Reseñas de festivales
20000 Days on Earth
El gran trovador y baladista dark australiano Nick Cave tiene al fin la película que siempre mereció. Más allá de sus habituales escarceos con el cine, ya sea como guionista de los filmes de su compatriota John Hillcoat, con algún cameo musical –como el de Las alas del deseo, de Wim Wenders, o de la composición de alguna banda sonora (es de destacar la de El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford, compuesta en colaboración con Warren Ellis), esta es la primera realización que lo tiene como centro absoluto de atención.
En principio parecía que la película iba a exhibir mayor creatividad para alejarse del habitual formato “un día en la vida de…”, y ciertos elementos presentes al comienzo del relato autorizaban esa impresión, más allá del impecable rigor con el que fue filmada. Pero a poco de comenzada la película se empiezan a percibir algunas decisiones fallidas por parte de los realizadores que demuestran que su confianza en la figura de Nick Cave no llega a ser completa. La constante musicalización, omnipresente incluso en segundo plano sonoro, así como también lo prolongado de aquellas escenas donde el músico, compositor y vocalista conversa con un analista, no le juegan demasiado a favor. Si no estropean la película es porque casi todo lo que Nick Cave tiene para decir resulta interesante, bastante lúcido y alejado de los tópicos del artista atormentado. Las conversaciones imaginarias que el músico sostiene al volante de su auto con ciertos personajes –muy especialmente con su ex pareja, la cantante Kylie Minogue, las charlas con su amigo y colaborador Warren Ellis o el recuerdo de algunas tempranas presentaciones de su banda, los Bad Seeds, logran afinar la puntería. También resultan acertadas las decisiones de no hacer un repaso por la discografía del músico y centrarse solo en el repertorio del último disco, como así también respetar la durabilidad de cada canción cada vez que se lo muestra ensayando, sobre todo teniendo en cuenta la importancia de sus letras y los muy particulares climas del que suelen estar dotadas.
Pero el verdadero vuelo de la película, el punto donde estalla emocional y formalmente, se concentra en ese arrebatado collage-sumario con el que se representa el momento en el que Nick Cave conoció a su actual mujer, un torrente erótico y cinematográfico compuesto de found-footage que evidencia las posibilidades expresivas que podrían haberse explotado. Aun con todos estos reparos, 20.000 Days on Earth es una imprescindible puerta de acceso al universo de este talentoso artista.