Críticas

Drama y música

Un cuarteto de cuerdas

A Late Quartet. Yaron Zilberman. Estados Unidos, 2012.

cuarteto cartel

Dirigida por Yaron Ziberman (Watermarks, 2004), Un cuarteto de cuerdas refiere la historia de La Fuga, un famoso grupo de músicos de cámara que se reúne para celebrar su 25° aniversario,  cuyo estilo y forma de vida cambia cuando el chelista y cabecera del grupo es diagnosticado con el mal de Parkinson y debe retirarse. El evento catalítico no solo fuerza el retiro del cellista, especie de padre del grupo, sino que da lugar a una serie de problemas internos, haciendo surgir las enormes diferencias entre las personalidades de sus integrantes y exponiendo marcadas actitudes. Se trata de un meticuloso análisis de los caracteres personales y del grupo mismo como una unidad.

Sostenida por actuaciones solventes que dan pie a un hilo dramático sentimental, que en ningún momento se siente melodramático, gracias a la pasión por la música que experimenta cada uno de los integrantes y por el rol que ésta juega en sus respectivas vidas; sin embargo, a pesar de lo bien escrito del guión, hay momentos en que algunos diálogos suenan demasiado intelectuales y hasta pretenciosos.

cuarteto 07La laberíntica historia y los conflictos entre los veteranos miembros del grupo dan lugar a cuestiones relacionadas con la lealtad, los celos, el sexo y la ambición. Cada una de las interpretaciones es impecable, pero cabe destacar la de Christopher Walken, quien personifica a un hombre que no sólo enfrenta a la muerte, sino que se ve obligado a declinar, muy a su pesar, la pasión de su vida: la música. Phillip Seymour Hoffman, como el segundo violinista del cuarteto, no sólo está cansado de tener esa posición dentro de la unidad musical, sino también de tener la segunda posición en su matrimonio con la violinista del grupo, por lo que matiza su personaje con una incesante angustia proveniente de su desencanto y frustración, al no poder alcanzar su sueño de ser primer violinista; después de veinticinco años, el ego del personaje demanda lo que considera una justa oportunidad. El personaje de Juliette (Catherine Keneer), quien ejecuta la viola, vive en una zona de confort dentro del grupo, pero su excesiva dedicación al trabajo ha trastocado su relación con su marido y genera un conflicto con su hija, quien la culpa de no haber sido una buena madre. Keener trabaja un muy buen calibrado registro en su representación de una mujer brutalmente honesta, que por momentos da la impresión de ser intencionalmente malvada; y finalmente, Mark Ivanir, quien interpreta al primer violín del grupo, como la estrella arrogante del cuarteto, un macho alfa, líder frío y distante con una alta dosis de sensibilidad y objetividad. En medio de todo este caos de sentimientos y actitudes, hay largos diálogos acerca de Beethoven y su música, en este sentido el trabajo de Yaron Zilberman está muy bien resuelto, pues por momentos lleva a cuestionar quién es el verdadero protagonista del film, si los músicos virtuosos o el Cuarteto de Cuerdas No. 14 en do sostenido menor, Opus 131, de Beethoven, que se levanta como uno de los aspectos más sublimes de la película, con sus melancólicos y dolientes acordes, enmarcando majestuosamente el drama que refiere este film intimista.

cuarteto 05La puesta en escena alude a situaciones propias de la condición humana, en primer lugar el retiro y el enfrentamiento, no sólo a la vejez sino a lo que esta conlleva: la enfermedad y el deterioro físico; por otro lado, el fracaso de una relación matrimonial aparentemente estable y madura que tiene que enfrentar un asunto de infidelidad, además del desplazamiento personal, y la dificultad de aceptar las relaciones sexuales que mantiene la hija de la pareja con la estrella del grupo. Mientras la música clásica nos conduce a un universo sublime y separado de la realidad, aquellos quienes la interpretan se humanizan y nos presentan problemas propios de cualquier ser humano.

cuarteto 03El score musical está a cargo de Angelo Badalamenti, quien compone la música incidental, que se mezcla perfectamente con los acordes de Beethoven, interpretados magistralmente por el cuarteto Brentano.  El guión co-escrito por el director y su asistente Seth Grossman descansa en dos puntales, por un lado los avatares del mundo real, que dan a la historia la tensión necesaria, y por otro, lo sublime del mundo de la música como contrapunto.

MOVIES-LATE-QUARTETEl drama construye una línea para retratar la necesidad humana de adherirse a lo que es realmente importante y eso es lo que cuenta realmente. El dinámico cuarteto de cuerdas persigue el objeto de crear música, pero constituye simultáneamente una ventana hacia las relaciones humanas, los egos y las ambiciones de sus miembros. Un drama en donde el tiempo y su cronometraje juegan un rol fundamental. El director usa la música como telón de fondo y como catalizador, dando como resultado una intensa experiencia. Zilberman ha construido cuidadosamente el desenlace con notas de drama y tensión, en donde la única opción viable es la música que tiene prioridad sobre cualquier otra cosa.

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Ficha técnica:

Un cuarteto de cuerdas (A Late Quartet),  Estados Unidos, 2012.

Dirección: Yaron Zilberman
Guion: Yaron Zilberman y Seth Grossman
Música: Angelo Badalamenti
Reparto: Philip Seymor Hoffman, Christopher Walken, Catherine Keener, Mark Ivanir, Imogen Poots.

5 respuestas a «Un cuarteto de cuerdas»

  1. Acabo de ver la película en París (no sé cuándo la estrenan en España porque ya no vivo allí)

    He gozado de la experiencia de una buena cinta, increíblemente interpretada (atención a Walken y Seymour Hoffman) y que debe verse, como siempre, en versión original.

    Los dioses bajan del olimpo y nos muestran su condición humana, distorsionada por su don y su pasión por la música.

    Una cinta que se estudiará como análisis psicológico de las relaciones de grupo; pero yo me quedo con el sentido homenaje a la música como razón de vida.

  2. De cómo la simple pero honesta noción del arte torna sublime al ser humanohasta elevarlo al as cimas más altas de la razón metafísica de ser. Qué belleza de película. Ser testigo de obras de esta cabal belleza renueva nuestra fe en la recuperación de nuestra condición humana.

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