Críticas
El respeto por la búsqueda de la sensibilidad
La religiosa
La religieuse. Guillaume Nicloux. Francia / Alemania / Bélgica, 2013.
El cine se presta magníficamente para poner a los espectadores en contacto con bellas obras de la literatura, que de otra forma, quizás desconocerían. De esta manera nos pone también en contacto con los escritores. Nos sentimos así más universales, más cercanos a la inmensa sabiduría, al mar de sensibilidad que subyace en los extensos espacios de la literatura y la narrativa. En el caso de la película La Religiosa, nos referimos a una obra basada en la novela del mismo nombre del inmenso escritor y pensador francés Denis Diderot (1713-84). Su nombre nos trae a la mente esa obra impresionante que compiló el saber de la época, La Enciclopedia, en la cual casi el diez por ciento de sus más de 70.000 artículos fueron obra personal de Diderot. Todos los críticos, incluso los de cine, deben mucho a este hombre, creador de la crítica moderna, a través de los salones literarios del siglo XVIII, en los cuales se reunían los filósofos ilustrados que escribieron la Encyclopédie.
En su novela La Religiosa, Diderot se atreve a plantear un tema conflictivo para la época: el derecho que tiene la mujer a su criterio, a su propia libertad, a la búsqueda personal para expresarse y encontrar su sensibilidad, única, personal. Pudiéramos pensar que estos asuntos ya están muy claros en el mundo moderno liberado, en el cual existe la equidad de género. Pero en realidad pululan los casos y los ejemplos de esclavitud en muchos lugares y en muchos sectores, y una película como la que nos ocupa se constituye en una excelente ocasión para considerar profundamente las formas sutiles en que los seres humanos cortamos las alas de las personas y las condenamos a todo tipo de limitaciones injustas y a sufrimientos, en aras de distintos tipos de racionalismos, de creencias y de dogmas. Ya Diderot había apreciado, en los despertares de la Ilustración, las contradicciones que se dan entre la razón y la sensibilidad, incluso científicamente, las cuales, a su juicio, pueden ser resueltas si las personas desarrollan una habilidad para experimentar lo que él llama la sensibilidad universal.
Si estas contradicciones aparecen en el mundo ilustrado del saber y de la ciencia, con mayor razón se van a dar en el mundo de las creencias sociales, que se constituyen en especies de verdades telepáticas, falsos racionalismos que se transmiten a modo de memes, de generación en generación, sin que puedan ser fácilmente cuestionadas. Las personas distintas, que sienten impulsos que las alejan de la cultura social, pueden experimentar choques terribles cuando tratan de desarrollarse en direcciones inesperadas.
Esto es lo que le sucede a Suzanne, una jovencita de dieciséis años, la menor de las tres hijas de una familia del siglo dieciocho. Era una época compleja, en la cual tener solamente hijas podría significar grandes problemas económicos, por causa de la correspondiente dote que había que entregar para formalizar un matrimonio. Ante estas circunstancias, y aprovechando que la niña en algún momento mostró inclinación hacia la vida religiosa, sus padres la obligan a entrar en un convento y eventualmente a comprometerse como religiosa. Suzanne, protagonizada en gran forma por Pauline Etienne, se ve sometida a una serie de dificultades y sufrimientos, cuando trata, ya sea de recuperar su libertad o, al menos, de desarrollarse como ser humano libre y sensible.
Aparecen varios asuntos que vale la pena resaltar. El primero de ellos es clásico en el comportamiento humano y tiene que ver con las torturas sicológicas como medio para romper con la voluntad de una persona sensible, hasta llevarla a obrar contra su propia voluntad, cuando no ve la salida. Diderot se atreve a plantear este asunto en el ambiente de una comunidad religiosa, en la cual las personas hacen votos de humildad, de convivencia, de servicio. Y lo hace de una manera absolutamente respetuosa, sin que su obra sea una crítica a las ideas religiosas o a las creencias. Lo que se muestra es una crítica a la manipulación de las personas con el pretexto de la racionalidad imperante en el sitio donde ellas viven. El segundo aspecto es del liderazgo o el mando humano, como fuente de comportamientos en un grupo. Aparecen tres tipos distintos de mando, personificados en tres madres de comunidad, en los cuales Diderot ha plasmado magníficamente lo que podríamos llamar el “rango humano” y se aprecia que, en la medida en que haya manipulación, poco importa el tipo de mando, igualmente las personas manipuladas van ver amenazada su libertad y limitadas sus expresividades, con lo cual se genera un callejón sin salida en la búsqueda de la libertad personal. Un tercer aspecto tiene que ver con la presencia de seres sensibles, que se atreven a acercarse al otro, posibilitando el rescate y la recuperación de la dignidad del que sufre, siempre y cuando la persona que es manipulada no renuncie a la búsqueda, ni pierda su pasión, su sentido de potencialidad, su esperanza de libertad.
La película se acerca a estos grandes temas de forma delicada, estética e impactante. El espectador puede saborearla. Por momentos uno recuerda en Suzanne a la bella película del cine mudo La Pasión de Juana de Arco (Carl Th. Dreyer, 1928) y la expresividad de su protagonista. Tal como sucede con la Juana protagonizada por María Falconetti, su personaje nos trae sensaciones casi místicas. Es que Nicloux, de alguna manera, se ha comprometida con la idea de Diderot, planteando de forma ilustrada y respetuosa la búsqueda de la sensibilidad, sin forzar al espectador ni someterlo a manipulaciones, dejando que las imágenes y las situaciones mismas hablen expresivamente.
Trailer:
Ficha técnica:
La religiosa (La religieuse), Francia / Alemania / Bélgica, 2013.Dirección: Guillaume Nicloux
Guion: Guillaume Nicloux, Jérôme Beaujour, basado en la novela de Didier Diderot
Fotografía: Yves Cape
Música: Max Richter
Reparto: Pauline Etienne, Isabelle Huppert, Louise Bourgoin, Martina Gedeck, Françoise Lebrun, Agathe Bonitzer, Alice de Lencquesaing, Gilles Cohen, Marc Barbé, François Négret, Lou Castel, Nicolas Jouhet, Pascal Bongard, Pierre Nisse, Fabrizio Rongione