Investigamos
Expectativas satisfechas
Este 2014 está por terminar, y por supuesto comienzan los recuentos de todo lo que ha pasado en estos casi 365 días que han transcurrido. Fue un año muy revelador porque existía expectativa ante grandes obras cinematográficas, y de pronto un par de ellas resultaron irremediablemente buenas e inesperadas. Fue un año lleno de cambios, de viajes, de cine y de mucho documental (aunque no todo tan actual como me hubiera gustado). No obstante, sí puedo decir que tuve la oportunidad de ver varias joyas cinematográficas, que enumero a continuación y que comentaré brevemente.
Mis dos documentales favoritos de este año fueron Optimistene (Gunhild Westhagen Magnor, 2014), que retrata la aventura de un club de volibol de mujeres mayores, que se enfrentará por primera vez a un equipo varonil. Esta película refleja el ímpetu de la vida, sin importar el recio frío de Noruega, la crueldad del cáncer y las limitantes de la edad. Las Optimistas (como se hacen llamar) son mujeres no sólo poderosas sino tiernas, y Magnor las muestra justo así, felices y positivas ante la vida.
Por su parte, Sunshine Superman resulta absolutamente excitante. Muestra la vida y obra de Carl Boenish, el creador del BASE jumping, pero lo hace utilizando todo el material de stock que él mismo registró durante su vida, así como entrevistas y mucha crestomatía televisiva y cinematográfica. Al final , Sunshine… está llena de vértigo y velocidad, pues a cada salto es una posibilidad de muerte y, ante la muerte, la libertad desafía la gravedad.
Luego uno de mis directores favoritos entregó una cinta muy almodovariana, llamada Une nouvelle amie (François Ozon, 2014). Romain Duris es un reciente viudo que gusta vestirse de mujer y es descubierto por la mejor amiga de su esposa. Entre ambos surgirá una retorcida relación, en medio de una comedia negra, que replantea las diferencias de géneros. Lo que más me gusta es el planteamiento de la tesis en cuestión, respecto a la sexualidad y el género, pero sobre todo estos rasgos de comedia, en medio de una película desgarradora, por lo que al desarrollo interpersonal se refiere. Al final, The New Girlfriend resulta mucho más perturbadora que sus últimas cintas, como Joven y bella.
Tres de las películas más esperadas del año fueron Interstellar, Foxcatcher y The Imitation Game. Para mí, de las mejores, por razones muy diferentes una de la otra. La cinta de Nolan (Interestellar) es una pieza de ciencia ficción que conecta con un mensaje sobre nuestra propia conciencia, sobre nuestras limitaciones mundanas y el cúmulo infinito de posibilidades que no alcanzamos a ver en nuestra terrenalidad. No tengo duda de que Nolan decida plasmarlo como una película de sci-fi, simplemente porque de otra forma no podríamos entenderla. Lo hace además, con una narrativa gradual, que va de lo más calmo y pausado a la última hora más intensa que he vivido en el cine, esperando expectante el resultado de la misión con un –cada vez más- histriónico Matthew McConaughey.
Foxcatcher, por otro lado, es un biopic que muestra la relación entre los hermanos Schulz (luchadores olímpicos) y John DuPont (culpable de la muerte de Dave Schulz). Lo que hace Bennet Miller, además de lograr una interpretación y fuerza escénica bestial de los tres personajes principales (Ruffalo, Tatum y Carell), es una narrativa que resulta pasivo-agresiva. Parece que nada está pasando, y al mismo tiempo se desarrollan personalidades enfermas y relaciones perturbadoras.
Por último, en este recorrido por lo más esperado, llega The Imitation Game, otro biopic, pero éste de Alan Turing, en el que se representa el periodo en el cual fue reclutado para descifrar Enigma (el método de comunicación nazi). Si bien, prácticamente toda la historia estriba en Enigma y su relación con Turing, también da un giro que muestra un lado de este emblemático personaje, que quizá ha sido poco explorado y que podría dar mucha tela de donde cortar. No obstante, Morten Tyldum logra hacer una película más que entretenida, que puede mantenerte al borde del asiento, y en la que las matemáticas y los acertijos pueden ser tan estresantes como una persecución en auto.
En chance til es de la directora danesa Susanne Bier. Como cada película de Bier, logra capturar la esencia de los personajes en cada encuadre, en cada acción. Así en A Second Chance, Andreas (un policía) se ve en una encrucijada ética al perder a su bebé e intentar salvar a otro que está en manos de una pareja de drogadictos. El debate moral al que expone Bier a sus personajes no tiene comparación, mientras se desenvuelve la historia en una narrativa sutil que va in crescendo hasta que todos los hechos se desvelan y los personajes se rinden ante lo inevitable.
Pese a que se estrenó en 2013, La grande bellezza llegó a carteleras mexicanas en marzo de este año y definitivamente es un encuentro con la máxima expresión del arte cinematográfico, por el simple hecho de intentar retratar la verdad y la bondad en celuloide. Con una fotografía indescriptible y un soundtrack que no puede pasar inadvertido, La Grande Bellezza muestra las reflexiones de Jep Gambardella, mientras se expone y vive las calles de Roma, con el arte recorriendo los callejones y manifestándose en la más diminuta de las formas. Esta última película de Paolo Sorrentino, es por mucho, una de sus mejores.
Casi para terminar, no puedo negar mi gusto por uno de los mejores bocadillos fílmicos de este año: Begin Again (pese a su insípido título). Esta película del mismo director de Once (John Carney), posee una banda sonora con tema inolvidables, pero con la historia de una joven compositora que se abre camino a pesar de la sombra de su novio-cantautor. Con un Mark Ruffalo borracho y creativo, Knightley demuestra que también puede cantar y que tiene gracia para ser una cantante de folk. Con esta segunda película, Carney parece optar por girar en torno a la música, y espero que lo siga haciendo porque hace de sus cintas algo emotivo y memorable, claro, porque entra por los oídos y no sólo por los ojos.
Para terminar, la revelación del año y definitivamente una de las mejores películas sobre música que he visto: Whiplash. Es la segunda película de Damien Chazelle y muestra la relación entre maestro y alumno (J.K. Simmons y Miles Teller). Andrew es un joven estudiante de batería que es aceptado en la banda de estudio del director Fletcher. Este lo conducirá hasta sus límites de una manera rabiosa y pasional, que se mueve al compás del ritmo de jazz, a golpe de tarola y bombo, mientras la sangre corre no sólo por las venas de los personajes sino por la pantalla, en medio del sacrificio. Chazelle sabe perfectamente cómo transformar la intensidad musical en imágenes y eso no tiene precio (menos para alguien que ama tanto la música como yo).
Este es mi recorrido por 2014, que la verdad se redujo a 142 películas (a lo que va del año), y que seguramente serán más en 2015.
Mientras tanto, mis mejores deseos para este 2015, que seguro nos colmará de buen cine.
Una respuesta a «Expectativas satisfechas»