Reseñas de festivales
El lugar del hijo
La Facultad de Montevideo está tomada por los alumnos. Mientras discuten en asamblea le avisan a Ariel, uno de los delegados, que su padre falleció. Los compañeros lo ayudan económicamente a viajar hasta Salto, su ciudad natal, donde se hará el velatorio. Ariel tiene problemas motrices y cierta dificultad en el habla. Es único hijo y heredero de una casa y un campo con ganado. Cuando llega, lo reciben los compañeros de militancia de la Universidad de Salto, con quienes entablará amistad.
Para Ariel todo es nuevo y un doble desafío por su dificultad neurológica. Desconocía ciertas actividades de su padre y el manejo de sus negocios. Se le presenta el escribano de su papá, interpretado por el talentoso y recordado Alejandro Urdapilleta, quien lo pone al tanto de la pésima situación financiera que deberá resolver con su ayuda. Ariel decide instalarse en la casa paterna y militar en la Facultad de la zona donde expondrá cierto liderazgo y enfrentará a otros cabecillas. Entre los estudiantes conocerá una chica con quien mantendrá una relación.
El contexto sociopolítico del film se sitúa en la crisis del 2001 que afectó a Uruguay. El reflejo de esa situación se manifiesta en las distintas tomas estudiantiles y en el cierre de algunas fábricas que provocaron huelgas de hambre por parte de los trabajadores. En ese marco, Ariel debe asumir un lugar que hasta ahora no tuvo, un espacio cedido por la ausencia paterna. Un ser al que no vemos nunca, salvo a través de los objetos, de sus huellas, de los restos de su sangre en la cama, de una campera de cuero que usará su hijo y, todo eso, lo volverá más presente.
Hasta allí el ritmo se sostiene. El relato presenta varios núcleos de acciones simultáneos que se manejarán alrededor de la historia principal. Tal vez, hay cierto exceso en el uso del plano fijo y una orientación no muy clara sobre el personaje principal que se carga el film en sus espaldas cuando el rumbo se desorienta.
Nieto habla sobre la dificultad de la lucha por algo y, al mismo tiempo, revela su decadencia. Esa mirada nostálgica, descreída y crítica la aplica sobre todos los aspectos que aborda: la militancia, la huelga obrera, los peones del campo, el trabajo y la discapacidad. Y sobre esto último subraya el esfuerzo que se le suma al personaje al enfrentar un entorno hostil. Sin embargo, Ariel desafía, a su manera y con sus limitaciones, a quienes lo han subestimado. La mirada hacia los posibles cambios parece hallar algo de luz.
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