Festivales
Estrenos a domicilio (2º Festival de Cine Online)
Los festivales de cine online, también llamados festivales 2.0, son una realidad que ha llegado para quedarse. No pretenden desplazar, ni mucho menos, a los festivales tradicionales, pero sí tratar de visibilizar una serie de títulos que, por lo arriesgado de sus propuestas o por la modestia de su producción, apenas pueden llegar a los espectadores mediante los canales habituales de distribución y exhibición. Aunque ya se han dado pasos importantes en esta dirección, es probable que, en adelante, todos los festivales de cine opten por una plataforma online que permita seguirlos desde un dispositivo. Nunca será lo mismo, desde luego, que asistir a Berlín, Cannes, Venecia o San Sebastián, pero será una forma distinta de estar allí.
De todas maneras, el asunto que nos ocupa ahora son los festivales 2.0 propiamente dichos. Ese es el caso del Festival de Cine Online que organiza filmotech.com, que ha alcanzado su segunda edición con algunos planteamientos nuevos. Los organizadores han mantenido la gratuidad para todos aquellos usuarios que se registren, pero han reducido el número de secciones y películas. Ya no hay, por tanto, secciones paralelas de cine europeo, español y clásico, sino tan solo una, la oficial, la de los largometrajes a concurso. En cuanto a la fecha, se han abandonado los meses de abril y mayo y se ha preferido julio. Se trata de un festival multiplataforma e internacional, que ofrece seis largometrajes producidos durante 2011, no estrenados en salas comerciales en España, pero que han recibido el reconocimiento en otros festivales. Además, como novedad, conviene señalar que hubo proyecciones de las películas del festival en La Cineteca de El Matadero de Madrid.
Entre los seis títulos a concurso hay propuestas muy diversas. Así, tanto El alma de las moscas (Jonathan Cenzual Burley, 2011) como Enxaneta (Alfonso Amador, 2011) son largometrajes más o menos convencionales, que relatan una historia de ficción, en tanto que Diamond Inside (Luis Sánchez Alba, 2011) y La mujer del eternauta (Adán Aliaga, 2011) son documentales casi prototípicos. Las propuestas más audaces vienen de la mano de la fragmentaria Amanecidos (Yonay Boix y Pol Aregall, 2011) y de la experimental Buenas noches, España (Raya Martin, 2011).
Amanecidos no es más que un retrato cotidiano de la vida de unos jóvenes madrileños, cinco chicos y cinco chicas. El propio subtítulo es bastante revelador, “Cosas que les pasan a unos amigos escogidas al azar”, y fiel reflejo de lo que podemos ver en la película, una serie de escenas que reflejan vivencias relativamente anodinas. Una de las mejores secuencias es el paseo en bicicleta por el Retiro, que culmina brillantemente cuando los protagonistas destapan dos derretidos Frigopiés (un helado legendario que ha sobrevivido décadas y que forma parte de la memoria de varias generaciones). Otra secuencia con bastante fuerza es la de la bola de nieve que van haciendo los chicos, o la del teleférico que lleva al Templo de Debod. Más que la vida de los jóvenes, la cinta le toma el pulso a un Madrid insospechado y sugerente, pero con muy poco que ofrecer a una juventud que se encuentra perdida y desesperanzada.
Mucho más radical y críptica es la propuesta de Raya Martin, joven realizador nacido en Manila, que, con Buenas noches, España, construye un extraño relato en el que una joven pareja (interpretada por Pilar López de Ayala y Andrés Gertrúdix) se teletransporta a Filipinas. Es una película no hablada que se presenta como un ensayo, en el que las mismas imágenes son repetidas una y otra vez en diferentes colores (rojo, amarillo, azul…). A veces, la música y los sonidos recuerdan a los dibujos animados. El único espacio reconocible es el Museo de Bellas Artes de Bilbao, donde se ofrecen escenas realmente interesantes al presentar los cuadros de un expatriado filipino.
Diamond Inside es el primero de los dos documentales del festival. Luis Sánchez Alba relata el viaje del colectivo Boa Mistura a Ciudad del Cabo para realizar una serie de murales en zonas especialmente desfavorecidas de la ciudad, como los barrios de Khayelitsha o Woodstock. Los miembros del colectivo conocen a la gente, hablan con ella y logran integrar el arte con la acción social, especialmente en la labor que realizan en el Velokhaya, un club de ciclismo que trata de insertar socialmente a los jóvenes a través del deporte. Al final, el espectador, como los street artists de Boa Mistura, dejan una parte de su corazón en una de las ciudades más peligrosas del planeta, donde, sin embargo, a veces es posible sonreír de nuevo.
Y así llegamos a una fábula contemporánea que narra el encuentro entre dos hermanos que no sabían de la existencia del otro. Se trata de El alma de las moscas, la opera prima de Jonathan Cenzual Burley, que es, tanto por el tono como por su estética, una mezcla entre El milagro de P. Tinto (Javier Fesser, 1998) y Everything is Illuminated (Liev Schreiber, 2005). Presenta, en clave de road movie, el viaje iniciático que han de emprender dos hermanos para acudir al entierro de su padre, Evaristo de la Sierra, a quien no habían conocido en vida. El paisaje de Salamanca cobra un enorme protagonismo, así como la división de la historia en capítulos y la presencia de una voz en off que corresponde precisamente al padre. En definitiva, una pequeña joya repleta de melancolía y nostalgia, de sueños y anhelos, de encuentros inesperados y oníricos.
Aunque juega con distintos tiempos narrativos y perspectivas, Enxaneta, el primer largometraje de Alfonso Amador, es más convencional, lo que no supone, en ningún caso, un juicio de valor. “Enxaneta” es el niño o niña que sube a lo alto del castell. La cinta cuenta la ruptura de una pareja. La localidad de Jávea se convierte en el espacio privilegiado, ya que es el lugar al que se ha ido a vivir Alberto (Alberto Iglesias), que es escritor. Blanca (Silvia Mir) acude allí a buscarlo, pero no lo encuentra en un primer momento. Se produce un recorrido por los espacios compartidos, ahora vacíos, carentes de significado. Enxaneta es una propuesta sugerente y repleta de preguntas a las que no siempre se les puede dar respuesta. Blanca, tan acostumbrada a estar en la cumbre, pues era una enxaneta, hace tiempo que ya no sube a lo alto de un castillo.
Y, por último, tenemos el documental La mujer del eternauta, de Adán Aliaga, un estremecedor relato a cargo de Elsa Sánchez, la viuda de Héctor Oesterheld, autor, junto al ilustrador Francisco Solano López, de El eternauta, uno los clásicos indiscutibles de la historia del cómic. Elsa perdió a su marido y a sus cuatro hijas durante la dictadura militar argentina, pero, aun así, encontró fuerzas para mantener viva la memoria de su familia y encontrar a sus nietos. Elsa da una auténtica lección de vida, sin rencores, sin venganzas, pero con una idea firme de la justicia. Lo mejor, sin duda, son las recreaciones de algunas escenas de El eternauta, “un viajero de la eternidad, un viajero de los siglos”. Al final, en la foto de familia, lo que se retratan son cinco ausencias, la de Héctor Oesterheld y sus hijas, pero, por encima de ellas, se alza, con la cabeza bien alta, orgullosa de sus nietos y de sus bisnietos, de su familia, una gran mujer, Elsa Sánchez, La mujer del eternauta.
Y así llegamos al final de esta nota. El jurado, compuesto por Gregorio Belinchón, Jesús Calero, Jaume Figueres, Max Lemcke, Luis Martínez López, Ramón Pernas y Juan Zavala, decidió finalmente conceder el Premio del 2º Festival de Cine Online al drama romántico Enxaneta, mientras que el Premio del Público se lo llevó el documental La mujer del eternauta. Confiamos en que el Festival de Cine Online alcance la tercera entrega tras las 75.000 visitas que ha recibido en esta segunda edición. Sin duda, la fórmula funciona y permite a los espectadores ver algunas películas a las que, de otro modo, resultaría difícil acceder.