Investigamos
Desde Lucy la antigua hasta Lucy, la del futuro
Cuando pensaba en el cine que he visto en 2014, me vino a la mente, de inmediato, la película Lucy, una producción francesa de ciencia ficción dirigida y escrita por Luc Besson, un gran director, y protagonizado por Scarlett Johansson, una muy buena actriz. Lucy ha sido un claro éxito de taquilla, registrando ventas bien por encima de sus costos. Las críticas han sido variables, muchas de ellas negativas ante la dirección de Besson y ante la actuación de Johansson. A mí me ha encantado el atrevimiento de los dos al enfrentarse al tema y al mito de la capacidad cerebral que usan los humanos, que famosamente ha sido estimada en un diez por ciento de su potencial.
La pregunta que se enfrenta es ¿qué pasaría si los humanos llegamos a expandir nuestra capacidad y a utilizar este potencial? Como en el cuento de los tres deseos que concede un genio y que desastrosamente dilapida el desafortunado personaje que los recibe, pareciera que la humanidad no está muy preparada para manejar tales poderes y capacidades. Más bien, las potencialidades se desvanecen en medio de la eterna lucha entre el bien y el mal. Dado que el lado maligno se potencializa y crece, las energías positivas se dedican a combatirlo y nada benéfico queda para disfrutar y para lograr la felicidad.
Así se plantea en Lucy. Sin embargo, vale la pena preguntarse sobre la historia de las millones de Lucys que han existido desde aquella pequeña mujer de los orígenes, la que conocimos por su esqueleto fósil, un homínido Australopithecus afarensis (3.2 millones de años de antigüedad), descubierto por otro Johanson, Donald, en 1974 en Etiopía. Lucy era una hembra de 20 años, que tuvo hijos y andaba de pie, signo claro de su evolución hacia la hominización. Su bello nombre le vino de la canción Lucy in the sky with diamonds de Los Beatles, que escuchaban los miembros del grupo investigador en tiempos del hallazgo. Miles de Lucys han existido en esa larga cadena, cada una más evolucionada que la anterior. A pesar de todo y de sus potentes influencias, las argucias del mal y las tonterías de la torpeza humana no han prevalecido y la Lucy moderna es una mujer liberada e inteligente, que poco a poco va equilibrando el machismo tradicional de la especie humana.
En Lucy, el personaje que protagoniza Johansson se ve obligado a emplearse a fondo, utilizando todo un arsenal guerrero y machista para vencer a los poderes criminales, a los cuales enfrenta en su propio campo, abundante en muerte, argucias, traición e injusticia. Es así como tiene que matar, destruir y organizar acciones estratégicas, defensivas y de ataque, convirtiéndose en una impresionante máquina de guerra. Sin embargo, lo hace sin perder las esperanzas de humanidad, con ideas de servicio, por una intención mayor y con un sentido de trascendencia, algo que no pueden entender las mentes torcidas y materialistas.
Cabe preguntarse sobre la capacidad cerebral. ¿Hasta qué punto tenemos capacidades extremadamente altas de uso cerebral, muy superiores a las que actualmente empleamos?¿Cómo las podemos alcanzar, qué uso deben tener, cómo manejar las diferencias resultantes entre los seres humanos a causa de estos desarrollos potenciales? Como espectador me hago estas y muchas otras preguntas cuando veo una película como Lucy y cuando escribo sobre ello. Y no dejo de advertir que yo mismo soy sujeto y actor de tales preguntas y de sus posibles respuestas. Es por ello que considero que esta no es una película cualquiera y que las respuestas y acciones que plantea pertenecen al mundo de las posibilidades, naturalmente matizadas por los límites de las realidades humanas y sujetas al devenir de la historia, del progreso y de la ciencia. Y como ha sido y como será, tendremos opciones creativas a medida que evolucionamos y podremos escoger entre la torpeza, el desperdicio y la negatividad por un lado, o entre el sentido de servicio, la trascendencia y la imaginación constructiva por el otro. Podremos ser Lucys en el cielo brillante de los diamantes o sombras malignas que habitan las zonas tormentosas de la inconsciencia.
En realidad no morimos – clip de Lucy:
Fijare que la película me gusto mucho y coincido con muchas de tus reflexiones y análisis. La verdad, siempre tenemos la esperanza de que el lado bueno del ser humano sea el que predomine. El mundo actual me preocupa, pero creo que se puede superar TODO lo malo que parece resaltar cada día, en casi todas partes. Gracias por tu critica. Es buena y profunda. Saludos Enrique.
María, muy gentil tu comentario.