Críticas
Otro escándalo americano
La gran estafa americana
Otros títulos: Escándalo americano.
American Hustle. David O. Russell. EUA, 2013.
Pareciera que David O. Russell se va convirtiendo paulatinamente en una estrella, un director cotizado y un narrador consagrado, puesto que sus últimas dos películas (una tras otra) han sido éxitos rotundos, tanto en taquilla como en premios y reconocimientos. A unos días de la entrega de los Premios de la Academia, tiene una decena de nominaciones, en una competencia que luce complicada.
En esta ocasión, el director norteamericano se aleja de la historia de amor y locura que construyó con Silver Linings Playbook (2012), en donde sacó lo mejor de Bradley Cooper y de Jennifer Lawrence, logrando un guion fluido y auténtico, lo que le valió su popularidad consiguiente. En aquella creó una película inesperada, en donde la historia corría por sí sola y la forma sencilla permitía una empatía casi instantánea con los personajes.
Ahora con La gran estafa americana Russell se inspira en uno de los muchos escándalos que han ocurrido en los Estados Unidos, en este caso uno surgido por el operativo “Abscam” que fraguó el FBI. Si bien, todo parece sacado de una película de ficción, no sería raro que enredos como los presentados en la película fueran sucesos reales, tal como el caso del insólito operativo de Argo (Ben Affleck, 2012).
La primera virtud del film es justamente su cercanía con el tema de los enredos, las confusiones, las mascaradas y los engaños. Pareciera que en el país de las barras y las estrellas se alimentan del escándalo ajeno. Resulta, incluso, curioso revisar la filmografía reciente y encontrar que varias películas tocan temas similares que en otras culturas no son tan frecuentes. Basta con ver El Lobo de Wall Street (Martin Scorsese, 2013), en donde toda la vida del protagonista está basada en fraudes y mentiras.
Russell se toma su tiempo para plantear desde la mentira más pequeña (como usar un peluquín o fingir un acento) hasta involucrar con engaños a un criminal con el FBI o su hipérbole, en donde los capos de la mafia más desafiantes y peligrosos están siendo víctimas (ellos también) de una farsa. No es fácil generar una serie de complicaciones tan compleja, pero Russell logra una película muy al estilo de la comedia de enredos shakespeareana (que no es comparación).
No obstante su facilidad para complicar la situación y la manera en la que ha resuelto repentinamente todo al final (quizá incluso de forma inverosímil y simplona), llegan momentos en la película, en los que parece que no avanza la historia, se queda ahí a pesar del vertiginoso principio y los momentos álgidos de tensión que va tejiento lentamente (tal vez demasiado lentamente).
Pero esos detalles pueden pasar a un segundo plano ante la distracción de la segunda gran virtud de American Hustle: su casting. Si bien, ya ha quedado claro que lo que sí puede hacer el director es trabajar con los actores y sacar lo mejor de sí, no cabe duda que ha explotado en distintos niveles a su reparto: el repulsivo e incomprendido Irving (Christian Bale), que luce una pesadez tanto física como mental; una elegante Amy Adams que finge terrible e intencionalmente acentos y aparece, al mismo tiempo, como inocente y mortal; Bradley Cooper personifica a un policía ligeramente incompetente, cuyo personaje dista diametralmente del psicótico Pat o del insulso Phil, y por último, volviendo a dejar claro que Jennifer Lawrence tiene la capacidad para desarrollar cualquier personaje, interpreta un secundario pequeño pero fundamental, lleno de rabia, acidez y vulnerabilidad.
Por supuesto, no se puede concebir el trabajo de los actores sin la tercera virtud de la película, y es que su diseño de producción, incluido vestuario y peluquería, son de lo que más ha valido la pena en la cinta. Exaltando la moda baja de los 70, con las pelucas y los peinados exóticos, sin contar los escotes que utiliza Adams, que han dado mucho de qué hablar.
Todo lo anterior, en medio de un color amarillento saturado, que remite no sólo a la época sino también a la perdición, y al acalorado y futil ambiente de mentiras y maniobras malhabidas. Mientras tanto, una cierta elegancia en los planos y en la forma en la que se entrelazan para hacer notar que, pese a todo, hay interés por mantener la “clase” en la pantalla.
David O. Russell ha ido construyendo un estilo que se vuelve cada vez más reconocible. Basa mucho de su trabajo en sus actores y en sus guiones, que gozan de un cierto nivel de complejidad, pero tal vez no explora otras posibilidad cinematográficas que podrían ayudarle a sacar aún más provecho de la narrativa audiovisual. Cuando la historia se cae, acude al artificio para atraer la atención. No puede ser que solo las pelucas y los escotes mantengan cautivo al espectador. Quizá las secuencias de baile y los trabalenguas de Silver Linings Playbook (2012) le fueron suficientes, pero en American Hustle, aún hace falta algo más.
Tráiler:
Ficha técnica:
La gran estafa americana / Escándalo americano (American Hustle), EUA, 2013.Dirección: David O. Russell
Guion: Eric Warren Singer, David O. Russell
Producción: Megan Ellison, Jonathan Gordon, Charles Roven, Richard Suckle
Fotografía: Linus Sandgren
Música: Danny Elfman
Reparto: Christian Bale, Bradley Cooper, Amy Adams, Jennifer Lawrence, Jeremy Renner
2 respuestas a «La gran estafa americana»