Reseñas de festivales
Big Eyes
Big Eyes narra lo que sucede durante dos días en la vida de Benny Forman, un entrenador de baloncesto (interpretado por el mismo Uri Zohar) que suele guiar la vida de sus jugadores, presionar a sus amigos y engañar a su esposa y a sus amantes.
Objeto de culto por parte de las jóvenes generaciones de Israel, Big Eyes es una de las películas de este director que lo convoca a situarse en lo que se ha dado en llamar la Nueva Ola del Cine Israelí. Los devaneos amorosos del protagonista, las historias que debe inventar para no ser descubierto, las situaciones embarazosas que provoca y la lección de vida que recibe son algunos de los puntos que lo acercan a la contemporaneidad de la Nouvelle Vague francesa. Pero también la propuesta estética, en blanco y negro, los primeros planos en las conversaciones y discusiones, las intervenciones a cámara y el bajo presupuesto con que contó para rodarla.
Así como en The Rooster, aquí también están presentes algunas constantes temáticas: una misoginia poderosa que se apoya en las relaciones entre hombres y mujeres, donde los derechos y deberes no están bien repartidos, quizá debido al protagonismo que en Israel tiene el ejército, una institución que recluta a hombres y mujeres, pero con un fuerte contenido dominante y machista.
Big Eyes retrata a una sociedad en crisis de valores, donde el hombre debate su razón existencial. Es un ejemplo del cine de este prolífico realizador, que llevó a la pantalla una serie de preocupaciones de toda una generación, planteada de manera aparentemente banal, pero con una posición crítica encubierta en su sátira.
La filmografía de Zohar transita un catálogo que puede caracterizarse por ser comercial o artístico, sin que por ello deje de ser una sólida. En muchos casos se apoya en la vulgaridad, pero vista desde una representación popular de la sociedad, como es el caso de The Rooster; otras, va más allá, en la representación de los conflictos de sus personajes, más bien como una búsqueda estética de estados anímicos, pero nunca pierde la alegría ni la vitalidad que lo caracterizan, como sucede en Big Eyes.
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