Cirque du Soleil. Mundos lejanos

Creo que, a estas alturas, nadie pone en duda que la compañía canadiense Cirque Du Soleil ha elevado el espectáculo del circo hasta cotas insospechadas, de manera que, quien acude por primera vez a alguno de sus montajes, ya sea en el Grand Chapiteau o en cualquier otro espacio, presencia algo que no va a olvidar. Aunque los artistas del Circo del Sol recuperan muchos números del circo tradicional (acróbatas, malabaristas, músicos, arlequines, equilibristas, gimnastas, payasos…), los construyen con una música, una escenografía y una poesía que, durante la duración del espectáculo, transporta al espectador a otros mundos.

Esa es precisamente la mínima premisa argumental de Mundos lejanos, la primera aproximación de la compañía canadiense al cine 3D, que no al audiovisual, pues prácticamente todos sus montajes están editados en DVD, lo que ocurre es que, en ese caso, no se trata más que de la filmación y posterior montaje del espectáculo en directo. Mundos lejanos es otra cosa, y para este proyecto la gente del Circo del Sol ha contado con la colaboración de dos nombres imprescindibles, James Cameron, en calidad de productor, y Andrew Adamson, responsable de Shrek (2001), Shrek 2 (2004), Las crónicas de Narnia: el león, la bruja y el armario (2005) y Las crónicas de Narnia: El príncipe Caspian (2008), que ha actuado como guionista, director y también productor.

Mundos lejanos es, como casi todos los espectáculos del Circo del Sol, un homenaje al circo tradicional. En esta ocasión más, si cabe, ya que el personaje de Mia (Erica Linz) acude a un modesto circo ambulante que se llama Marvelous. Antes de entrar en la carpa, contempla las atracciones de feria y las barracas que hay en el recorrido hasta la pista central, donde queda deslumbrada por el trapecista (Igor Zaripov). El Marvelous es un circo modesto, que recuerda al retratado por Jacques Rivette en El último verano, ya que apenas hay gente contemplando el espectáculo. Ahora bien, eso no le importa a Mia, que se enamora del trapecista, quien, en un momento determinado de su número, se precipita hacia el suelo y atraviesa la arena de la pista, adentrándose en otra dimensión, tal como ocurre en títulos tan célebres como Alicia en el País de las Maravillas o El mago de Oz.

Mia sigue al trapecista en su caída y llega a una suerte de Mundo del Circo, y allí se va a encontrar con diferentes criaturas en su búsqueda del héroe. Con este pequeño hilo argumental, Adamson ha trazado un guion en el que se van hilvanando números preexistentes del Circo del Sol, extraídos de diferentes espectáculos. Así, el primer número es acuático, y resulta espectacular la presencia de un barco‑trapecio. En su viaje, Mia se encuentra con un particular guía o cicerone, una versión del Payaso Blanco, que es capaz de surcar las aguas subido a un paraguas invertido (es una de las imágenes más bellas de la película). Al número del agua le sigue un número de fuego. En ese momento, el trapecista es hecho prisionero y conducido a un lugar que parece el Infierno, en un claro homenaje a la Divina Comedia de Dante.  A continuación, se van sucediendo los números (atentos a la lucha vertical) y las coreografías, hasta que Mia ve un triciclo llevado por un niño invisible que la conduce a otro mundo (los distintos mundos están representados por enormes carpas en mitad del desierto), con una estética a caballo entre los superhéroes y el rock and roll.

Aunque en Mundos lejanos la referencia a las obras de L. Frank Baum y Lewis Carroll son evidentes, no deberíamos olvidar el parecido más que razonable con Fantasía (1940) y con El lago de los cisnes, de Tchaikovsky. Mundos lejanos ha sido capaz de llevar a la gran pantalla el universo del Circo del Sol, lo que no es poco. Para ello, Adamson ha mezclado números procedentes de siete espectáculos de Las Vegas: Ó, KÀ, Mystère, Viva Elvis, Believe, Zumanity y The Beatles Love. Nada menos. De momento, y hasta que podamos ir a Las Vegas a verlos en directo, nos conformaremos con el DVD.

Trailer: