Críticas
La madre tierra monstruosa
Mamá
Mama. Andrés Muschietti. España, Canadá, 2013.
Las películas de terror van navegando por los distintos inframundos de la mente humana explotando los diversos miedos que la atormentan. El espectador va a la expectativa, dispuesto a que lo sorprendan con giros inesperados, con sensaciones emocionales situadas en el borde de las percepciones normales. Está dispuesto a renunciar a la lógica, al sentido de las proporciones, al equilibrio, con tal de experimentar situaciones indescriptibles. El espectador sabe que está protegido, que se trata de fantasías, convertidas en escenas creíbles a través de la magia del cine. Sin embargo las siente reales, vividas, cercanas, absolutamente viscerales. El cineasta creador de escenas, diálogos e imágenes, las va dosificando, permitiendo que haya momentos de tranquilidad. El espectador sabe que son apenas pausas para adentrarse más en los reinos de la sorpresa y de la tensión y aguarda expectante, en sintonía con lo inesperado que se acerca.
Mamá obedece bien a este libreto. Ha sido basada en un cortometraje de terror de apenas tres minutos, dirigido por los argentinos afincados en Barcelona, Bárbara y Andy Muschiette. Con él participaron en el concurso de cortos del programa de SGAE en 2010 y lo vieron convertido en un gran éxito, que eventualmente se volvió película taquillera. Al ver el cortometraje, se puede apreciar una conexión entre ambas obras, siendo sorprendente que en solo tres minutos se pueda establecer la base para una compleja cinta de horror.
Tanto el corto como el corto como el largometraje convocan una idea bien extraña, la de una mamá asociada con el terror. Más bien relacionamos a las madres con la ternura, la nutrición y la vida. Esa imagen maternal se extiende a la tierra, llamada Pacha Mama por los indígenas de Suramérica, o Gea, Rea, Hera y Deméter, las madres de los diversos aspectos del todo para los griegos, mientras que los sumerios la observaban incluso con tintes poéticos y eróticos, en cabeza de la diosa madre Ninhursag. No se la acostumbra a asociar con los infiernos o con la locura, seguramente por el respeto y por los sentimientos de acogida y protección que inspira. Entonces, lo que hace la película es crear la imagen de la madre loca desquiciada, a la vez asesina, vengativa y amorosa. Combinando los eventos y las cosas en un guion imposible pero creativo, de ella se enamoran dos niñas abandonadas a su suerte en una casa de campo, terrorífica y fría. Esta madre se mueve por los suelos y por las paredes como pez en el agua, anunciada por mariposas oscuras y oscilaciones en las luces y en los aparatos eléctricos.
Hay que destilar un poco el terror y los innegables recursos de que se sirve la película para estimular a los espectadores, con el fin de adivinar algún tipo de mensaje que trascienda los flujos de adrenalina. Se me ocurre que acá se está presentando una metáfora para entender el estrés al cual se ven sometidos grandes y chicos cuando se llega a perder la referencia materna por razones diversas. En el filme son evidentes la locura, el abandono, la violencia, las crisis matrimoniales y económicas, y el ansia de poder, como mecanismos que eventualmente van a conducir a que se pierda la imagen y la presencia maternas, quedando reemplazadas por algún tipo de monstruosa y deforme concepción. Ante estos traumas se presenta eventualmente una dualidad, representada en la cinta por las actitudes de las dos niñas abandonadas. Una de ellas, la más pequeña, queda afectada irremediablemente por la tragedia, mientras que la otra, traumatizada a una edad menos temprana, no pierde su capacidad de racionalizar y profundizar en el sentido real de las relaciones humanas, por lo que pareciera escapar al abismo.
Hay otras locuras y traumas vislumbrados en la cinta. Uno de ellos es el de un sistema social algo desquiciado que guarda recuerdos muertos de épocas ya idas, simplemente por cumplir normativas y por seguir costumbres que no se cuestionan. La momia de un niño muerto, debidamente catalogada y almacenada en una caja de un burocrático depósito, simboliza la continuidad de los fantasmas del pasado que viven de recuerdos inútiles, consumiendo a los vivos que se acercan. En cambio, es grande la incapacidad del sistema para enfrentar las tragedias del presente, las cuales nos se catalogan ni se resuelven en forma tan organizada y eficiente.
Otro asunto es el del científico estudioso, a modo de Doctor Fausto, que juega con fuerzas malignas que lo van a consumir, dado que mantiene en secreto sus indagaciones y sus agendas ocultas. Uno más, el de la innegable destrucción que traen los pleitos entre los seres humanos, cuando no se resuelven mediante el diálogo y la empatía. Quedan las personas atrapadas y deformadas por ellos, muriendo en vida los unos para los otros.
Destilando más, la cinta nos muestra una historia bella y equilibradora, la de la cantante roquera Annabel (Jessica Chastain), que debe enfrentarse con su compañero, Lucas (Nikolaj Coster-Waldau), a la atención de las dos niñas, desarrollando poco a poco un instinto maternal y una ternura que trasciende los horrores y las locuras. Esta es una metáfora sobre las posibilidades del amor y de la atención para resolver situaciones imposibles.
Dejando de lado estos intentos de análisis, el espectador ciertamente pasa por la película con una correcta dosis de miedo y de humor que la hace entretenida, aunque no memorable, dado que se echan a faltar más historia y más drama, más unión de los cabos sueltos y más elaboración de ciertos símbolos, como por ejemplo, el de las mariposas negras, el de los dibujos de las niñas en las paredes y el de las pilas de semillas de cereza acumuladas en sus años de abandono. No se alcanza a vislumbrar tampoco lo que significa, realmente, asignar a lo maternal la idea de una madre-tierra monstruosa. Dado el éxito ante el público, quizás habrá alguna secuela que resuelva estos y otros interrogantes.
Tráiler:
Vale la pena ver el cortometraje Mamá que dio origen a esta pelicula
Ficha técnica:
Mamá (Mama), España, Canadá, 2013.Dirección: Andrés Muschietti
Guion: Neil Cross, Andrés Muschietti, Bárbara Muschietti (Basada en Mamá de Andrés Muschietti)
Producción: J. Miles Dale, Bárbara Muschietti
Fotografía: Antonio Riestra
Música: Fernando Velázquez
Reparto: Jessica Chastain, Nikolaj Coster-Waldau, Megan Charpentier, Isabelle Nélisse, Daniel Kash
Este film trata metafóricamente de un espectro, un fantasma e ilusión que cambia de forma aferrada a sus hijos y que esa ilusión alimenta un vínculo con las niñas desaparecidas y que a su vez cuido de ellas, es buena la idea de llevar al cine un contexto que tiene identidad con la tradición oral de los pueblos , una connotación de la oralidad hispana.
Esta película relata la historia de unas niñas, que tras que el padre asesina a su mamá y huyen al bosque se refugian en una cabaña, pero el padre de las niñas desaparece al ser absorbido por un espíritu maligno que se supone es una mujer, solo es una figura, y después de cinco años, el mismo día en que su madre fue asesinada, las pequeñas Victoria y Lilly parecieron en el bosque en una cabaña, el hermano gemelo del padre lucha por quedar con la custodia de las niñas, ya que las había buscado incansablemente por su tío Lucas (Nikolai Coster-Waldau) y su novia Annabel (Jessica Chastain), son encontradas unos años más tarde. Comienzan entonces una nueva vida de la mano de Annabel, despertando con el tiempo un instinto maternal en ella. En verdad me cautivo esta película, me gusta es muy parecida a las leyenda y mito de la tradición oral hispana, aunque es un film Canadiense, es casi un espejo reflejo o algo parecido a la «llorona».