Festivales
29° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata
Hace 60 años…
… Entre el 8 y el 14 de marzo de 1954, se inauguró el Primer Festival Internacional Cinematográfico de Mar del Plata, único festival latinoamericano “Categoría A”. Al evento concurrieron cineastas de 18 países con sus películas. En esa oportunidad, nos visitaron Mary Pickford, Errol Flynn, Jeanne Moreau, Norman McLaren, Trevor Howard, Alberto Sordi, Fernando Fernán Gómez, Joan Fontaine… Y aunque no fue un Festival competitivo, se entregaron galardones a la producción local. Luego vinieron tiempos oscuros para la Argentina, y el Festival reabrió sus puertas en 1959 con largas pausas (la más extensa duró entre 1971 y 1995) hasta este 2014, en que se celebra la 29° edición en su 60° aniversario.
En los últimos años, el Festival ha recobrado el vigor con el que fue creado y ofrece una competencia a la altura de los grandes eventos cinematográficos mundiales, permitiendo la exhibición de cine que difícilmente llegará a las pantallas comerciales y el correspondiente intercambio cultural que todo evento de este tipo suscita. El cine argentino ha cobrado gran impulso, debido al apoyo oficial a la industria cinematográfica, a través de subsidios, concursos y promoción de salas a lo largo y ancho del país, así como al robustecimiento de la formación cinematográfica en el ámbito educativo.
La historia del Festival ha encontrado en el crítico e investigador argentino, además de coleccionista y restaurador, Fernando Martín Peña, un aliado para realizar la curaduría de la exposición que se llevó a cabo en el foyer del Teatro Auditorium con fotografías, afiches, periódicos y testimonios de los momentos más relevantes del evento marplatense. En el mismo sentido, se presentó el libro 60 imágenes 60 años, que atestigua el paso de directores, actores, películas y público por los salones y pantallas del Festival. Acerca del libro, Peña sostiene que “éste siempre fue un festival muy querido por el público… hay imágenes increíbles que lo demuestran, como el Anfiteatro para ¡100.000! personas que se armó para la edición de 1954. (…) En la edición de 1959, vino nada menos que Abel Gance e hizo una demostración del Polyvision, el sistema de tres pantallas complementarias que anticipó el Cinerama. Entre las cosas que mostró en Polyvision estuvo el tríptico final de su Napoleón, que nadie había visto desde 1927”. Y se lamenta, porque el propio Festival no ha conservado registros de su evolución: “Pero no hay imágenes de eso”.
La edición de este año ha convocado a casi todos los directores de las películas en competencia, que estuvieron ofreciendo ruedas de prensa, permitiéndole a los periodistas, pero también al público que concurrió masivamente a todas las funciones, incluso las de muy temprano por la mañanas, a preguntar y comentar sus inquietudes. Así, pudimos asistir a los encuentros con el coreano Park Jungbum, el iraní Nima Javidi, los argentinos Lisandro Alonso, José Campusano y Ezequiel Acuña y el español Hermes Paralluelo, en un mano a mano, donde no quedaron preguntas por responder. Debemos reconocer que la programación estuvo muy bien diseñada (salvo las dos últimas películas de la Competencia Internacional que cambiaron de sala a último momento, impidiendo la nutrida concurrencia que habilitaba el Teatro Auditorium).
El encuentro con maestros…
… fue celebrado con éxito, ya que tuvimos los testimonios de varios autores de renombre. El director peruano Francisco Lombardi, autor de una amplia filmografía, de la cual se vio gran parte en las pantallas del Festival, resaltó el papel ejemplar que tiene la legislación y la realización cinematográfica argentina en la región y no omitió opinar sobre su cine, al decir: “En mis películas hay una tendencia a comentar lo que está pasando en Perú. Son películas de observación social, muy sostenidas en los personajes. Si bien hay un contexto social importante, lo que predomina en ese contexto son los comportamientos individuales. Yo no creo que mis películas sean de índole política. Fundamentalmente, me interesa el relato psicológico que, en el contexto es donde adquiere una dimensión social y política”.
La directora francesa Claire Denis, de quien se ofreció una muestra, dijo: “Siento que siempre hago la misma película. Intento crear un mundo para los actores con los que elijo trabajar… Me gusta imaginar con ellos algo que vaya más allá de los límites habituales. Es lo que busco en mi forma de trabajar: esa conexión”. Y sentenció: “Una película es un corazón que late”.
Paul Schrader, Presidente del Jurado, definió su técnica: «Suelo hacer un tipo de películas que llamo ‘monoculares’, lo que significa que uno mira el mundo a través de un solo ojo, brindando una única perspectiva; no estamos viendo un panorama global del mundo, sino una sola línea. Prefiero esa estructura. La mayoría de las películas, en especial los actuales formatos televisivos, tienen la estructura opuesta, múltiples historias y perspectivas que interactúan entre sí… Lo que me apasiona de las películas es que se definan a sí mismas». Y sobre el futuro del cine, sostuvo: “El cine está cambiando. Ahora existen nuevos conceptos como Netflix, Amazon y Google, que no provienen del cine. Los cambios son cada vez más rápidos y en un año habrá una nueva forma de distribución… Abróchense los cinturones para el cambio de tecnología. Dentro de treinta años, las películas vendrán en forma de píldora”.
Con motivo de la presentación de El acto en cuestión, una película maldita que tuvo gran repercusión en el Festival de Cannes en 1993, pero como el productor quebró, frenó la exhibición hasta ahora que se dispone su distribución. Agresti no puede dejar de festejar el hecho, porque se siente orgulloso de su obra, inspirada en personajes míticos argentinos: “Me da satisfacción. La veo una vez al año. Es una caja mágica. Tiene una narrativa diferente y muchos cambios de ritmo. Es caótica, pomposa. La escribimos sin guion. Hoy en día, ningún productor la aceptaría. Por sus mezclas y contradicciones, es muy argentina”. En cuanto a su método, dijo: “Se aprende cine estudiando guiones para construir historias. Yo aplico lo que veo y siento, pero siempre se puede perfeccionar. Un guión tarda poco en escribirse y mucho en corregirse. (…) Hoy filmar es fácil, pero al público no se lo engaña. Es inteligente. Para ese público me gusta filmar a mí”.
La Competencia Internacional…
… nos convocó en Mar del Plata para poder conocer qué se está filmando en el mundo y con qué compite un país como la Argentina en un evento internacional. Doce largometrajes cumplieron la grilla de la competencia. Entre ellas, tres argentinas que, finalmente, no obtuvieron ningún tipo de reconocimiento. La más esperada fue Jauja, la película de Lisandro Alonso que triunfó este año en las pantallas europeas. Con un formato propio del cine mudo, cuenta la historia de un capitán danés en busca de su hija perdida en la llanura argentina. Transcurre en plena Campaña del Desierto, título que se le dio al avance de la “civilización” hacia el oeste del territorio, pero que en realidad consistió en un exterminio de indígenas. Nuestra mirada se pierde en el recuadro de vivos colores, con profundidad de campo total, donde los personajes son presentados para, luego, dejarnos recorrer el desierto a solas con el danés en su búsqueda, un transcurso en el que el tiempo diegético y el tiempo real coinciden casi al límite de lo tolerable. La ubicación del personaje en la extrañeza del ambiente, la confrontación con los naturales de un país que no es el suyo, la brutalidad expuesta ante sus ojos como peligrosa… no son más que obstáculos que se oponen en la llanura para seguir a la hija perdida. La última parte, menos realista, más onírica, nos interna en las entrañas de una roca, donde cada uno devanará sus propias ideas… hasta el desenlace, que Alonso ubica en la época actual.
Así como Lisandro Alonso ha presentado todas sus películas en Cannes, el vernáculo José Celestino Campusano es el fiel concursante del Festival de Mar del Plata, donde conocimos su obra previa. En esta ocasión, presentó El Perro Molina. Con la misma impronta que caracteriza su filmografía, ofrece un ejemplar de cine bizarro, con actores no profesionales y una historia que se ambienta en los barrios marginales del suburbano bonaerense. Campusano ubica a sus personajes al borde de la cornisa, donde la salvación y la perdición están a la espera de su caída: policías corruptos, psicópatas sin ninguna moral, prostitutas, “cafishos” sentimentales… Y el Perro Molina, un asesino a sueldo que posee códigos y se desplaza por el basural, la chacra, el prostíbulo y la comisaría. Campusano ha denominado a su productora Cinebruto, y no puede ser más gráfico para definir las historias que recrea su cine. La realización peca de naif, pero no puede decirse que no sea auténtica. Sus personajes y los hechos narrados suelen surgir de la realidad. Dice Campusano, en relación al trabajo de preproducción: “Para nosotros es fundamental capitalizar los modos verdaderos del habla y del lenguaje corporal de las personas. (…) Muchas veces, el guion contamina. Preferimos partir de un número muy pequeño de escenas basadas en hechos reales, que al ser rodadas, inspiran a las siguientes”. Jamás habla de sí mismo, sino de un conjunto de personas, el equipo que realiza el film: “Evitamos la comodidad del guion, la composición en soledad”.
La tercera producción argentina presentada fue La vida de alguien, de Ezequiel Acuña, una película sobre la banda uruguaya La Foca. La historia intenta contar el nacimiento del grupo, con las licencias que permite la ficción. Si bien la narración se plantea a través de flashbacks y con la ayuda de los 23 tracks de la banda uruguaya, necesita de dos escenas donde el cantante es entrevistado, para explicar lo que no nos dan las imágenes. Es la historia de un grupo de amigos de la infancia que arman una banda. Luego de una discusión, uno de ellos desaparece, dejando al grupo musical en una especie de freezer, donde han permanecido por varios años. De pronto despiertan para resucitar la banda y reencontrarse entre ellos y con su música. Pero siempre hay una chica que echa las cosas a perder y una incógnita que se devela de manera apurada hacia el final del film, en una situación por demás forzada, lo que le quita la contundencia al relato tan trabajosamente delineado desde las imágenes y el montaje.
Brasil concursó con el filme de Gabriel Mascaro, Ventos de Agosto, una postal de Pernambuco rural, donde los cuerpos se mezclan con la naturaleza, porque de ella viven y a ella se deben. Una pareja de jóvenes gozan del sol y del mar sin rubor, son los protagonistas en una zona azotada por fuertes vientos que soplan en el mes de agosto. Hay en el pueblo un gran estado de abandono. Algunas cosas persisten, como la actividad de los cosechadores de cocos y la de los pescadores. La chica ha sido enviada allí para cuidar a su abuela anciana y, tenemos la sensación de que con ello ha sido clausurado su futuro. El joven es pescador. Cada uno puede acompañar al otro en su trabajo y al finalizar pueden hacer el amor sobre la carga de cocos o en la pequeña barca con que salen al mar. Son seres primitivos, casi virginales, especie de Adán y Eva en un Paraíso perdido. El viento del título aparece como el responsable del estado calamitoso de las casas, del nivel del mar que arrasa hasta con el cementerio, de un pueblo fantasma donde solo permanece el ladrón en el calabozo, y es así porque está encerrado y no puede escapar. Estamos ante una especie de Pueblo Blanco, como el que cantaba Serrat, donde el futuro se ha ido con los últimos emigrantes. Es un retrato de una zona del Brasil más profundo, una historia sin final, una estancia en un lugar perdido, una postal arrugada cuyos pliegues no puede disimular ni siquiera el barroquismo de su selva.
De Europa llegaron cinco películas. La francesa La Chambre bleue recibió el Ástor de Plata al Mejor Director: Mathieu Amalric (Turnée, 2010). Una pequeña obra de cámara que narra con firmeza y sensibilidad una novela de Georges Simenon. El reto que tuvo Amalric fue filmar en apenas cuatro semanas una historia de amor y pasión, de desamor y frustración, de vida y muerte. Narrada a través de flashbacks, el relato va evolucionando a partir de la investigación de un asesinato y la evolución del juicio a que es sometida la pareja adúltera. Una mujer y un hombre con sus respectivos matrimonios, que buscan entrelazar sus cuerpos en el cuarto azul de un hotel. Sensible cámara que busca retratar en esos cuerpos desnudos el amor y entre las paredes de una casa moderna, el desamor. Final abierto que nos deja pensando en un posible desenlace que el guion nos retacea.
El catalán Hermes Paralluelo, director de la ya comentada Yatasto, presentada en Bafici 2011, trajo una obra muy personal que tiene como protagonistas a sus abuelos. Sensible mirada sobre la vejez, la soledad y el amor, a la que le hemos dedicado una crítica en este número. Nos referimos a No todo es vigilia.
Le meraviglie ganó el Ástor de Plata al Mejor Guion (Alice Rohrwacher, también su directora). Cuenta la historia de una niña de apenas doce años que mantiene a su familia, pues su madre se ha dado por vencida y su padre no está del todo centrado. Inspirada en historias de su infancia la película transcurre en una zona rural de Toscana, donde nació Rohrwacher. La aparición de una reportera pone en evidencia la fragilidad de esta familia sostenida por una serie de rutinas marcadas por las estaciones y la polinización de las abejas; un mundo creado por su padre para el futuro, pensando en un desastre apocalíptico, pero cuyas fronteras la niña pretende traspasar para ver qué hay más allá de la casona desvencijada y esa familia tan particular. El papel de los medios, las responsabilidades familiares, la autonomía personal, el despertar de la adolescencia… todos, elementos funcionales a una narración efectiva.
La inglesa The Duke of Burgundy, de Peter Strickland, también autor de Berberian Sound Studio (2012) narra la historia de amor de dos mujeres (una funge de criada y la otra, de su ama) en una relación sadomasoquista. La violencia implícita en la relación de dos mujeres de diferente clase social, donde una castiga a la otra si no cumple con sus obligaciones, puede sentirse agresiva. Sin embargo, subyace entre ellas delicadeza y una gran ternura. Finamente narrada, la historia sugerente de Peter Strickland se apoya en los sonidos que reverberan, como la gota del agua o el roce de la sábana, apoyando la acción de manera sensible.
Otro nombre de peso, ganador de una Mención Especial por la Fotografía, fue Cavalo Dinheiro, de Pedro Costa. Otra película oscura con un tema que es casi una obsesión del director portugués, desde Juventud en marcha (1959). Nuevamente nos presenta a Ventura, el inmigrante de Cabo Verde que malvive en el barrio de Fontaínhas. Los pasillos de un hospital abandonado, el ascensor donde se encuentra con el mismo soldado de plomo que le prodiga confesiones, como si fuera la voz de la conciencia, y una mujer que evoca momentos de un pasado tormentoso que no quiere recordar, son algunos de los fantasmas que lo acosan en esta etapa de su vida, donde los susurros se convierten en confesiones y el aire que respira, en un profundo pesar. Un lujo que nos brindó el Festival.
De Asia son las tres películas que nos falta comentar. Por su parte, Melbourne se llevó el Ástor de Plata a la Mejor Actriz (Negar Javaherian). La visita de una censista al apartamento de una pareja en Teherán nos franquea la puerta del apartamento que ocupan los personajes en un edificio de clase media. Están en medio de los preparativos para dejar el hogar y deshacerse de las últimas cosas que aún les quedan. Desde el momento en que traspasamos la puerta, entramos en un ritmo vertiginoso que se irá acelerando cuando nos enteremos que tienen a su cuidado un bebé que ha dejado de respirar. Timbres, llamados, sirenas y visitas irán incrementando el estrés de los jóvenes y de los espectadores. La urgencia por dejar todo en orden, por estar en el aeropuerto a la hora indicada, por despedirse de los amigos y finiquitar los trámites, se suma a lo imprevisto. Ante la muerte del bebé, los pretextos se irán construyendo sobre la base de mentiras, hasta que llegue al momento en que la situación se haga insostenible. De pronto, encontrarán la solución más fácil, aunque éticamente, la más incorrecta. En su transcurso, el director iraní Nima Javidi coloca a sus personajes en una situación límite y a los espectadores ante un suspenso propio de las películas de Alfred Hitchcock. Un tema universal, pero narrado a la manera iraní, donde no hay expresiones afectuosas debido a la censura oficial, pero con una carga moral que podría darse en cualquier lugar del planeta.
Alive, de Park Junbum, ha merecido nuestra atención y le hemos dedicado a esta ópera prima, oscura y oprimente, del director coreano, una crítica más extensa, que invitamos a leer en este número.
Hemos dejado para el final la ganadora del Ástor de Oro a la Mejor Película, Come to my Voice, del director turco Hüseyin Karavey, un cuento kurdo narrado por trovadores que relatan la travesía de Berfe y su pequeña nieta para conseguir liberar al padre de la pequeña. También le hemos dedicado un espacio más extenso en la sección de Críticas. Este filme recibió, además, el muy merecido Premio del Público.
Creemos que la premiación de la Sección Oficial ha sido muy justa. El jurado, compuesto por Paul Schrader, Gerardo Herrero, Valeria Sarmiento, Carlos Vermut, Soledad Villamil y Manu Yáñez Murillo, acordó destacar el trabajo más sobresaliente de cada una de las propuestas. Para nosotros ha sido un Festival de lujo, donde pudimos ver películas que difícilmente llegarán a las pantallas comerciales y comprobar que nuestro cine está a la altura de lo mejor que se ha mostrado en Mar del Plata.
Otras secciones…
Sabemos que hemos dejado mucho por fuera. Es que el Festival ofreció una cantidad de propuestas con más de cuatrocientas películas que físicamente era imposible cubrir. Destacamos las retrospectivas dedicadas a grandes directores, como Alfred Hitchcock, Daniel Tinayre o Carlos H. Christensen en Brasil…
La Sección Autor ofreció una serie de imperdibles, que lamentablemente no pudimos conocer, pero vimos Pasolini, de un Abel Ferrara que no encuentra el equilibrio en la narración, y Wild, de Jean-Marc Vallée, una «figurita» repetida, aunque de menor tenor y en versión femenina, de Into the Wild (Sean Penn).
La maravillosa propuesta que titularon Cosmos 70 exhibió películas restauradas de la colección Artkino, responsable de la formación de varias generaciones de cinéfilos argentinos durante las épocas más duras de su historia. Destacamos Cuerno de cabra, la bellísima y no por ello menos violenta propuesta del búlgaro Metori Andonov; Pasaron las grullas, del soviético Mikhail Kalatozov; La infancia de Iván, de Andrei Tarkovski; Trenes rigurosamente vigilados, del checo Jirí Menzel; o Los amores de una rubia, del polaco Milos Forman… Todo cine del Este, obras maestras inolvidables que merecen una nueva revisión para quienes las vimos hace tiempo. Conforma saber que hay nuevas generaciones que están accediendo a un cine desconocido por los más jóvenes.
Esperemos que los cambios (o continuidades) políticos de 2015 no afecten el apoyo estatal brindado al Festival. Creemos que es necesario un evento de esta naturaleza para un país con una tradición cinéfila que seguramente debió haber nacido en 1897, cuando el operador francés Eugenio Py, desveló una nueva magia a los ojos argentinos.
Y si han llegado hasta aquí…
… disfruten del corto oficial con que se iniciaba cada función. Nunca cansó. Esteban Sapir supo realizar una pequeña obra de arte que condensa la ciudad, el festival, su historia, la nostalgia… y, por supuesto, el CINE:
Palmarés
Competencia Internacional
Astor de Oro a la Mejor película: Come to My Voice, de Hüseyin Karabey –Turquía/Francia/Alemania-
Astor de Plata al Mejor Director: Mathieu Amalric por La Chambre bleue -Francia-
Astor de Plata al Mejor Guion: Le meraviglie, de Alice Rohrwacher –Italia-
Astor de Plata al Mejor Actor: Park Jungbum, por Alive, de Park Jungbum -Corea del Sur-
Astor de Plata a la Mejor Actriz: Negar Javaherian por Melbourne, de Nima Javidi –Irán-
Mención Especial a la Fotografía: Cavalo Dinheiro, de Pedro Costa -Portugal-
Competencia Latinoamericana
Mejor Largometraje: Branco Sai preto Fica, de Adirley Queirós –Brasil-
Mejor Cortometraje: Naranjas, de Iván D. Gaona -Colombia-
Competencia Argentina
Mejor Largometraje: Su realidad, de Mariano Galperin
Premio “Estímulo” INCAA
Mención Especial: Salud rural, de Darío Doria
Mejor Director de Largometraje: Adrián Biniez por El 5 de Talleres
Premio INCAA
Mejor Cortometraje: Zombies, de Sebastián Dietsch
Premio LAHAYE POST / INCAA TV
Mejor Director de Cortometraje: Gastón Siriczman por Nueve segundos
Premio INCAA / Work In Progress
Mejor Proyecto: Soley, de Manuel Abramovich
1ra Mención Especial: Veredas, de Fernando Cricenti
2da Mención Especial: Madre de los dioses, de Pablo Agüero
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