Críticas
El fin del mundo en imágenes
Costa da Morte
Lois Patiño. España, 2013.
Aunque se haya ido del Bafici sin llevarse ni un reconocimiento, el documental Costa da Morte, del director gallego Lois Patiño, ha sido para mí lo mejor que he visto en el Festival.
Inspirado en las leyendas que escuchaba de niño, la mítica costa se convirtió en una obsesión que lo llevó a consolidar éste, su primer largometraje. Antes ha realizado una serie de cortos experimentales que pueden revisarse en su página web. Quien la visite se encontrará con un documentalista que ha desarrollado una obra muy personal. Y Costa da Morte no es una excepción.
Esa región costera gallega, que se extiende sobre el Atlántico, desde Carballo hasta el cabo de Finisterre, es azotada continuamente por fuertes tormentas que provocan cantidad de naufragios contra los acantilados que se observan en su paisaje. Para los romanos era el fin del mundo, para los gallegos es un centro de míticas leyendas que suelen ser transmitidas oralmente de generación en generación.
El documental está filmado totalmente en grandes planos generales. El paisaje es el verdadero personaje. El hombre aparece en una escala pequeñísima, solo o acompañado, lidiando con la inmensidad y el trabajoso oficio de sobrevivir en una tierra donde las dimensiones del entorno lo exhiben minúsculo.
Allí están los leñadores, los pescadores y los mariscadores, seres anónimos que pueblan esa geografía de cuya espectacularidad da cuenta la cámara de Patiño. Esos bosques sumidos en la niebla, donde los leñadores van eliminando uno a uno los árboles; la pétrea roca, donde un pescador parece sostenerse en equilibrio frente al vértigo que ofrece la furiosa rompiente del mar; la playa calma al amanecer, donde los mariscadores con sus linternas parecen estrellas al ras del suelo; el faro, imponente e inútil, frente a la cantidad de naufragios históricos que superan cualquier estadística; el pueblo y el puerto, como refugios de su gente y destino de su trabajo… Grandes palas mecánicas ayudan a trasladar las colosales dimensiones del producto de su labor. Hasta en esos momentos, Patiño logra transmitirnos imágenes sugerentes… como las de la cantera, donde la pala del tractor va levantando las piedras para ubicarlas en un transporte que las lleve al puerto; en un momento, la pala hace rodar la piedra para poder levantarla, y lo hace con tanta delicadeza que parece más una caricia que una función puramente mecánica.
La imagen parece decirlo todo, como alguna vez Patiño sostuvo, intenta «retratar los movimientos sutiles de la naturaleza”. Una naturaleza que encuentra en su aridez, poesía. Sin embargo, la imagen no es prevalente. Esa gente anónima que se desplaza por las playas, por los bosques, por el mar o la ciudad, esos minúsculos seres contenidos por un apoteósico paisaje, tienen su protagonismo en la banda sonora. Si bien la imagen es la que ocupa el cuadro completo de la pantalla, las voces de estos seres han sido registradas en primer plano. Los escuchamos contar las leyendas que oyeron de niños y lo que vivieron hace ochenta años atrás. Narran casos de naufragios donde no hubo ni un sobreviviente, o la vez que pudieron rescatar latas de leche condensada y el pueblo entero, pensando que eran de pintura, pintó sus casas. Los relatos nos llevan a la prehistoria y las tumbas construidas en la piedra, a la época de los romanos que consideraban la zona como el fin del mundo, a los tiempos de la guerra cuando zozobró un barco nazi… Con esas voces en primer plano, Patiño logra ubicar a los pobladores de Costa da Morte como personajes de peso en un paisaje que les pelea protagonismo.
Hay una sensibilidad plástica en la captura de las imágenes, en la composición del paisaje y en los relatos de su gente, un amor por la naturaleza y la cultura que la habita… No todo es contemplación de la forma, también hay un discurso que se va devanando con el mismo ritmo sereno de la llegada del mar a las playas o con la violencia de las rocas contra los acantilados. En los diálogos hay una narración que tiene que ver con los cuentos que escuchábamos de niños, cargados de simbolismo, misterio, suspenso y humor.
Lois Patiño logra envolverte en esa atmósfera mágica y sublime. Por momentos te trae a tierra y muestra el pueblo de la costa, con casas de colores cálidos que se recuestan sobre la montaña, por detrás del puerto. Uno de sus planos muestra cuatro bandas de una especie de bandera, donde vemos la sierra al fondo, la hilera de casas por debajo, el puerto en un segundo plano y la playa al frente. Estamos casi al final del documental, en una especie de síntesis que contiene a los personajes anónimos que hemos ido escuchando y viendo a lo largo del filme. El bosque, el mar, la montaña, la ciudad… todo contenido en este pedazo de fin del mundo que cobra vida de la mano del sensible y talentoso director gallego.
Tráiler:
Ficha técnica:
Costa da Morte , España, 2013.Dirección: Lois Patiño
Guion: Lois Patiño
Fotografía: Lois Patiño
Música: Ann Deveria
2 respuestas a «Costa da Morte»