Críticas
American way of death
Mátalos suavemente
Killing Them Softly. Andrew Dominik. EUA, 2012.
La tercera película de Andrew Dominik, muy aplaudida en el pasado festival de Cannes, llega mucho más lejos de la lírica caracterización de un curtido Pitt como el matón de turno en una suerte de revisión fotogénica del noir modélico. Si bien estos enunciados son ciertos, también lo es el hecho de que el cine posmoderno ambientado en el presente tiende cada vez más a acomodarse -muchas veces no les queda otra- al contexto bajo el que han sido concebido. Mátalos suavemente relega los ajustes de cuentas de las mafias a la anécdota trendy (algo a lo que ha contribuido en buena medida la calidad de series como Los Soprano o The Wire) que dispara una trama, para sobreimprimir, en primera instancia, una profunda y enriquecedora tesis ideológica: remontar la degeneración sociopolítica y, por supuesto, económica, que ha sufrido el paradigma del patriotismo, la promesa incumplida de la tierra de las oportunidades, en suma, el fracaso absoluto del sueño americano.
Las constantes retransmisiones de televisión y radio arman una crónica historiográfica sintética, pero precisa y decisiva para el diseño conceptual de la cinta. Obama y McCain compiten por suceder a Bush al mando de un país desencantado y sumido en la segunda mayor crisis económica de su historia, tras el negro episodio del crack del 29. Dominik permeabiliza en todas las estructuras de su película una debacle que aún no se había contagiado al otro lado del charco. Así, la austeridad coyuntural se extrapola al ámbito fílmico mediante una rigurosa economía narrativa y de personajes. Y la mesura actúa como rasero en todos los sentidos. La desmitificación del ideal yanqui y su poderoso componente ontológico requieren de un gancho musculoso, que aquí se advierte como una mixtura de proporciones adecuadas que combina -además de la economía- un posicionamiento ideológico definido y una estética visual sometida al pastiche de géneros.
Y es que, en su sustrato más elemental, Mátalos suavemente se percibe como una cinta hiperrealista, cómica y atroz a partes iguales, que acoge esa construcción genuinamente americana en la que conviven en una atípica armonía tanto esperanza como caos, muy del gusto de los Coen; pero, también contempla una exquisitez sádica, una sublimación de la violencia tarantiniana, que se muestra escasa, bien dosificada, desprejuiciada y recreativa y estilísticamente preciosista. Tras un período de quietud, la pasión implosiona en las entrañas -de Jackie Cogan- y, una vez resuelto el entuerto, vuelve a aletargarse, canalizada en unos pródigos diálogos triviales que, si bien no justifican, humanizan y dan cuenta de una condición no necesariamente brutal o especial de los violentos. Éstos son meros instrumentos concluyentes de la relevancia que, paradójicamente, otorga la sociedad moderna a la individualidad: silencios alumbrados por una voz errante que se refugia en la ironía oscura como llave para abrir candados de la propia memoria o de un interlocutor intransigente (destacan unas conversaciones sin desperdicio entre Pitt y Jenkins); la individualidad como parte única del negocio en el que se ha convertido la existencia y su cotidianía y que precisa, en definitiva, un desahogo.
Porque, más que apelar al clásico noir del que, obviamente, toma prestados ciertos patrones narrativos, existe una referencia más directa y compleja de Dominik al cine social moderno. Aunque Mátalos suavemente esté catalogada como una película de gánsteres, solo lo es en un estadio ulterior –y no por ello menos meritorio; atiéndase en especial a la realización del incidente desencadenante, la excepcional secuencia del atraco-, pues su discurso apela de un modo figurado pero mucho más directo y sin vulgaridades, al darwinismo social y la supervivencia del más fuerte (idea que, por otro lado, se vincularía cinematográficamente con el western, género de la última película del director, El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford –The Assassination of Jesse James By The Coward Robert Ford, 2007).
Para Dominik, América es una nación anclada en su glorioso y reciente pretérito, imagen que encarga su esbozo a una banda sonora con temas de los años cincuenta que apelan a una nostalgia sedante ; un territorio ahora hostil, habitado por hombres desamparados (que no pueden evitar depender de unas mujeres –la esposa y las prostitutas de Mickey, los escarceos sexuales de los atracadores o la novia del Ardilla- que suelen quedar, si no fuera de cuadro, relegadas a un segundo plano) cuya impotencia ha gangrenado sus principios. La crónica del forzoso origen de la decadencia del último gran imperio que es Mátalos suavemente, se resume en una única y tajante estampa, la que ocupan esos James Gandolfini y Ray Liotta convertidos en dos muertos en vida, caricaturas de mal gusto de los legendarios Tony Soprano y Henry Hill.
Ficha técnica:
Mátalos suavemente (Killing Them Softly), EUA, 2012.Dirección: Andrew Dominik
Guion: Andrew Dominik, según la novela Cogan`s Trade de George V. Higgins
Producción: Dede Gardner, Brad Pitt, Steve Schwartz, Paula Mae Schwartz y Anthony Katagas
Fotografía: Greig Fraser
Música: Varios
Reparto: Brad Pitt, Richard Jenkins, James Gandolfini, Ray Liotta, Sam Shepard, Scoot McNairy, Ben Mendelsohn, Garret Dillahunt, Max Casella, Bella Heathcote, Vincent Curatola