Libros:
Teatro capturado por la cámara
Título: Teatro capturado por la cámara
Autor/es: Juan de Mata Moncho Aguirre
Editorial: IAC Juan Gil-Albert.
Año: 2012
Teatro capturado por la cámara. Obras teatrales españolas en el cine (1898‑2009), la última monografía del profesor de la Universidad de Alicante Juan de Mata Moncho Aguirre, es, en realidad, el trabajo de toda una vida dedicada al estudio de las relaciones existentes entre la literatura y el cine. Aunque, por cuestiones metodológicas, este volumen solo se centra en las trasposiciones que el cine ha llevado a cabo a partir de obras teatrales y dramaturgos españoles, el campo de estudio de Moncho Aguirre es mucho más amplio.
Las relaciones entre el teatro y el cine siempre han sido tan estrechas como peligrosas, debido, posiblemente, a los numerosos elementos que comparten ambas artes, empezando por la actuación y la puesta en escena. De hecho, hasta que el cine pudo asumir un lenguaje propio, el teatro fue fuente inagotable de recursos para esta nueva disciplina. Teatro capturado por la cámara pretende ofrecer un panorama de “las múltiples versiones que han generado las obras teatrales españolas y, en especial, los tipos de versiones que puede admitir una misma obra según su localización geográfica”. Tamaña empresa no se podía asumir si no se partía de un plan previo. Así, el volumen se divide en dos partes bien diferenciadas: la primera, que abarca las cien primeras páginas del libro, consta de dos capítulos, “Un siglo de adaptaciones” y “El teatro español en el cine: tipos de adaptación”; la segunda parte, más extensa, de más de trescientas páginas, incluye tres capítulos (desde la literatura latina hasta el siglo XIX, siglo XX y siglo XXI) y las conclusiones. Rematan el volumen dos índices imprescindibles, uno de autores y obras y otro de películas.
Si en la segunda parte de Teatro capturado por la cámara encontramos sobre todo un inventario de autores, obras y películas –entre 1898 y 2009, se adaptan más de trescientos autores en 761 películas, la mayoría de ellas producidas en España (542), pero con un importante número en México (115) y Argentina (49)–, en la primera, Moncho Aguirre traza una verdadera historia de las relaciones entre el teatro español y el cine. Entre los directores de cine españoles, hay algunos que han recurrido en numerosas ocasiones a textos teatrales; es el caso de Rafael Gil, Luis Lucia, Pedro Lazaga, Juan de Orduña, Ignacio F. Iquino, José María Forqué, Luis Marquina o José Luis Sáenz de Heredia. Se da el curioso caso, además, de que algunos directores son también, al mismo tiempo, dramaturgos, como ocurre con Fernando Fernán Gómez y Edgar Neville. Este último, además, entra en el club de autores teatrales que llevan al cine sus propias obras, en su caso El baile (1959). Ocurrió también con Jardiel Poncela, Martínez Sierra (aunque ya se ha descubierto que la verdadera autora de las obras que él firmaba era de su esposa, María de la O Lejárraga), Tono, Mihura, Paso, López Aranda, Arrabal, Benet i Jornet y Javier Maqua.
Sin duda, una de las grandes aportaciones de Teatro capturado por la cámara es la tipología de las adaptaciones del teatro español en el cine, ya que el autor distingue entre adaptaciones íntegras (subdivididas, a su vez, en ilustrativas, creativas, metateatrales y representaciones adaptadas), simplificadas (reducidas o adaptaciones filmadas), libres (recreaciones o reinterpretaciones, fusiones, traslaciones, subversiones y deformaciones) y desconocidas, esto es, aquellas que no se han podido incluir en uno u otro grupo por carecer de datos suficientes (muchas adaptaciones son de la época silente y apenas se conserva el título y el año).
En definitiva, el lector encontrará en las páginas de este libro un doble interés: en su primera parte, se trata de un volumen de lectura amena y documentada; en su segunda parte, se convierte en un imprescindible material de consulta, que va desde Séneca, el más antiguo de los autores citados, hasta Joel Joan y Albert Espinosa, los más jóvenes de los dramaturgos convocados. Y es que, no en vano, el teatro ha escrito algunas de las páginas más brillantes de la historia del cine español.