La maleta mexicana

La fotografía es mucho más que un recuerdo, es documento y registro, es historia. La fotografía documental ha acompañado a la humanidad y, gracias a ella, la realidad de todo el mundo ha quedado guardada entre películas y químicos. La lista de fotoperiodistas y documentalistas que han arriesgado sus vidas por registrar a la sociedad en sus mejores y peores momentos, es larga, pero su existencia es y será indispensable para preservar la memoria.

Tres de los más importantes fotógrafos documentalistas son Robert Cappa, David “Chim” Seymour y Gerda Taro. Los tres tuvieron la oportunidad de estar en momentos y lugares fundamentales de la historia, registrando realidades que, en muchos casos, se han querido sepultar o guardar en baúles de recuerdos; uno de estos acontecimientos es la Guerra Civil Española, que ha sido encerrada bajo llave en las mentes de quienes la vivieron, mientras que otros –los más jóvenes, provenientes de una nueva generación- quieren desenterrar para conocer y comprender el pasado prohibido.

Muchas imágenes de estos fotógrafos ya habían dado la vuelta al mundo, siendo reproducidas y utilizadas en multiplicidad de medios y plataformas; no obstante, en 2007 apareció en México un maletín lleno de negativos de Cappa, Chim y Taro, que eran desconocidos para la mayoría. Esta maleta -que no se sabe cómo llegó al país ni cómo salió de su lugar de origen-estuvo oculta, más por ignorancia que por malicia, y ha sido, ahora, en pleno siglo XXI, que ha podido ver nuevamente la luz.

Tras años de investigación e indagación por parte del International Center of Photography y los archivos de Robert y Cornell Cappa, fueron rescatados los 4500 negativos que se hallaron en unas cajas en la Ciudad de México. Trisha Ziff, curadora de fotografía y documentalista, se dio a la tarea de realizar una película que narrara el viaje de esta maleta desde el Viejo Continente hasta la República Mexicana.

Éste es el segundo largometraje de Ziff, que anteriormente había revisado la imagen de Ernesto “Che” Guevara en su película Chevolution (2008), y que en esta ocasión continúa por el camino de investigación sobre fotografía documental, pero ahora con un hallazgo que ha conmocionado, no sólo al mundo de la fotografía, sino, sobre todo, a la sociedad española que pensó que ya se había visto todo lo que formaba parte de sus recuerdos de guerra.

Ziff ha creado tres líneas narrativas para relatar su investigación. En primer lugar, un camino que relata la crudeza de la Guerra Civil Española, y que se va armando a través de las entrevistas con exiliados, familiares e historiadores, que entretejen la vena sentimental del largometraje, cuestionando el pasado, tratando de comprender qué es lo que llevó a una sociedad a vivir un episodio tan doloroso, y desenterrando a los muertos (literal y figurativamente).

Una segunda línea argumental habla sobre el trabajo de Cappa, Chim y Taro, sus vidas, trayectorias, relaciones, pasiones y, por supuesto, sus fotografías, que ya han dado la vuelta al mundo, hasta ser objetos de investigaciones, exposiciones y clases, entre otros. Expertos en la materia, así como investigadores y conservadores de la imagen fotográfica cuentan y arman la historia detrás de estos tres fotógrafos.

Por último, está el relato de cómo llegaron los negativos a México, quién los ocultó, quién los envió y cómo fueron descubiertos y desvelados para el resto de la humanidad. Dichos negativos, enterrados entre las pertenencias de un mexicano, carecen de evidencias claras sobre su camino. Mientras esto se va desarrollando, inevitablemente se revisan ciertos pasajes de la historia de México y sus protagonistas, como el caso del general Lázaro Cárdenas, quien en esa época fungía de Presidente de la Nación.

Trisha Ziff, en los 86 minutos de metraje, mantiene la atención del espectador, a través de entrelazar estas tres perspectivas del mismo fenómeno, lo que demuestra la importancia y complejidad del hallazgo. Aunque podría parecer que sólo es un descubrimiento que impacta en la historia de la fotografía y en el archivo de los tres amigos documentalistas, poco a poco se va comprendiendo que estas imágenes están cambiando la realidad.

Los negativos y las fotografías son material de museo y de libros de historia, pero también han salido al mundo para remover aquellos sentimientos guardados por los españoles. Las imágenes, tal vez, lejos de responder dudas, creen más inquietudes y desvelen nuevos ángulos de la realidad que se vivió hace décadas y que fue congelada por estos fotógrafos. Lo único que es innegable es que su descubrimiento ha sido invaluable para los historiadores, lo que confirma una vez más que la fotografía es una herramienta de historia y preservación de la memoria.

La maleta mexicana resulta ser un misterio del que, tal vez, nunca se sepa con certeza nada, más que la innegable realidad de que existe y de que contiene imágenes del siglo XX que marcan un parteaguas en la fotografía documental. El vínculo entre ambos países se reafirma una vez más, al ser México no sólo el segundo hogar de muchos exiliados, sino también el receptáculo de un portafolio de historia y registros.

La película de Ziff es una coproducción didáctica y emotiva, que involucra a España, México y Estados Unidos, que resultan ser los países involucrados en la historia que se relata en la cinta. Países que siempre han tenido más relación de la que se puede recordar.

Esta maleta es una cápsula del tiempo que, por su naturaleza, es sinónimo de viaje, traslado y movimiento, que, irónicamente, contiene un momento de la historia que fue preservado y detenido, y que ahora –nuevamente- le da la vuelta al mundo y se mueve tras varias décadas en el olvido.