Críticas
El final de una trilogía
La espuma de los días
L'écume des jours. Michel Gondry. Francia, 2013.
En el mundo de la cinematografía, mucho es lo que se discute respecto a la relación que existe entre la industria y el arte. Los más puristas presumen, sumidos en un inconsciente colectivo que abraza el escepticismo, que la autoría está muerta, que, como bien describieron Lars Von Trier y Thomas Vinterberg en su manifiesto Dogma hace ya más de una década, movimientos interesados en dicha inquietud como la Nueva Ola (considerada en retrospectiva como el renacimiento del cine después de un período lánguido), fue “una pequeña oleada que murió en la orilla”. En desacuerdo o no, lo cierto es que el concepto de “autor” es escaso en el mercado mainstream, y es aplicado a cineastas que se alejan de los cánones comunes y que se desligan del modelo hegemónico impuesto por el mercado estadounidense; se atribuye a aquellos que procuran no emular (a modo de remake más colorido e hiperactivo) el modo de representación primaria… aunque por supuesto, esta es una irónica exageración.
Tomando en cuenta la escueta descripción previa, Michel Gondry podría considerarse un autor, y La espuma de los días (L’Écume des jours, 2013) es un ejercicio cinematográfico de desmesuradas invenciones estéticas que lo sitúa en su vertiente más existencialista, ostentando un estilo vanguardista y surreal que conecta con parte de su trabajo como director de videoclips, quizás manteniendo aquella esencia tragicómica que desplegaba temáticamente en Bachelorette (1997), de Björk.
Basada en la novela homónima del autor francés Boris Vian y adaptada por el guionista Luc Bossi, es una reimaginación que traslada la trama al presente, contando la historia de Colin (Romain Duris), un hombre “con suficiente dinero para vivir cómodo toda su vida sin trabajar”, que se enamora perdidamente de Chloe (Audrey Tautou). No obstante, la relación se torna oscura y melancólica cuando una enfermedad asola el cuerpo de la joven: el crecimiento de un nenúfar en su pulmón.
Si bien la novela fue escrita en los últimos años de la década de los cuarentas, la versión cinematográfica posee una similitud social inquietante con el contexto original: el resultado de la fábula de Vian es la idealización de un período asolado por los horrores de la guerra, un homenaje al esplendor de la vida en tiempos difíciles, delimitada por la fragilidad humana. La versión de Gondry es concebida desde los mismos cánones, y aprovecha la vertiente más intimista del relato para adentrarse en una tragedia solapada que ilumina la pantalla con colores deslumbrantes que progresivamente van perdiendo lustre, hasta culminar en el más contrastado de los blancos y negros.
La magia, por ponerle algún nombre al poderío visual e imaginativo con el que suele trabajar Gondry, está presente desde el inicio (al igual que sus efectos en Stop Motion), pero entre los esfuerzos del director, es posible que la única que comparta este espíritu de creación romántica devastada por la tragedia sea La ciencia del sueño (La Science des rêves, 2006). No es difícil encontrar constantemente reminiscencias a Stephane y Stephanie, sobre todo al presenciar la ilusión casi celestial en la cual se sumen Colin y Chloe, entregándose por completo al amor más desenfrenado.
Gondry suele interesarse en historias donde los conflictos internos delimiten la trama, y La espuma de los días no es la excepción. Sin embargo, también es cierto que, simbólicamente, es posible que la principal similitud entre este y sus anteriores romances imposibles sea la dificultad de luchar contra una adversidad prácticamente invisible, que se camufla en el aire y se encuentra en todas partes sin importar qué tanto se luche por buscar escondite, tal como le sucedía a Joel y a Clementine en ¡Olvídate de mí! (Eternal Sunshine of the Spotless Mind, 2004), su filme más aclamado.
Parece que la felicidad que Colin y Chloe encuentran en la simpleza de disfrutar los pequeños detalles que les ofrece la vida es demasiado buena para ser cierta. El elemento externo que se encarga de destruir ilusiones y esperanzas es la sociedad, su gente y sus ídolos, que se materializan en forma de nenúfar. De hecho, el inicio del segundo acto está protagonizado por una secuencia que involucra a las masas y a Jean Sol Partre (una clara parodia que el escritor realiza de Jean-Paul Sartre), un filósofo aclamado, representante del más ridículo Star System cultural.
¿Qué está queriendo decir el autor? ¿Critica las constantes inquietudes filosóficas que buscan las personas para sentirse bien? Parece que Gondry desearía mantener la simpleza de las cosas y contar con todos sus excesos una historia de amor, olvidándose del existencialismo purista de la realidad. Esta evasión, esta decisión de eludir la tragedia con comedia, le aporta una tridimensionalidad al conjunto que posiblemente no fue concebida desde el inicio. Es un filme que trabaja con contrastes, tanto de ritmo, como de tono, reflejado a través de un detallista diseño de producción.
La espuma de los días podría considerarse como el final de una trilogía iniciada por ¡Olvídate de mí! y continuada por La ciencia del sueño, donde Gondry explora el significado más básico del amor, condicionado por factores externos de los cuales es difícil escapar. Se presenta una esperanza agridulce, que gracias a un diseño por empatía, intenta crear un sentimiento de arraigo hacia la posibilidad de redimirse, tal como sucedió con Joel y Clementine.
Es cierto que los matices que Gondry aplica a su historia alcanzan el límite de lo obsceno en algunas secuencias, lo que convierte a La espuma de los días en un filme más fácil de admirar que de disfrutar, pero es difícil imaginar a otro director capaz de adaptar la misma trama con tal intensidad y libertad artística. En este caso, se puede afirmar que el autor ha triunfado, y aunque ha abusado de sus propios excesos, presenta una obra cálida y trágica en igualdad de condiciones, destinada en potencia a convertirse en uno de los referentes de su variopinta filmografía.
Trailer:
Ficha técnica:
La espuma de los días (L'écume des jours), Francia, 2013.Dirección: Michel Gondry
Guion: Luc Bossi (Novela: Boris Vian)
Fotografía: Christophe Beaucarne
Música: Étienne Charry
Reparto: Romain Duris, Audrey Tautou, Gad Elmaleh, Omar Sy, Aïssa Maïga, Charlotte Lebon