Reseñas de festivales
La nuit d'en face
Dentro de una de las secciones que reúne a los cineastas más importantes y destacados, como es Panorama, se presentó el film póstumo de uno de los grandes maestros del cine chileno, Raúl Ruiz (1941-2011). Autor de obras maravillosas como Tres tristes tigres (1968), La vocación suspendida (1977), El territorio (1981), El tiempo recobrado (1998) y Misterios de Lisboa (2010), entre tantas.
La historia narra la vida de una persona mayor, don Celso, que está obsesionado con la idea de la muerte, más precisamente, con que la muerte venga a sorprenderlo porque alguien lo matará. Esta idea que lo agobia atravesará todo el film, será su sentido mismo. Será por eso, que se permite elaborar un diálogo interior no sólo en su etapa adulta, sino con él siendo joven y niño. Tres etapas bien definidas en su vida donde realiza un balance personal de What are you waiting for? Play free Casino games now!Your Information is Private. corte autobiográfico. En ese viaje en forma de flashback y con suaves travellings traduce sus recuerdos. Tal vez, el director sepa que se está despidiendo, y eso no deja de imprimirle cierta tristeza latente.
En La Nuit d’en face, Ruiz hace un recorrido nostálgico por aquellas cosas que lo han definido como persona: el cine, la música clásica, los libros, los relatos, la filosofía, los amigos, su familia. La película es una suerte de testamento, donde el tiempo del relato se mezcla constantemente. Presente, pasado y futuro se entrelazan bajo una misma idea: “falta poco para que la muerte me sorprenda”, dice una y otra vez don Celso.
Ruiz, bien metafórico y vanguardista, utiliza distintos recursos como síntesis conceptual y a la vez simbólica: un reloj despertador que suena en cualquier sitio y tiene vida propia; la personificación de un pirata, héroe de su infancia, con quien dialoga; el arma de fuego como su verdugo, y así sucesivamente. El film se impregna de una atmósfera donde se conjuga la fantasía, lo onírico y el metalenguaje. Porque su cine es de una lectura profunda y transversal. A esta altura de su carrera, Ruiz se ha permitido jugar, y lo hace con toda maestría, más allá de cierta teatralidad en su puesta en escena o de la extensión reiterada de ciertos diálogos que densan el clima y ralentizan su ritmo.
La Nuit d’en face, aquella que sin duda lo esperó… tiene un buen giro hacia el final y es más que lograda la escena en la que don Celso con sus dos “yo”, se meten dentro del tambor de su arma asesina y se ríen de la muerte.
Mis respetos, al gran Ruiz.