Críticas

Acción claustrofóbica

7500, avión secuestrado

Patrick Vollrath. Alemania / Austria / EUA, 2019.

Si tuviéramos que nombrar a una de las industrias que sufre la mayor cantidad de tabúes populares, tranquilamente podríamos mencionar a la aviación civil como su principal exponente, donde se combinan el miedo y los mitos que fueron alimentándose a lo largo del tiempo. Afortunadamente, la aviación comercial fue ganando en popularidad y, de a poco, muchos de esos temores y mitos se fueron disipando en una de las actividades más seguras y reguladas del mundo, donde el margen de error es reducido casi a cero. Hay que decirlo, históricamente el cine no ha contribuido a mitigar los temores generados por el hecho de encontrarse dentro de un aparato, volando a diez mil metros de altura, por el contrario, se ha valido de esos miedos para construir algunas de las ficciones cinematográficas más conocidas. Y por supuesto, si bien ya habían ocurrido eventos con aviones secuestrados, los atentados a las Torres Gemelas de 2001 fueron un antes y un después, tanto para la industria aeronáutica como para la cinematográfica. Tal fue el impacto de un evento de tal magnitud y tal es la confusión que se ha creado al respecto que hemos normalizado completamente la figura de un grupo de musulmanes secuestrando un avión de pasajeros, un evento muy trillado sobre el que se apoya 7500, avión secuestrado, el primer largometraje del director alemán Patrick Vollrath. 

Puede parecernos un tema muy repetitivo y lleno de estereotipos, pero el hecho de combinar terroristas musulmanes y aviones de pasajeros es un subgénero que se nutre de la gran desinformación con respecto a la aviación civil que abunda en la sociedad. Pero si a pesar de conocer la industria decidimos dejarnos llevar por la inverosimilitud de algunos hechos que vemos en pantalla, podemos zambullirnos en una gran historia de suspense y terror, plagada de situaciones límite. Así resumiría a 7500, avión secuestrado, sobre el que Vollrath construye un relato que comienza en tierra, en el aeropuerto de Berlín, con una escena un tanto aburrida y cotidiana, para inmediatamente dar un vuelco de 360 grados cuando hacen su irrupción los terroristas. Ese es un gran punto a favor para Vollrath, ya que a partir de ese momento edifica una tensión que no disminuye hasta el final. 

Al comienzo somos invitados a la cotidianeidad de la vida aeronáutica, con todos sus jugadores y sus charlas, que mezclan sus vidas personales con aspectos técnicos y comentarios sobre los procedimientos a seguir. Es en ese embarque donde nos enteramos de que el piloto es alemán, pero que su copiloto es norteamericano, que no sabe hablar alemán (esto tendrá bastante relevancia en el desarrollo posterior) y que se encuentra en una relación con una de las azafatas del vuelo. Si bien nuestro ojo puede llegar a buscar algún indicio de lo que imaginamos que ocurrirá, independientemente de una pareja llegando tarde al embarque y la cámara deteniéndose sobre un pasajero con una gran barba, no obtendremos mucho más. La acción comienza en pleno vuelo y juega con una regla que en la aviación se llama “cabina estéril”, que se refiere a no permitir el ingreso de nadie que no esté involucrado en las tareas de mando del avión. Jugando con este aspecto técnico, casi el noventa por ciento de 7500, avión secuestrado se encuentra filmado en esa locación tan pequeña y estrecha, algo que, sin dudas, responde a un gran trabajo de Sebastian Thaler, responsable de la fotografía del film. Cuando el copiloto declara el código 7500 (que da nombre a la película, en referencia a la clave “avión secuestrado”) comienza la claustrofobia dentro de la cabina, ya que la puerta que la comunica con el sector de pasajeros se cierra herméticamente y se convierte en algo completamente inviolable. Pero no del todo. 

Así como la gran parte del film transcurre en una cabina totalmente cerrada, la acción se centra sobre dos protagonistas en una medida similar, con el copiloto Tobias Ellis y el secuestrador Vedat viviendo situaciones límite, determinadas por la capacidad de respuesta humana a semejantes momentos de tensión. Joseph Gordon-Levitt y Omid Memar son quienes dan vida a este intercambio de manera magistral, ya que prácticamente 7500, avión secuestrado parece ser una balanza que constantemente va oscilando de un lado hacia otro sin dejar respiro. Esa frialdad que asumimos en un piloto ante un evento extremo, que por momentos se resquebraja y por otros se recompone, constituye la contraparte del secuestrador, un terrorista joven muy violento, pero que no está completamente convencido de lo que está haciendo.

Es difícil encontrar un punto negativo en 7500, avión secuestrado, pero solo si buscamos una película que nos dé un buen rato de entretenimiento lleno de suspense. Sacando las estereotipaciones y algunos clichés aeronáuticos, estamos ante un film que nos entregará unos 93 minutos de tensión, pero no mucho más. Con tantas historias similares plasmadas en la pantalla, probablemente quede archivada en nuestras mentes como una más de la colección.

 

Tráiler:

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Ficha técnica:

7500, avión secuestrado ,  Alemania / Austria / EUA, 2019.

Dirección: Patrick Vollrath
Duración: 93 minutos
Guion: Patrick Vollrath, Senad Halilbasic
Producción: MMC Studios, Augenschein Filmproduktion, FilmNation Entertainment, Endeavor Content
Fotografía: Sebastian Thaler
Reparto: Joseph Gordon-Levitt, Omid Memar, Aylin Tezel

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