Críticas
Bajo el umbral de la ciudadanía
Crónica de un comité
Carolina Adriazola, José Luis Sepúlveda. Chile, 2014.
Crónica de un comité es un relato de las vivencias y actividades de los integrantes de un grupo que exige justicia para Manuel Gutiérrez, quien a los 16 años de edad, murió cerca de su casa, en el barrio de Jaime Eyzaguirre, en Santiago, presuntamente por disparos de un carabinero. Fue cuando salió a la calle a ver lo que ocurría en una de las protestas de agosto de 2011 en Chile. Los documentalistas hicieron seguimiento a los familiares de Gutiérrez, sobre todo a Gerson, el hermano mayor discapacitado de Manuel, y al activista comunitario Miguel Fonseca. Los integrantes del comité también participaron en la realización del filme.
No se trata de una película que intente demostrar que el imputado abrió fuego contra una manifestación pacífica y una bala suya mató a Gutiérrez, ni se busca desnudar las artimañas judiciales por las que salió en libertad Miguel Millacura y presuntamente seguía siendo carabinero, a pesar de haber sido dado de baja. Lo público y lo privado no se conjugan a la manera de la épica moderna, como llama Robert Mckee al género de las películas en las que se enfrenta el individuo o la ONG contra el Estado. Las miradas de Crónica de un comité registran diversos aspectos de la vida que suelen permanecer invisibles en estas historias, lo que pone de relieve una serie de problemas que cuestionan el mito de la ciudadanía.
Uno de ellos se deriva de la religión cristiana evangélica de los familiares que integran el Comité por la Justicia Manuel Gutiérrez, visto desde el punto de vista de cómo lo afrontan ellos mismos. El culto que les lleva a marcar distancia con la política y a poner su confianza última en la justicia divina. La impresión que dan es que se consideran feligreses antes que ciudadanos, y al intervenir en la vida pública lo hacen concediéndose una licencia de su fe. Carabineros, además, se aprovecha de esa circunstancia. Les envía a dos capellanes evangélicos del cuerpo para que establezcan con los Gutiérrez un vínculo de hermanos de la misma iglesia, no la relación que corresponde a una institución pública con la ciudadanía.
Otro problema es la manera como el Estado intenta construir una figura de la víctima, de forma tal que le permite evadir su responsabilidad en la violación de los derechos humanos. Las víctimas, que en un caso como este son también los familiares y allegados, son consideradas gente que sufre, y por ende necesita sentirse atendida, no ciudadanos que tratan de ejercer su derecho a la justicia. Los funcionarios, por ejemplo, incluido un ministro, responden a las solicitudes como si no entendieran el significado de expresiones como “dar de baja” cuando las usa el comité, y no miembros de las fuerzas policiales. No es un malentendido: es que esas palabras están fuera de lugar cuando se emplean en este contexto.
Considerar a la gente como víctima significa, además, buscar la manera de darles algo que les compense por no recibir el trato de ciudadanos, al que no deben aspirar. Como las necesidades son reales, y de diversos tipos, siempre habrá una dádiva capaz de conseguir el efecto deseado. Por ejemplo, Gerson Gutiérrez, el hermano discapacitado de Manuel, la cabeza más visible del comité, no necesita una silla de ruedas como la que le “regalan”, pero una beca es la única posibilidad que tiene de ir a la universidad en un país como Chile.
En el trasfondo están los sentimientos, los problemas familiares y personales, los rasgos problemáticos de carácter y las debilidades de cada quien, registrados por los propios participantes de la lucha por lograr la justicia para Manuel Gutiérrez. Eso los va conduciendo hacia un progresivo agotamiento, y al joven discapacitado, al aislamiento con respecto a quienes lo rodean. Se hace patente en un plano que lo muestra en la calle, de noche, en su silla de ruedas. Es una soledad similar a la del militante Miguel Fonseca, puesta de manifiesto en la más reveladora escena del documental. El círculo de la exclusión de la ciudadanía se cierra con esas evidencias de la imposibilidad de que ese grupo de personas humildes logre triunfar en la lucha que emprendieron por sus derechos, y es la conclusión de un relato narrado desde su propio punto de vista, no desde la perspectiva de un escepticismo elegante.
Ficha técnica:
Crónica de un comité , Chile, 2014.Dirección: Carolina Adriazola, José Luis Sepúlveda
Guion: Carolina Adriazola, José Luis Sepúlveda
Producción: Carolina Adriazola
¡¡ Excelente Critica …. ¡¡
«Crónica de un Comité» en una Producción cinematográfica desarrollada con gran despliegue de genialidad creativa por parte de Jose Luis Sepulveda y Carolina Adriazola (pese a la escasez de recursos)…. un Film que invita a reflexionar…