Reseñas de festivales
Anna Karenina
La última adaptación de la novela de León Tolstoi ha corrido a cargo del director inglés Joe Wright, que se ha convertido en una referencia en los últimos años para el cine de época con su versión de Orgullo y Prejuicio (2005) y Expiación (2007). No obstante, también ha realizado películas como El Solista (2009) y Hanna (2011) que están ubicadas en la época actual y que corresponden a diversos géneros.
Wright entrega en Anna Karenina no sólo una nueva revisión de la historia de esta aristócrata rusa adúltera, sino que lo hace de una forma innegablemente teatral, lo que le da una dimensión no sólo de no-realidad, sino que además lo hace con una maestría coreográfica que se equipara a las complejas secuencias de baile de cualquier musical.
El director aprovecha la teatralidad para transportar al espectador a un mundo ficticio, lleno de apariencias (tal como la sociedad rusa de la época) y mantiene latente en el público la idea de que lo que está viendo es producto de la imaginación de sus creadores. No obstante esto, no aleja al espectador de la historia, sino que, por el contrario, lo introduce en una dimensión en donde lo que sucede se hiperboliza, dando paso a las más profundas emociones expuestas con múltiples recursos en una puesta en escena mucho más trabajada y evidente que en otras películas.