutos de silencio. Fin.
Por más reproducción del tiempo que contenga el plano fijo de una imagen, que tiene una connotación tristemente histórica y conflictiva, porque no se estaban observando plantas, sin desmerecer a las plantas, sino lugares donde hubo torturas y muerte, el espectador queda librado a la vitalidad de la imagen y puede meditar sobre ello. Si bien esto es cierto, y sobre este concepto se han referido muchos autores, como Andrei Tarkovsky y André Bazin, entre otros. En este caso, hacer nada más que eso, sin ningún tipo de información adicional, ni diálogos, ni voz en off, ni de profundizar en el lugar, etcétera, porque el tema da para mucho, me parece de una pedantería autoral que le resta todo tipo de talento y respeto. Y lejos quedó de encuadrarse en documental de observación.
¿En qué consiste narrar y construir un enunciado? ¿Cuál es el rol del director en relación a sus interrogantes, su investigación, su carga ideológica, sus respuestas (si las hubiera)?, ¿hay una intencionalidad apelativa en el discurso o es un trabajo por encargo?; los temas históricos dolorosos ¿no ameritarían una mayor atención y cuidado a la hora de abordarse?
17 Monumentos ¿es un film? MB