Críticas
Un policía llamado deseo
Muerte en Buenos Aires
Natalia Meta. Argentina, 2014.
La historia transcurre en Buenos Aires a fines de los años ochenta. Dentro de un lujoso apartamento, vemos el rostro sereno del agente Gómez, alias El Ganso (“Chino” Darín, en su debut cinematográfico). Está sentado al borde de una cama donde yace el cadáver de Jaime Figueroa Alcorta, más conocido como “Copito” (Martín Wullich). El joven se quita la gorra, recorre la habitación, enciende un cigarrillo, pone un disco de vinilo y pronto suena Splendido Splendente. Minutos más tarde llega la brigada de investigaciones encabezada por el inspector Chávez (el mexicano Demián Bichir) junto a su ayudante Dolores (Mónica Antolópulos). Chávez entra con aires de superioridad, es famoso por resolver homicidios. Se muestra disgustado ante la presencia del novato en la escena del crimen y lo echa sin miramientos. El hombre asesinado era un codiciado soltero gay de la alta sociedad porteña que coleccionaba cuadros y se dedicaba a los caballos. Su hermana (Luisa Kuliok) pide discreción en la investigación y el pronto esclarecimiento del hecho al juez Morales (Emilio Disi), quien accede al pedido y, a su vez, presionará al comisario San Filipo (Hugo Arana), encargado del caso. Hasta ahí, la trama avanza y muchos parecen ser los sospechosos.
Muerte en Buenos Aires, ópera prima de Natalia Meta, reproduce la estética estridente de aquellos años postdictadura. Son tiempos de una libertad añorada tras la censura. Hay excesos y lo reprimido emerge hacia la luz. La noche es el marco ideal para dar curso a la movida gay. Luces de neón, hombreras en los sacos, peinados abultados, mucho maquillaje, ropa ajustada y la música de Virus inundándolo todo.
En esa ambientación, la ríspida relación entre el rudo inspector Chávez y el agente Gómez comienza a revertirse cuando el joven policía salva al hijo de Chávez de un posible accidente. A lo largo del relato, el vínculo laboral se mezclará con lo afectivo hasta transformarse en una gran atracción. La situación es tensa y el deseo irá in crescendo. Sobre ese hecho, la directora comenta que se ha inspirado en el film de Ang Lee: “No sabría explicar por qué, pero cuando hace muchos años vi Secreto en la montaña (Brokeback Mountain, 2005) salí convencida de que si esa historia hubiese ocurrido en la Argentina, en vez de vaqueros hubiera sucedido entre policías”.
A la presión afectiva, que sobrepasa al inspector, se suma el pedido del juez para cerrar el caso. Aún hay muchas hipótesis abiertas. Las pistas del posible asesino conducen a la investigación al boliche gay Manila, que solía frecuentar Copito. Allí, el principal sospechoso es su ex amante, el cantante y performer del lugar, Kevin “Carlos” González (el multifacético y destacado Carlos Casella, interpretando todas las canciones del film con arreglos de Daniel Melero). Se necesitará del atractivo del joven Gómez, decidido a todo, para infiltrarse y seducir al sospechoso. “Sin el Chino Darín no hubiera podido hacer esta película, comenta la directora. Necesitaba a alguien con un tipo de seducción capaz de despertar el deseo en otro hombre, que hasta el menos imaginado se pudiera enamorar de él”.
Si bien el tramo inicial de la película responde a las leyes del género policial y logra manejar la intriga sobre el crimen, rápidamente se abre paso a una subtrama sobre el ámbito gay, casi en un culto homoerótico, que lleva a desplazar el foco inicial y repreguntarnos la intencionalidad de la directora.
“Nada es lo que parece”, es el eslogan del film. “¿Fue él? ¿Fue ella?” se lee en los afiches. El aparato publicitario de Muerte en Buenos Aires se desplegó por la ciudad porteña junto al trailer televisivo apelando al enigma de un clásico whodunit (¿quién lo ha hecho?). La información paratextual es de un policial con una fuerte producción de fondo y una efectiva campaña de marketing. Sin embargo, la película va más allá del género, como mencioné anteriormente, pero se diluye en varias subtramas poco convincentes. En esa intencionalidad, el relato peca de ambigüedad y se desorienta.
Si la construcción narrativa es ambivalente, sus personajes también lo son. Cada uno muestra su lado oscuro y ninguno es lo que parece. La intencionalidad de sus actos es poco clara, hacen una cosa pero sienten otra. Transgreden y responden a marcados estereotipos: el comisario corrupto y cocainómano; el juez que “transa” por dinero y beneficia a sus amigos; y el dueño de Manila, Calígula Moyano (Humberto Tortonese) que graba clandestinamente las relaciones sexuales de sus clientes. Se naturaliza el engaño, la mentira y el comercio ilegal como muestra de un retrato social que, tal vez, se desprenda de una época oscura del país.
La dupla de Darín-Bichir no es sexy ni logra la misma química alcanzada por Ledger-Gyllenhaal,los protagonistas de Secreto en la Montaña. El “Chino” hace un buen papel y demuestra su capacidad interpretativa con gran naturalidad. En la composición de ciertas escenas y con el uso de los primeros planos, logra transmitir erotismo y masculinidad. Todo lo contrario sucede con el premiado Demián Bichir, en una forzada interpretación como policía porteño cansado de todo.
Si bien es cierto que, en Muerte en Buenos Aires, nada es lo que parece, tampoco opta por parecerse a algo. Se destaca el énfasis puesto sobre la estética de las imágenes a través de un cuidadoso trabajo de fotografía y una buena dirección de arte para las locaciones y el vestuario. Hay bellas tomas áreas desde grúas y travellings que circulan por las principales avenidas porteñas embelleciendo la ciudad, sus calles, los monumentos. Y en ese detenimiento sobre la imagen, es llamativa la escena de una suelta de caballos que galopan sin destino por Diagonal Sur. Lejos de un guiño surrealista, es un recurso efectista que diluye los indicios de la puesta en escena.
Junto a los créditos finales, se muestran las escenas que no entraron en la filmación, un recurso muy utilizado en films policiales de acción cercanos a la comedia o la parodia. Sin embargo, esta decisión tampoco es clara. Es un recurso que puede jugarle en contra, máxime, cuando aquello que vemos hubiera sido necesario en la película para definir, verdaderamente, cuál de las historias deseaba narrar.
Tráiler:
Ficha técnica:
Muerte en Buenos Aires , Argentina, 2014.Dirección: Natalia Meta
Guion: Natalia Meta
Fotografía: Rodrigo Pulpeiro y Marcelo Lavintman
Música: Daniel Melero
Reparto: Demián Bichir, Chino Darín, Mónica Antonópulos, Carlos Casella, Hugo Arana, Emilio Disi, Luisa Kuliok
Excelente crítica, Marcela. Te felicito
Mala dirección…..buen guión, desperdiciado.
La película en si, es buena, podría ser mejor! Pero es muy ambigua, y sus personajes también! Y hubiera estado bueno que tuviera un final mas claro y preciso!
Me encantó.Podrían hacer una segunda parte.Demián es genial y el chino tambièn.
Bárbaros los dos.
Muy sexys y encantadores.
Me gustó la crítica. Me gustó la película. La ví en el INCAA TV. No pude verla en el cine, lamentablemente. Hubiera valido la pena. Me encantó la actuación del Chino Darín, en especial por la sutileza de sus gestos y expresiones. La película tiene algo de subrealista, que la hace encantadora. Y la ambientación es muy convincente.
Muerte en Buenos Aires, la podes comprar en musimundo, en un pack de tres DVD s nacionales
No me gustó ..tipica pelicula argentina .demasiado hablada y poca accion…el unico que me gusto el mexicano damián bichir..no me gustó darin ..no tiene porte ni para policia ni para actor estelar…mala ambientación la gente elegida como extra..no corresponden a la época En ese entonces bs as era mas europea , mas rubicunda ..lo mismo el vestuario pobreton .
Me gustó, es palomera, me gustó la actuación del mexicano Demian Bichir también Darín, película para pasar un rato
un verdadero asco
La pelicula es muy mala, dialogos acartonados, pobres actuaciones, cliches por todos lados, conversaciones y sentencias que atrasan 50 años, en el medio una investigacion por un homicidio que no resiste el menor analisis y tiene mas agujeros que un colador… lo unico rescatable es el chino Darin que saca a flote su personaje, el resto forzado, ridiculo y efectista, con la suelta de caballos como ejemplo del tono del film: la imagen por encima de la historia.
No me gustó, pensé que era una película policial de misterio. Y la actuación de Bichir dista a lo que nos tiene acostumbrado. Pérdida de tiempo. Y el final sin entenderlo totalmente.
No entendí porq lo mató al final
Es cierto; si bien es cierto que al final la trama se centra en la atraccion de los policias no se entiende por que el ganso mata al objeto de sus deseos igual como mata a quien se le encarga y se le paga por hacerlo, no se entiende eso….
Creo que el crimen final desvela el verdadero carácter del pseudo policía Gómez: un joven dispuesto a todo para ascender socialmente mejorando sus ingresos al ayudar a los corruptos con más poder. Aunque sienta lástima o incluso afecto por su jefe, no retrocede para conseguir beneficios personales. También la peli me pareció una forma muy sutil de criticar la corrupción que campea tanto entre los altos mandos policiales como entre los privilegiados de la élite burguesa ochentista post dictadura.
Pero todo lo bueno queda relegado frente al erotismo barato de las imágenes alusivas a la seducción entre gays, sin ahondar siquiera en el probable conflicto moral del policía rudo y ya mayor.
Después de 6 años de estrenada me decidí a verla. Horrible película.
Secreto en la Montaña? Nada que ver.
Es una mala imitación de Cruising y gracias.