Críticas
La historia pintada con pinceladas y brochazos de sangre
300: El origen de un imperio
Otros títulos: 300: El nacimiento de un imperio.
300: Rise of an Empire. Noam Murro. EUA, 2013.
El conflicto bélico entre Grecia y Persia es una interminable fuente de historias y el cine nunca cesará de aprovecharlo. Está tachonado de impresionantes hazañas guerreras y heroicas que han quedado impresas en las palabras mismas de los idiomas actuales: maratón, actitud espartana, sátrapa, democracia, polis, augurio, tiaras, falange, liga, nudo gordiano. El cine se puede dar el lujo de tomar hechos aquí y allá, mezclándolos con fantasía, para convertir la historia, literalmente, en una historieta. Se forman así diversas posibilidades: las historietas elaboradas por dibujantes que se convierten en películas actuadas por hombres y mujeres de carne y hueso y las historias reales que se cuentan con los recursos infinitos y con los giros fantásticos de los dibujos animados. En el caso de 300: El origen de un imperio, se ha partido de 300 , una novela gráfica de serie publicada en cinco números, creada por el guionista y dibujante Frank Miller, coloreada por Lynn Varley. En ella se describe la más heroica de todas las batallas, la de las Termópilas que ocurrió en el año 480 antes de la era actual, en la cual, se cuenta que 300 guerreros espartanos dirigidos por su rey Leónidas se sacrificaron para detener el avance del poderoso ejército persa de Jerjes I. Estas historietas ya dieron origen a una primera película, 300 (Zack Snyder, 2007), de la cual la cinta que nos ocupa es una secuela, y seguirán más.
En una entrevista concedida por Miller, sobre qué era lo que le fascinaba acerca de la historia de las Termópilas, se refirió a que todas las grandes culturas tienen alguna memorable joya guerrera en su historia, en la cual un pequeño contingente de hombres logra importantes victorias, morales o reales, combatiendo contra un invasor que ataca masivamente. Historias como las de la batalla de El Álamo en Texas; la del héroe romano Publio Horacio Cocles, deteniendo al ejército etrusco en el puente Sublicio sobre el Tiber; la hazaña de los 47 Ronin en Japón; el sacrificio hebreo de Masada; la batalla del Pantano de Vargas y los desnudos lanceros llaneros de de la Nueva Granada, derrotando al experimentado ejército español.
Superpuestas al conflicto entre persas y griegos, están las complicadas e interminables disputas entre las ciudades estados griegos, notablemente entre Atenas, Esparta y en menor grado, Tebas. Estos conflictos con frecuencia facilitaron las invasiones y las conquistas de los persas, quienes siempre supieron aprovechar la estrategia de dividir y desunir para vencer.
Es en este ambiente de guerras entre persas y griegos y de estrategias fratricidas entre Atenas y Esparta, que se desarrolla 300: El origen de un imperio. Si bien sigue en muchos aspectos una línea histórica, está hecha más con esencias de comics que con fidelidad fáctica. Los aspectos más fantásticos suceden con los protagonistas centrales del lado persa de la historia. El rey Jerjes I, protagonizado por Rodrigo Santoro aparece como un personaje de tintes modernos, de pelo rapado, piel dorada adornada con todo tipo de accesorios. Es un personaje que nos sorprende y que se puede odiar, pero no tanto que haya que matarlo, dadas sus capacidades histriónicas e históricas. La líder militar de los persas es una mítica Artemisia (Eva Green). Libremente basada en un personaje real, Artemisia I de Caria, gobernante de Halicarnaso, luego de la muerte de su marido, se convirtió en una aliada de los persas y se la recuerda por su participación en la batalla naval de Salamina, en la cual los griegos derrotaron la invasión persa. En la película es una terrible mujer, bella y dominante, experta en el combate y en las maniobras navales, fuente misma de la conversión de Jerjes I en un dios-demonio maligno, invencible y poderoso.
De los dos bandos brota la sangre. En todo tipo de ocasiones y combinaciones, desde los créditos mismos reflejados en palabras dibujadas con trazos sangrientos, hasta el lenguaje, el escenario se pinta de rojo. El mar mismo se inunda de acentos rojizos y sangrientos, en contraste con los tonos oscuros, grises y azulados plagados de surrealismo, que dominan la mayor parte de los cuadros y las escenas. La sangre brota a borbollones y surge abundante y congelada en trazos, como si se tratara de auras, de letras que matizan, a modo de cuadros de cómics, de splashs que salpican el cartoon. Con estos artificios de diseño, el espectador ve pasar ante sus ojos ríos de sangre, miembros cortados y cuerpos descabezados sin que experimente apenas horror y repulsión.
Cabe resaltar las escenas de las batallas navales. Las flotas persas están formadas por brutales y grandes navíos, a modo de modernos acorazados, maniobrados por hordas de esclavos remeros, que soportan azotes, gritos e improperios, a pesar de que se los muestra como titanes de fuerza irresistible. Es obvio que tales naves, pesadas y lentas, están destinadas al fracaso, cuando se enfrentan a los osados navíos griegos, ligeros y de alta maniobrabilidad, dirigidos por Temístocles (Sullivan Stapleton), el héroe de carne y hueso que comanda a sus hombres en la batalla final. Se nos muestra a los griegos como hombres musculosos y hermosos, con sus vestidos ceñidos de cuero que cubren solamente las partes nobles, sus cuerpos semidesnudos, apenas cubiertos por una capa que se lleva el viento, mientras que los persas son grises, apoyados por aliados de aspecto monstruoso, criaturas infernales y desechables, que mueren como moscas.
Es la historia que se convierte en entretenimiento, un par de horas en las cuales se danza al son de las guerras y de las batallas, incluso en los dos momentos, en los cuales se generan escenas de relaciones entre hombres y mujeres: No hay relaciones, hay enfrentamientos y desafíos.
¿Y de qué imperio naciente se habla? Habrá que esperar hasta Alejandro Magno para que la Grecia helenística se expanda hasta los confines del mundo griego, dejando listos los espacios geográficos para el mucho más tardío e igualmente poderoso imperio romano. Por los siglos de los siglos, las guerras y las invasiones serán la norma de vida, historia pintada con pinceladas y brochazos de sangre en todos sus aspectos.
Trailer
Ficha técnica:
300: El origen de un imperio / 300: El nacimiento de un imperio (300: Rise of an Empire), EUA, 2013.Dirección: Noam Murro
Guion: Zack Snyder, Kurt Johnstad, Michael B. Gordon, Basada en “300” de Frank Miller
Producción: Deborah Snyder, Zack Snyder, Mark Canton, Bernie Goldmann, Gianni Nunnari, Jeffrey Silver
Fotografía: Simon Duggan
Música: Junkie XL
Reparto: Sullivan Stapleton, Eva Green, Lena Headey, Rodrigo Santoro, Hans Matheson, Callan Mulvey, Andrew Tiernan, David Wenham, Jack O'Connell, Yigal Naor, Andrew Pleavin, Gerard Butler
Estoy indecisa, las dos entregas de esta saga me gustaron mucho, por un lado 300 nos sorprendió con grandes escenas de batalla, y por otro 300: Rise of an Empire tiene una gran producción en sus locaciones, muy buenas películas.
Una cinta de la cual lo más apreciable es la parte visual, sus barrocos planos, sus estudiadas composiciones a cámara lenta y esa sorprendente falta de camisetas y ropa en general de sus musculosos protagonistas, por su parte el lado femenino también tiene lo suyo; Eva Green (que por ya la vieron en Penny Dreadful, aquí el link de la serie http://www.hbomax.tv/penny-dreadful-2/) hace una escena erótica épica. Muchos comentan que la cinta ofrece un mensaje de tilde fascista por lo tanto «300» tiene un mérito innegable; es la única película que ha conseguido que la gente aplique el adjetivo fascista donde corresponde, al menos en tanto a lo que de militarista, homofóbica, racista y eugenética tiene.
No le encontré sentido y el final es muy degradante