Entrevistas
Entrevista a Xavier Legrand
La carrera artística de Xavier Legrand viene marcada por su trayectoria en el mundo de la interpretación. Ha participado en películas como Adiós, muchachos, de Louis Malle, y Les Amants réguliers de Philippe Garrel, así como en varios cortos.
Atesora ya una nominación al Oscar por el cortometraje Antes de perderlo todo, su primer trabajo en la dirección, y hemos hablado con él acerca de su labor.
Raúl Liébana: Es el primer corto que has dirigido, ya que tú procedes del mundo de la interpretación. El hecho de pasarte detrás de la cámara, ¿te ha supuesto un cambio muy difícil, por el hecho de echarte, de repente, a todo un equipo a tus espaldas? Algo seguramente a lo que no estabas acostumbrado antes.
Xavier Legrand: El teatro y el cine son artes colectivas. Tanto si estás delante o detrás de la cámara, en el escenario o dirigiendo a los actores creo que todos (artistas y técnicos) se mueven en la misma dirección. Para mí ha sido algo natural dirigir esta primera película, nunca me he sentido perdido.
RL: Es inevitable preguntar por el origen y el modo en que surge esta historia, ¿cómo y por qué te propones contar una historia así? ¿Qué es lo que más te llamaba la atención?
XL: Es el tema que me llevó a realizar esta película. La violencia doméstica es una violencia horrible que existe en todos los estratos sociales, en todo el mundo. Es una verdadera plaga que la humanidad no logra detener. Aunque se habla mucho de ello, las estadísticas aterradoras no disminuyen. Por ejemplo, en Francia, una mujer muere cada tres días a causa de la violencia de género. El silencio, la vergüenza y el miedo hacen que la mayoría de las mujeres no sepan cómo salir de esa situación. Muchas personas no entienden por qué una mujer se queda con un hombre violento y no lo abandona a la primera bofetada. Este es el motivo por el que quería mostrar a una mujer que logra romper el silencio, para superar su vergüenza y hacer frente a su miedo.
RL: El tono pausado y tranquilo del inicio del corto contrasta con esa tensión que casi te hace levantar del asiento hacia el final de la película, ¿hubo alguna razón especial por la que desarrollaras el cortometraje de este modo?
XL: Fue muy importante para mí encontrar esa tensión. Por lo que fue necesaria la presentación de cierta calma antes de la tormenta. Es como una goma elástica que se estira lentamente hasta que se suelta abruptamente. Podemos considerar la película como un «minithriller» de suspense social. Son exactamente tres ingredientes (el silencio, la vergüenza y el miedo) los que dirigen la escritura y la realización. Yo quería tratarlos de una manera orgánica, con el fin de hacerme varias preguntas: ¿Cómo filmar el silencio? ¿Cómo acercarse a la vergüenza? ¿Cómo es experimentado el miedo por el público?
Por todo ello la película comienza con calma. Es un día ordinario de una familia normal. Todo está en silencio, la única frase pronunciada por la madre es para decirle a su hijo que se ponga bien el cinturón de seguridad. El tema de la vergüenza hace que la violencia nunca se formule en la película. Se supone. El público descubre, poco a poco, el secreto de los protagonistas, a través de los otros personajes que trabajan en la tienda.
RL: Una historia sobre la violencia de género, pero que en su desarrollo no dice nada acerca del tema y en la que hay un punto, a partir del cual todo se convierte en pura tensión. No obstante, me llama la atención que el tratamiento del tema sea como una huida hacia delante, ya que el personaje parece que quiere dejar todo atrás, olvidar e, incluso, se le propone en varias ocasiones que denuncie. Creo que ella no contesta, ¿por qué elegiste desarrollar la historia de este modo?
XL: Traté de acercarme lo más posible a la realidad. De hecho, la mayoría de las mujeres no presentan cargos. Con mucha frecuencia, las víctimas de la violencia doméstica se sienten culpables. Por otra parte, la mayoría de ellas no quieren meter al padre de sus hijos en la cárcel y tienen miedo de sus represalias y su sentimiento de venganza. Es el miedo y la vergüenza los que motivan su silencio. Cuando hablo de estadísticas que revelan que en Francia hay una mujer que muere cada tres días, hay que tener en cuenta que en la mayoría de los casos estos homicidios involuntarios tienen lugar durante o después del proceso de separación de la pareja. Es importante entender que cuando la película termina y Miriam y sus dos hijos entran en el coche de su hermana, que les está esperando cerca de la estación de servicio, es a partir de este momento cuando probablemente esté en el más grave peligro.
RL: En cuanto a la interpretación de los actores, ¿cómo los preparaste, cómo los dirigías, teniendo en cuenta que sabías lo que es estar en ese lugar?
XL: Me dirigí a los actores de manera precisa y concreta. Me concentré en las acciones físicas para eliminar la psicología que pudiera oscurecer la película. Las intenciones eran muy claras. Por ejemplo, para el largo plano secuencia donde Léa Drucker deja las oficinas y baja por la escalera reservada para el personal, para ir a la recepción de la tienda, describí sus acciones así: «Empieza por colgarte la etiqueta con tu nombre, luego ciérrate la chaqueta, sopla, entonces se abre la puerta, y caminas a un paso un poco más rápido, ajústate el cuello de tu camisa mientras tratas de respirar con calma para persuadirte de que es un día como otro cualquiera. Dices hola a un colega, etcétera…». El plano secuencia es muy largo, por lo que me fue necesario crear una serie de pequeños eventos para que la actriz aflorase toda esa psicología. Esto habría sido innecesario si le hubiese dicho a la actriz que interpretara el miedo a que su marido pudiese descubrir que está punto de dejarle, que es algo que ella y el público saben en ese momento.
RL: A lo largo del cortometraje se nota la ausencia de música, ¿quisiste destacar de esta forma, más seca, más dura, si cabe, la gravedad y la dureza de la historia que se está contando?
XL: La ausencia de música contribuye a aumentar la tensión de la película. Desde la escritura del guion sabía que no habría música en la película. Pero hay otra música, el sonido ambiental. Hice un trabajo muy preciso en el sonido, que es una especie de símbolo en la película: el ruido de los tacones, el ruido electrónico de las cajas registradoras, el ruido del indicador del coche. Habría podido sucumbir al encanto de poner una música en los créditos del final, pero me di cuenta de que es más fuerte para el espectador que escuche el silencio. Este silencio que bloqueó a los personajes durante tantos años y del que se las arreglaron para escapar.
RL: Podríamos decir que existen dos tipos de películas. Aquellas que el cineasta hace porque es la historia que a él le hubiese gustado ver o aquellas que el cineasta realiza porque, digamos, es algo de lo que quiere desprenderse o necesita contar. Esta historia, ¿de qué tipo sería?
XL: Sinceramente, creo que esta es una película que me hubiera gustado ver. Por eso la hice.
RL: Después de la nominación a los Oscar de la Academia y una vez que ya han pasado varios meses desde entonces, ¿cómo crees que ha afectado esto a tu carrera profesional?, ¿te ha abierto más puertas?
XL: Sí. He recibido muchas propuestas. Recibí propuestas de guiones para la realización de una serie de televisión, pero por el momento me he negado, porque continúo con mi trabajo de actor, que lleva mucho tiempo, y estoy escribiendo un largometraje.