Reseñas de festivales
Playback
Un suizo y un ruso son los autores de este documental que registra los pormenores de un plató de filmación en Rusia. Al frente de un ejército de actores, utileros, escenógrafos y extras está Yurkevich Aleksei German, el último de una generación de directores que han pasado por los severos filtros de la Unión Soviética. Autor de cinco films, tres de ellos censurados por la Perestroika, las películas de German son extensas y han sido calificadas de bodrios o de maravillosas experiencias. Han estado en la mesa de debate de los jurados de prestigiosos festivales y han pasado de largo para la mayoría de las salas de exhibición.
Antoine Cattin y Pawel Kostomarov llaman la atención sobre este autor desconocido en gran parte del mundo, al realizar un playback de La historia de la masacre de Arkanar, basada en Qué difícil es ser Dios, la novela de Arkady y Boris Strugatsky, a través de la cual German pretende presentar una alegoría de la Rusia de Stalin e, indirectamente, de la de Putin.
La historia, ubicada en la Edad Media y en un lejano planeta, tiene como protagonista a Don Rumata (Leonid Yarmolnik), un terrícola defensor de la libertad, que ha ido junto a otros hombres a hacerse pasar como simples habitantes del lugar. Don Rumata no está conforme con el trato que se le da a la población, pero tiene prohibido pretender cambiar las condiciones de vida del planeta. Un planeta donde reina el caos, un poder omnímodo y algunos rebeldes que desean subvertir el orden establecido.
Ese planeta no puede sino ser la paráfrasis del set de filmación, donde German impone su voluntad sobre una multitud de extras, técnicos y actores. German recibe a la producción suiza que viene a inmiscuirse en su pequeño reino, tratando de establecer las fuertes dicotomías que se dan entre ambos países que se encuentran en las antípodas, geográfica y culturalmente (montaña/estepa, país pequeño/país inmenso, silencio/ruido, mecanismo relojero/caos total). Lo acompaña su esposa, guionista y colaboradora, que suele confundir los límites del liderazgo en el set.
Cattin y Kostomarov van registrando el trabajo de los distintos especialistas. El actor principal califica al director de tirano, aunque su prestigio le doblega la voluntad de abandonar la filmación. El utilero habla sobre su labor, la de modelar formas, la de buscar técnicamente lo que al director se le ocurre artísticamente. Luego entrevistarán al director de fotografía, con quien German logra un gran entendimiento. Durante la filmación asistiremos también a su funeral, uno de los momentos en que baja el ritmo caótico de la producción para presenciar el duelo de este equipo ante la baja de sus hombres más valiosos.
En el set ambientado como el planeta extraño deambulan soldados, curas y bailarines de ballet, la niebla confunde las formas, hay crisis de autoridad y se discuten líneas del guion. Todo llama la atención de la cámara suiza que intenta plasmar el caos para transmitirlo al espectador. Cierra con una sentencia de película inconclusa a pesar de llevar casi siete años de producción. Diletante y caótica, la realidad se impone. Una vez terminado el documental que registra los pormenores de la filmación, nos enteramos que German ha muerto este año y que su hijo finalizará la producción con el material existente.
Quizá no sea de los mejores documentales del cine dentro del cine que hayamos visto, pero es una visita al plató de un director exigente que debe lidiar con el humor y con la capacidad de cada uno de sus dirigidos. El cine siempre se disfruta y en este caso, tuvimos la sensación de formar parte de esa loca idea de estar en otro planeta, ambientado en un tiempo futuro, aunque ese tiempo sea la Edad Media.