Críticas
Inocencia perdida
Stoker
Otros títulos: Lazos perversos.
Park Chan-wook. Reino Unido, 2013.
La cámara sobre el asfalto, una mujer atraviesa la ruta y se detiene a la vera del camino. Dice estar vestida con la blusa de su madre, el cinturón de su padre y los zapatos que le ha regalado su tío. La falda negra flota al viento mostrando unas piernas bien plantadas, mientras en off escuchamos decir que cuando se entiende que las cosas no son como parecen (la cámara panea a unas, más adelante, significativas flores blancas con pintitas rojas) se es libre, y que cuando se es libre, se ha crecido.
La misma escena cerrará el film y al hacerlo, cobrará un nuevo sentido. Así que Stoker se desarrolla a través de un largo flashback que comienza cuando India cumple dieciocho años. Ese mismo día su padre muere en un accidente y conoce a su tío Charlie, quien vendrá a mover aún más las estructuras de una familia inestable. Park Chan-wook resuelve la narración limpiamente, con suma belleza y elegancia. Una torta de cumpleaños con sus velas encendidas es ahogada por una campana de vidrio, mientras en la banda sonora se oye repicar el teléfono. Acto seguido: el funeral y la presencia del extraño de sonrisa enigmática.
Es cierto que en el filme hay trazos del cine de Alfred Hitchcock, también que existe la obsesiva idea de la venganza típica de Park Chan-wook. Stoker nos regala un poco más de una hora y media en que la atención no se distrae, no sólo siguiendo los pormenores de la trama, que son finamente escamoteados apelando a la participación activa del espectador, sino por la belleza de su composición y por la permanencia de un estilo que camina al borde de una oscuridad atemorizante.
En esta primera película del director coreano en Occidente, podemos decir que hay una suave estilización de su estilo habitual, quizá debido a la influencia de dos de sus colaboradores: Chung-hoon Chung en la fotografía y el músico predilecto de Peter Greenaway, Philip Glass. Escenas como la de India acostada en la cama, tomada en plano cenital y rodeada de dieciséis cajas de zapatos idénticos pero de diferente tamaño, ordenados de mayor a menor, para mostrarnos una continuidad en su crecimiento y la obsesión de un familiar que insiste en regalar cada año el mismo tipo de presente, dice más que mil palabras. Como esta, cada escena es polisémica. El juego al que se nos invita es al de descubrir cuántas pistas hay escondidas en los diálogos, en la escenografía, en la atmósfera del lugar, en los hechos y hasta en las miradas. Todo cobra significado.
El descubrimiento de la historia pasada de su padre y de su tío, a través del cofre que abre y de donde caen fotografías y recortes en clave para dejar un mensaje, que no sólo es para ella, sino también para nosotros, espectadores, está resuelto de manera sobrecogedora.
Stoker está lleno de sugerentes repeticiones que van cobrando nuevos sentidos en su evolución iterativa. En esa construcción casi circular, como el vuelo del buitre, alrededor de su presa, Park Chan-wook va enredándonos en una historia que va cambiando de colores, como si fuera un camaleón. Lo que era una apariencia se va transformando en certeza y de ésta, se pasa a una nueva lectura de la historia que va encadenándose hasta el literal desbarranque final.
Una bellísima y oscura metáfora sobre lo que significa perder la inocencia, cuando el amor trae sentimientos tan encontrados como el placer y el dolor, cuando los padres dejan de ser los modelos y guías de nuestros actos, cuando nos atrevemos a cruzar el ámbito conocido del hogar para asomarnos a un abismo donde los lobos acechan.
Tráiler
Ficha técnica:
Stoker / Lazos perversos , Reino Unido, 2013.Dirección: Park Chan-wook
Guion: Wentworth Miller
Fotografía: Chung-hoon Chung
Música: Philip Glass
Reparto: Mia Wasikowska, Matthew Goode, Nicole Kidman, Jacki Weaver, Dermot Mulroney, Lucas Till, Ralph Brown, Alden Ehrenreich, Phyllis Somerville, Wendy Keeling, Lauren E. Roman, Tyler von Tagen
Acostumbrado a la oscuridad de los filmes de Park Chan-Wook me agradó la nitidez que consigue sacar en Stoker. Si bien el guión no es una maravilla, los detalles gráficos sí lo son.
Viendo la imagen de India peinando a su madre he recordado la preciosa transición que en su momento me dejó pegado a la butaca por su belleza. Ya me advirtió el chico de las entradas que me iba a fascinar la película y así fue.