Cortometrajes
Contra la violencia de género
Antes de perderlo todo
Avant que de tout perdre. Xavier Legrand. Francia, 2013.
Si hay algo que en mayor medida nos atemoriza o inquieta es, desde luego, aquello que no podemos ver, aquello que se nos oculta, que no se muestra y, por tanto, no alcanzamos a tener la suficiente información como para entender y procesar. Cualquier historia contada de esta forma puede llegar a ejercer un poder de sugerencia mucho mayor que si se mostrase de una forma más abierta o explícita el nudo de todo el problema que ahoga al protagonista. Y es que esto, sencillamente, podría llegar a convertirse, como ya dijo Godard, en una cuestión de moral.
Nos encontramos ante un cortometraje que aborda la violencia de género. Ese acto tan lleno de cobardía por quien es llevado a cabo, es reprochable. Un niño se esconde debajo de un puente y una chica llora en un parada de autobús, despidiéndose de otro muchacho. Ambos son recogidos por su madre, Miriam (Léa Drucker), que va en coche y les termina llevando hasta el parking de un hipermercado, en el que entran a continuación. Este es el momento que se toma como punto de partida de la historia, para lo que cual hay que tener en cuenta el tratamiento temporal, que es lineal y que, además, su tiempo de duración bien podría coincidir con el tiempo de la historia real que se cuenta. Es decir, si el corto dura 30 minutos, estamos ante unos hechos que bien podrían suceder en ese mismo espacio de tiempo. Por tanto, tiempo diegético y tiempo fílmico, en este caso, coinciden.
En la película contrasta el comienzo pausado, un poco más lento y en algún momento hasta desconcertante aún por la falta de información, como, por ejemplo, la escena de la parada de autobús, con el tramo final, lleno de tensión y presidido por la amenaza constante de la figura de Antoine (Denis Ménochet), el marido. Y es que estamos ante una situación tan frágil que hace pensar en muchos momentos que Miriam lo puede llegar a perder todo, tal y como indica el título del cortometraje.
Así, Xavier Legrand ha optado en su primer cortometraje por mostrar de una forma fulminante el momento a partir del cual Miriam ha decidido, de una forma, da la impresión, irrevocable, huir y dar así un espaldarazo a la vida que ha llevado hasta ese momento y, con ello, a todo lo que ha tenido que soportar hasta ese momento, dejando atrás su entorno con el fin de buscar una mayor estabilidad.
Xavier Legrand evita adentrarse en un terreno que quizás hubiese sido algo más farragoso, dejando que sea el espectador el que complete el pasado de esa mujer y todo lo que ha ocurrido hasta llegar a ese momento. Para dejar constancia de la situación que atraviesa Miriam, insinúa lo que ocurre mostrando los cardenales que tiene en la espalda y en la pierna cuando ella se cambia de ropa en los despachos del hipermercado.
Además, en este proceso de decodificación al que hay que someter a la historia, debemos darnos cuenta que en realidad no cuenta nada acerca de la situación personal que atraviesa Miriam. Es decir, no sabemos cuánto tiempo lleva soportando esa situación, ni cómo reaccionan sus dos hijos ante su padre cuando éste agrede a su madre. Desconocemos el seno familiar. Su intimidad.
Eso sí, deducimos que todo su entorno profesional es conocedor del grave problema que tiene Miriam. Hasta se le llega a instar a que denuncie, pero ella deja de lado esa opción, ya que lo único que quiere es centrarse en su único objetivo. Se muestra así , un personaje decido, con un objetivo muy claro y definido, sin vuelta atrás.
El cortometraje, por tanto, llega a adquirir un tono aséptico no exento de una gran tensión. A ese tono contribuyen tanto el tratamiento temporal ya comentado, como la ausencia de música, de la que Xavier ni siquiera hace uso en los títulos de crédito, como lo afirma en la entrevista que le hicimos. De esta forma deja a la historia desprovista de cualquier tipo de artilugio o recurso que pueda llegar a entorpecer la representación de la mera exposición de la huida de Miriam y sus dos hijos, desde el mismo día en que tomó esa decisión. Se podan así todas las ramas de la historia, dejando un esqueleto de lo esencial.
Quizás, el mejor reflejo de toda la tensión que se llega a generar, sea esa escena en la que Miriam sale al encuentro de su marido en el hipermercado, para devolverle una chequera que se había llevado y que ahora necesita Antonie. Su vuelta a las oficinas se muestra a través de un largo plano en el que de fondo va quedando todo el supermercado y una larga fila de cajas, algo que termina pareciendo interminable y desesperante, por todo lo que conlleva la situación que se muestra.
Una de las grandes aportaciones de Xavier Legrand es, por tanto, el hecho de haber conseguido que el tema que aborda quede encuadrado en un fuera de campo, de forma tal que dentro del encuadre deja el hipermercado y en el fuera de campo la agonía hasta la toma de la decisión, sin que por ello, le haya restado rigor y precisión a la historia. Todo lo contrario, el hecho de vivir ese momento a vez que lo hace la protagonista,nos permite colocarnos de lleno en su posición y padecer la misma tensión que sufre ella.
Y es que esta historia, tal y como está realizada, funciona con el mismo mecanismo que la técnica del fuera de campo. Todo ese sufrimiento que no se muestra nunca deja de estar presente, es como un eco que resuena y que no deja de latir de forma constante a lo largo de todos sus fotogramas y hasta su agónico desenlace final.
Ficha técnica:
Antes de perderlo todo (Avant que de tout perdre), Francia, 2013.Dirección: Xavier Legrand
Guion: Xavier Legrand, Alexandre Gavras
Producción: Alexandre Gavras
Fotografía: Nathalie Durand
Reparto: Léa Drucker, Anne Benoît, Miljan Chatelain
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