Críticas
Los monstruos también lloran
Hotel Transilvania
Hotel Transylvania. Genndy Tartakovsky. EUA, 2012.
Los vampiros parecen seguir de moda, tras la oleada de películas, libros y hasta series de televisión que han invadido el entorno, y en la espera de la última entrega de la película basada en los libros de Meyer, sigue latente el gusto por los seres de la noche. Así, las profundas tradiciones del Conde Drácula han sido opacadas por personajes “chupa-sangre” que parecen más modelos y que brillan a la luz de la luna. Atrás han quedado la figuras como Nosferatu u otros personajes emanados de la mente de Anne Rice, que han representado en la pantalla grande al Conde más temido del mundo.
En este panorama, Hotel Transilvania de Sony Animation Pictures, llega a las pantallas como un estreno de otoño, tal vez como fórmula para contrarrestar el fenómeno de la nueva película de Tim Burton, Frankenweenie. Así, presenta personajes que están basados en los clásicos monstruos de la fantasía y el horror (Hombre Lobo, Drácula, Fantasmas, Momias, Hombre Invisible, entre otros) y trata –desde una visión oscura- de presentarlos tiernamente, casi como si quisieran emular la dulzura y empatía de Monsters Inc (Docter, 2001).
Hotel Transilvania dejó de ser la mansión del Conde Drácula, para convertirse en un Resort Cinco Estrellas, Libre de Humanos, donde seres terroríficos de todos los rincones del planeta agendan unos días de espléndida y aburrida vacación. El dueño, por supuesto, es el vampiro que habita con su hija Mavis (una adolescente de 118 años de edad).
Todo el confort y la tranquilidad que reside en el Hotel es interrumpido por la llegada de Johnny, un humano disfrazado de monstruo que entrará en la vida de todos (incluida Mavis). El chico que luce bastante torpe, resulta un personaje bonachón y un poco insulso, que peca de inocente y que logrará zafarse de todos los aprietos en los que terminará involucrado.
La película es una cinta para toda la familia, sin embargo, a diferencia de otras, no tiene tantos gags para adultos, y en realidad está mucho más enfocada al lado infantil, y está matizada con una moraleja fundamental: los hijos necesitan su libertad de decisión, y los padres no pueden hacer nada para mantenerlos a salvo de su propia vida.
La temática de la relación padres-hijos está comenzando a hacerse presente cada vez más en el cine familiar. Recién hace un par de meses Valiente (Brave, Mark Andrews, 2012) justo representaba la manera en la que se minaba un vínculo entre una madre y su hija por la toma de decisiones. En Hotel Transilvania, Drácula (un vampiro de gran corazón) sobreprotege a Mavis hasta llegar al límite de sabotear sus decisiones, mentirle y prácticamente privarla de su libertad.
Mientras tanto, una segunda moraleja –mucho más de cuento de hadas, o monstruos- es todo lo que respecta a encontrar al verdadero amor. En este Hotel se respetan las diferencias de “clases sociales” (o tipos de monstruos), pero no las distinciones radicales entre “razas” (entendiendo que los humanos y los monstruos no pueden estar juntos). No obstante, el amor no respeta condiciones, y le puede suceder a cualquiera que se enamore profundamente de otro, sin mirar de dónde viene o quién es.
Así, esta es una propuesta animada que busca establecer la armonía en las relaciones sociales, empezando desde el hogar y haciéndolo extensivo a las diferencias, el respeto y las oportunidades de crear sinergias positivas entre los seres. La película es de fácil comprensión y seguro que no quedará duda en la forma en la que ha sido presentado el tema.
Lamentablemente, no es un film de animación que proponga algo más que una moraleja, ni en lo visual ni en la historia misma. Su guión más bien parece forzado a intentar hacer reír, a generar conciencia, a dar explicaciones que realmente no tienen mucho sentido para la narrativa. Hay estereotipos en todos los aspectos: tanto visuales, como sonoros, excepto algunos cambios que se agradecen, con respecto a la concepción de algunos personajes (por ejemplo, el Hombre Lobo).
Romper algunos paradigmas resulta agradable, como ver a los monstruos vulnerables y haciendo gimnasia, o bien, recordándole a la audiencia que ellos también tienen corazón y que el vampiro tiene el mismo derecho a divertirse y amar, como cualquier otro ser en este mundo. Sin embargo, si ya con estos planteamientos es suficiente, para qué hacerlo notar durante el diálogo de la película.
Genndy Tartakovsky, director de El Laboratorio de Dexter, tiene en Hotel Transilvania su ópera prima y la presenta por la puerta grande y con muchas expectativas, pero no deja desarrollar ni las tramas ni los personajes, limitando el resultado final de su película. No obstante, su reparto, encabezado por Adam Sandler (que además es productor) logra subir la calidad de la cinta, dada su interpretación.
Las películas de día de brujas son tan tradicionales como las cintas de Navidad, y si se pueden tocar otros temas a través de la excusa del estreno, es una labor que ayuda a la conciencia, tanto de padres como de hijos, respecto a la forma en la que llevan sus vidas. Además, ya era hora de que se “cambiara” ligeramente la figura del vampiro, que ha dejado de ser misteriosa y tétrica, para convertirse en risible e ideal en la juventud. Drácula no es terrorífico, pero al menos regresa ciertos estándares que cada vez están más vinculados a los dramas pasionales, dejando de lado su esencia.
Tráiler:
Ficha técnica:
Hotel Transilvania (Hotel Transylvania), EUA, 2012.Dirección: Genndy Tartakovsky
Guion: Peter Baynham, Robert Smigel
Producción: Michelle Murdocca, Adam Sandler
Música: Mark Mothersbaugh
Reparto: Adam Sandler, Selena Gomez, Andy Samberg