Monuments Men

Se sabe que Adolf Hitler era un ferviente aficionado al arte. Un artista frustrado que fue rechazado dos veces de la prestigiosa Escuela de Arte de Viena. Dentro de sus delirios de grandeza, tenía serios proyectos de convertir su ciudad natal de Linz (Austria) en una gran metrópolis que albergara el Fuhrermuseum. Allí se encontrarían las mejores piezas artísticas del mundo: pinturas, esculturas, tapices, etcétera. El número de obras robadas por los nazis alcanzó valores exorbitantes, alrededor de unos cinco millones, y ahí fue cuando entraron en escena los monuments men. Luego de presentar el caso al presidente Franklin Roosevelt, este grupo de directores de museos, artistas, arquitectos, curadores y teóricos del arte formaron una brigada para proteger los monumentos históricos que quedaban, recuperar las piezas arrebatadas y devolverlas a su país de origen.

Lo más probable es que si uno desconoce a los verdaderos monuments men, luego de ver la película de George Clooney, nos queda la idea de que gran parte de lo que vemos es inventado. La historia parece una de las tantas que vemos en el cine, donde los norteamericanos son los únicos con ideales nobles, y su misión es proteger y salvar al mundo. Todo esto adornado de caras conocidas, efectos especiales y una fotografía y vestuario que dejan en evidencia una producción bastante costosa.

El guion estuvo inspirado en el libro de Robert M. Edsel, The Monuments Men: Allied Heroes, Nazi Thieves and the Greatest Treasure Hunt in History. Edsel es un escritor estadounidense fundador y presidente de Monuments Men Foundation for the Preservation of Art, cuyo objetivo es recordar la labor heroica de los hombres y mujeres que salvaron millones de piezas de arte de su destrucción durante la Segunda Guerra Mundial. Al día de hoy, su misión es la de despertar conciencia en la sociedad para proteger los tesoros artísticos de los conflictos armados.

Inspirados en este libro, George Clooney y Grant Heslov (productor y guionista de Los idus de marzo y Buenas noches, y buena suerte. y director de Los hombres que miraban fijamente a las cabras) dieron cuerpo a los monuments men con siete actores de peso demasiado pesado: George Clooney, Matt Damon, Bill Murray, John Goodman, Jean Dujardin, Hugh Bonneville y Bob Balaban. Los nombres de los personajes son distintos de los reales, para dejar abierta la posibilidad de fantasías en la historia que podrían molestar a las familias o a los mismos sobrevivientes de la brigada.

El único rol femenino es el interpretado de forma impecable por Cate Blanchett, una mujer francesa que mantiene de forma secreta un catálogo de todas las obras de arte robadas. Su participación será clave para el éxito de la misión, y este personaje está basado en Rose Valland, una de las mujeres más reconocidas de la historia francesa.

El film termina siendo una búsqueda del tesoro con personajes simpáticos y ocurrentes, que nos arrancan varias risas de una forma bastante inocente. Muchas de las bromas están basadas en la inexperiencia que tienen estos hombres en cuestiones de guerra. Las torpezas de Bob Balaban con su rifle fueron mis favoritas, porque recuerdan a Woody Allen en su  inmortal representación de Boris Grushenko en el campo de batalla.

Pese a que hay caídos, no hay escenas violentas ni impactantes de guerra. Algunos tiroteos se hacen un poco largos, pero son una buena excusa para mostrar que la reconstrucción de época en cuanto a vestuario y escenografía está bien lograda. La música, impecable y acorde al film como todos los trabajos de Alexandre Desplat. Sin embargo, en este caso, no muy original. Una tonada silbada pegadiza que acompaña a los soldados y música de suspenso cuando los héroes están en peligro.

Ninguno de los siete monuments men, quizás con la excepción del principal, interpretado por Clooney, logra brillar demasiado. Si el guion hubiera tenido más riqueza, estos actores tan carismáticos hubieran podido lucirse más. Se hacen unas tímidas y recurrentes referencias sobre si vale la pena perder una vida humana para salvar obras de arte, pero sacando eso, los guionistas no se detuvieron a profundizar en ninguno de los temas interesantes que podrían derivar de este hecho histórico.

Del robo de obras de arte se desprenden ideas sobre la propiedad. La primera razón por la cual Claire Simone (interpretada por Cate Blanchett) se resiste a ayudar a los americanos es porque sospecha que ellos se quedarán con esas piezas de arte. En ese caso, ¿qué diferencia hay en que el arte caiga en manos alemanas o norteamericanas? Al final del film vemos un grupo de niños observando la Madonna de Bruges de Miguel Ángel, dando una idea de que las obras de arte pertenecen a todos los seres humanos, todos tenemos derecho de disfrutarlas sin importar de qué país provenimos.

La conferencia de prensa de The Monuments Men en Berlín, seguida del estreno del film en Europa, fue también una de las más ligeras, relajadas y en tono de broma. Los periodistas, sobre todo las de sexo femenino, estaban más preocupados por llamar la atención del director, que por analizar el film. Ante la pregunta directa a Clooney sobre por qué decidió embarcarse en este proyecto, la respuesta fue directa y totalmente carente de romanticismo. Desde su punto de visa, es muy difícil convencer a Fox que produzca una película sobre arte, pero esta historia daba pie a una película divertida que podía llegar a venderse muy bien. Su movilización no fue el patriotismo, aunque sí el deseo de que se conozca la misión de estos hombres, porque mucha gente desconoce este capítulo en la historia de la Segunda Guerra Mundial.

Por pequeño que sea el papel, siempre se disfruta ver actuar a Bill Murray, a Bob Balaban o a  Matt Damon. La historia de estos hombres y mujeres valientes que se arriesgaron por causas tan nobles es enriquecedora. En cuanto a Monuments Men, es entretenida y agradable, pero definitivamente no forma parte de lo mejor que ha dirigido George Clooney.