Críticas
El suspenso de tomar una píldora
Efectos colaterales
Side Effects. Steven Soderbergh. EUA, 2013.
Hay algo que se agradece en las películas, y es cuando sorprenden; la sorpresa entendida como un factor que aleja a la cinta de la predicción y la obviedad. Puede ser estética, narrativa o explosiva, o como sea que la desee el director. En ocasiones, este elemento desconcertante no siempre es tan inesperado. Tal es el caso del suspense, cuyo mejor exponente ha sido Alfred Hitchcock, quien no escatimaba en dejar claro, desde la primera escena, que algo pasaría, pero nunca soltaba la información de golpe, sino que sutilmente la iba entregando al espectador.
Steven Soderbergh, que ha hecho películas de múltiples géneros, en esta ocasión (y antes de retirarse, al menos por un tiempo, del cine) decide volcarse sobre una cinta de suspenso en donde la historia va cobrando sentido y se desgrana paulatinamente durante todo el metraje. Parece que nada está fuera de lugar y desde el principio existe esa sensación de conocer un hecho y no entender qué sucede o qué ha pasado, y mucho menos de qué sucederá.
La historia trata sobre Emily Taylor, una joven mujer con graves problemas depresivos, que espera ansiosamente a que su marido, Martin (Channing Tatum), salga de prisión. Sin embargo, la alegría esperada desde el principio se ve minada tras una serie de acontecimientos, resultado del desequilibrio que Emily carga.
Recurre entonces a la revisión de un especialista inglés llamado Jonathan Banks, quien es un exitoso psiquiatra, que por alguna cuestión empática y por su propia ética profesional, atiende a Taylor a pesar de encontrar complejo su caso. Ambos intentarán, con múltiples medicamentos, disminuir su problema mental, hasta llegar al uso de una nueva píldora (Ablixia) que, al parecer, será la responsable de estabilización de la protagonista.
Contar el resto de la película sería destruir el trabajo de Soderbergh, que ha tejido meticulosamente cada detalle para sorprender a la audiencia, así que baste con expresar algunos de los temas que se tocan durante la cinta y que el director ha logrado transmitir con mano sutil y con una cinematografía útil pero expresiva.
Los efectos secundarios deben ser declarados por los medicamentos para notificar al consumidor de posibles consecuencias de la ingesta de estos. De la misma manera, cada acción que se realiza, conlleva una reacción pero también genera efectos colaterales de los que no siempre se tiene la conciencia suficiente. Este es uno de los temas principales de la película, las consecuencias de nuestros actos a veces afectan a un espectro mayor del que imaginamos originalmente. En ocasiones se escapa de las manos de todos el poder controlar la situaciones o asumir las consecuencias.
Junto a este tema, está la evidente llamada de atención al consumo de ciertas sustancias y la forma en la que se trata –políticamente- este asunto que, al final, se lleva la vida de muchas personas en el camino. Los seres humanos estamos expuestos a enfermedades, pero también a las curas que fácilmente pueden arrancarnos la vida. Soderbergh ya ha tocado este tema, por ejemplo en Erin Brockovich (2000), en donde una comunidad padece del poder de una industria.
Efectos colaterales empieza como una historia sobre la enfermedad mental y el amor de una pareja, y repentinamente cambiará a ser una compleja revisión de la industria farmacéutica y una serie de momentos que reflejan venganza, placer y complicadas estrategias para lograr un objetivo específico.
Independientemente de la historia en sí misma, es la forma la que da mucho de sí con respecto a la propuesta del director, puesto que éste se ha esforzado por dejar evidencia en cada encuadre y en cada objeto utilizado para la resolución de la cinta. No vale la pena omitir detalles, ni escatimar en pensar y repensar cada momento de la cinta. Eso lo va descubriendo el espectador junto a Banks que parece imparable en su empresa de llegar al fondo de las cosas.
Una serie de planos a distancia, que permiten mantener espacio entre la trama y quien visiona, deja ver sutilmente esa misma distancia que debe existir en el involucramiento de los acontecimientos para persuadir al espectador a mirar todo objetivamente y desde un plano global. Aunado a esto, primeros planos y ángulos en contrapicado –para Taylor- demarcan su persona aturdida e inestable. Flashbacks y pequeños repasos de acontecimientos se van suscitando, y la historia nunca deja de darnos vueltas en la cabeza, tratando de armar el rompecabezas.
Por supuesto, Soderbergh ha elegido a un reparto conocido (más que en su anterior Magic Mike, 2012) y potente. Comenzando por Rooney Mara, que ha dejado un poco de lado su papel de la chica del tatuaje -fuerte y sórdido- para dar paso a una mujer desequilibrada y enferma, pero llena de contrastes. Law, a su vez, formal y serio, en esta ocasión también se aventura en convertirse casi en un detective imparable. Zeta-Jones es indispensable para la resolución de la cinta, pero su papel no es sustancial ni ha resultado en una interpretación trascendental.
Soderbergh ha declarado recientemente que se retira por un tiempo de la pantalla grande después de su prolífica carrera, de continua producción, para explorar otros medios como la televisión, como recientemente lo ha hecho con Behind the Candelabra (2013) que versa sobre la un episodio de Liberace y que se ha producido para HBO; así, Efectos colaterales se convierte por lo pronto, posiblemente en su última película, que aunque no tuvo tanto éxito, sí deja claro que es capaz de contar cualquier historia y de hacerlo con la maestría suficiente para generar efectos colaterales con su cambio de plataforma audiovisual.
Tráiler:
Ficha técnica:
Efectos colaterales (Side Effects), EUA, 2013.Dirección: Steven Soderbergh
Guion: Scott Z. Burns
Producción: Scott Z. Burns, Lorenzo Di Bonaventura, Gregory Jacobs
Fotografía: Steven Soderbergh (Peter Andrews)
Música: Thomas Newman
Reparto: Rooney Mara, Jude Law, Catherine Zeta-Jones, Channing Tatum