Críticas
La conciencia liviana
Perfect Sense
Otros títulos: Al final de los sentidos.
David Mackenzie. Alemania - Reino Unido, 2011.
Las películas que se refieren al fin del mundo aparecen regularmente. Con frecuencia son ricas en aventuras y en emociones, cargadas de héroes inteligentes y singulares que encuentran una respuesta inesperada y valiente. Otras veces son melancólicas, invadidas por la tristeza natural que se siente cuando la vida universal se escapa de nuestras manos. Perfect Sense ofrece un enfoque particular de este deslizamiento de la existencia: la pérdida de los sentidos.
Los sentidos son nuestros mejores compañeros en este viaje vital. La vista es una danza de fotones inquietos, súper cuerdas que todo lo penetran, vibrando con colores que se entrelazan en rebelde armonía, atreviéndose con trazos por los cuatro elementos, de formas infinitas y completas. Con la vista intuimos al sol, amarillo alucinante, que se deshace en rayos libres y rebeldes, que nos comunican la alegría de vivir, de comunicarse, de convertirse en señales, en tonalidades, en diversidades, para iluminar las más alejadas profundidades del universo. Es una combinación de formas y colores que nos sorprende, incontrolable, como los ríos imparables. El tacto, cual aire, llena los vacíos, se mete por todas partes y, como la sangre, alimenta y conecta los espacios, para que los apreciemos, los observemos, los celebremos. El gusto, a veces, es un dulce sabor adornado con almíbares y mieles, abundante en las sonrisas y en los ojos que te miran con ilusión y con ternura; otras veces tiene pizcas de gotas amargas que dan el equilibrio, sabores de un pasado de duras experiencias que enseñan a apreciar lo que se tiene, disfrutando con gusto el inquieto presente. Con el oído podemos viajar por los espacios oscilantes e infinitos, ya sean vórtices turbulentos y ruidosos o calmados remansos; en cada vuelta azulada del camino podemos oír los cantos inspirados de la naturaleza o recordar las sentidas palabras de nuestra madre, que susurran con cariño, o quizás inquietarnos con las espiras turbulentas del alma inquieta que grita aprovechando nuestros silencios. Esenciales y sutiles son los aromas y los olores, pequeñas e infinitas moléculas de todo lo que existe, que se acercan y nos tocan, para que sepamos de la presencia de las cosas pequeñas, aún sin darnos cuenta.
Todo ello se va perdiendo en Perfect Sense. Azota al mundo la pandemia final y de forma inexplicable, cada vez más personas de todas las clases sociales, en todas las ciudades y países, acuden a los sistemas de salud, desesperadas, al notar que desparecen la vista, el tacto, el gusto, el olfato, el oído. No hay cura, nadie sabe qué pasa. Es el anuncio del fin del mundo, dosificado, una especie de crónica de una inconsciencia anunciada. La historia es contada de manera preciosa y poética, a través de dos personajes, Ewan McGregor como Michael, un empleado de un restaurante, y Eva Green, como Susan, una mujer de ciencia, estrechamente asociada con las investigaciones de la epidemia, y por ello, llena de sentimientos de frustración al saber que nada se puede hacer. A ellos los une la tragedia. En un principio su cercanía es simplemente un asunto de conveniencia, de atracción pasajera, a lo cual están acostumbradas las personas, en el cine y en la vida real.
El desastre sensorial parece lejano al principio, pero luego se hace real e inevitable; en los protagonistas de esta película sorprendente, también se silencian los sabores materiales, y la conciencia de que se está llegando al final de los sentidos invade sus momentos íntimos y da lugar a una metamorfosis que los acerca hacia un nuevo mundo de sentidos excitados.
Es el sabor de la amistad amorosa, el que se experimenta con la confianza en el otro. En Perfect Sense, los protagonistas lo van saboreando lentamente. Al principio, acostumbrados a la superficialidad, apenas si lo distinguen y pudiera haberse perdido; pero con atención más tranquila, los dos van apreciando el variado y atractivo sabor de la amistad. Distinguen que ella tiene algo de amargo, de ácido y picante, pero finalmente degustan, como los dioses del Olimpo, la ambrosía y el néctar que el otro destila cuando se entrega de verdad. ¿Suena idealizado, falso, irreal? A Mackenzie poco le importa, tampoco a los protagonistas. Y si queda alguna duda del mensaje poético y profundo, una voz en off va acompañando las escenas más significativas con frases lentas, expresivas. La música, deliberadamente, acompaña también. El espectador que se deje atraer a la historia, va notando que en lo más profundo, en la esencia de los seres hay un condimento rico que unifica todos los sabores; es el amor gustoso que aparece cuando comemos, soñamos y conversamos juntos.
Hay una escena bien simbólica de esos momentos mágicos. El cielo gris pastel, una playa extensa, de apariencia fría y solitaria, el mar al fondo. Los dos amigos caminan, arrojando guijarros que ponen a volar las gaviotas. Entonces ellos extienden las miradas y se dejan llenar de huellas luminosas y de espacios tranquilos. Sus mentes se embriagan con tragos silenciosos y se vuelven nebulosas, perdidas en los olvidos. Ya no importan los sentidos perdidos. La conciencia liviana los domina y enriquece, y el sentido del amor todo lo equilibra.
Al final de los sentidos.
las espiras turbulentas del alma inquieta
ensortijadas, se agitan impacientes
cargadas de preguntas y de fuerza.
Observando,
siempre atentas
animando todo aquello que se mueve
esenciales, vibrantes y muy despiertas,
las almas se hechizan con los colores de la tierra
El arco iris se extiende y se convierte en alfombra luminosa
y encantadas por sus tonos musicales
van dejando sus huellas en la tierra
sin dañarla
sin pisotearla
apenas rozándola con una danza suave
sólo insinuando sus presencias,
sin pretender, sin acosar, humildes, musicales.
Trailer:
Ficha técnica:
Perfect Sense / Al final de los sentidos , Alemania - Reino Unido, 2011.Dirección: David Mackenzie
Guion: Kim Fupz Aakeson
Producción: Gillian Berrie, Malte Grunert
Fotografía: Giles Nuttgens
Música: Max Richter
Reparto: Eva Green, Ewan McGregor, Connie Nielsen, Stephen Dillane, Ewen Bremner, Denis Lawson, Alastair Mackenzie