Críticas
El zorro luchador
Foxcatcher
Bennett Miller. EUA, 2014.
Cierta vez, mientras participaba de un encuentro literario, alguien preguntó –ahora no estoy seguro si surgió espontáneamente o seguía alguna lógica de conversación– si en literatura estaba todo escrito y, ese caso, qué teníamos para aportar como escritores. Como es de esperarse, semejante pregunta no encontró respuesta en ese encuentro –ni en los sucesivos–, pero sí quedaron delimitados dos bandos en ese grupo: para algunos, aún era posible escribir historias inéditas, por lo que se proclamaron a favor de la innovación constante; otros, entre los que me encuentro, propusimos que era probable que todo estuviera escrito (o al menos, los grandes temas de la humanidad), pero que la forma de diferenciarnos era, justamente, el modo particular de transmitir ese tema.
El cine, como arte cercano, no resulta ajeno a este tipo de interrogantes. La diferenciación entre “guión original” y “guión adaptado” representa esos dos bandos que se habían generado en ese encuentro literario y nos lleva a pensar de dónde surgen las ideas para realizar películas.
La respuesta que tiene sentido formular en este caso se vincula con la posibilidad de basarse en biografías o, al menos, momentos puntuales en la vida de alguna persona que trascendió por diversas razones. Biopic, le llaman, y si bien no se trata de un recurso nuevo en el cine, últimamente se ha visto de manera frecuente. Por citar ejemplos recientes, encontramos Francotirador (American Sniper, Clint Eastwood, 2014), El código enigma (The Emitation Game, Morten Tyldum, 2014) y Big Eyes (Tim Burton, 2014).
Otra prueba actual es Foxcatcher, del director norteamericano Bennett Miller. Si revisamos su filmografía anterior (no muy extensa, por cierto), encontraremos Moneyball (2011) y Capote (2005). Y en este sentido, podemos comprobar que el director siempre se ha preocupado por retratar biografías de personajes conocidos. En Moneyball, Miller contó de historia de Billy Beane, gerente general del equipo de béisbol “Atléticos de Oakland”; y en Capote, la agitada vida del periodista y escritor estadounidense.
No debe sorprendernos, entonces, que en su última producción haya vuelto a recurrir a una historia real, cumpliendo así una suerte de estilo y marca propia. En esta oportunidad, seremos testigos de la particular relación que se generó entre el deportista de lucha libre Mark Schultz (Channing Tatum) y el excéntrico multimillonario John du Pont (Steve Carell); para lograr la medalla en los Juegos Olímpico de Seúl de 1988. Entre ambos, la figura del hermano de Mark (Dave, representado por Mark Ruffalo) marcará un punto de quiebre entre los ambiciosos objetivos de Du Pont y los lazos familiares que unen a los hermanos.
Sin dudas, lo que más destaca del film es la increíble interpretación que llevó a cabo Steve Carell para darle vida al multimillonario Du Pont. Desde lo estético, aparece irreconocible, ya que para parecerse al hombre real, tuvieron que agregarle prótesis y encanecer su pelo. Pero donde más gana, sin embargo, es en las actitudes, los gestos, las miradas. Su presencia en escena genera terror e intriga. Es imposible permanecer indiferente cada vez que su personaje aparece, aunque no diga nada.
Lo que más atrape, quizás, sea la dualidad de este personaje. Por momentos se muestra como un entrenador comprensivo y afectuoso; y en otras, como una bestia insaciable, que solamente le interesa conseguir fama y llenar su vida, cada vez más vacía de contenido. Resulta difícil recordar que este actor sea el mismo de Virgen a los 40 (The 40-Year-Old Virgin, Judd Apatow, 2005) o de Superagente 86 de película (Get Smart, Peter Segal, 2008).
Otro actor que sorprende, aunque no tanto por su cambio físico, es Channing Tatum, quien se aleja de las comedias y logra retratar la obsesión de un campeón de lucha olímpica por conseguir medallas, aunque eso implique abandonar a sus seres queridos y convertirse en una suerte de mascota de Du Pont.
En definitiva, el eje central de la película es la relación entre ambos personajes. Y es en este sentido que el film, para algunas personas, puede resultar lento. Miller se toma su tiempo para contar la historia, una historia en la que los hechos, en sí mismos, poco importan, porque el acento está en la suma de todos ellos, en los cambios progresivos que todas las personas sufrimos. Nada es porque sí, ni instantáneo. El lugar que ocupamos, lo que somos y cómo nos relacionamos es consecuencia de una serie de hechos que individualmente poco importan, pero que en su conjunto logran darnos los porqués de nuestra situación.
Aquel que busque acción, entonces, se encontrará con un relato más psicológico, en el que importan más las miradas, las actitudes y los pequeños detalles. La escena en la que Tatum destroza una habitación de hotel y se abandona a la suerte de un atracón de comida, refleja mucho mejor la obsesión y la presión que cientos de imágenes y diálogos.
Lo importante de todo esto, llamémoslo enseñanza o moraleja, se resume en un conocido eslogan publicitario: hay cosas que el dinero no puede comprar. Quizá lo pueda hacer durante cierto tiempo, acaso hasta nos convenzamos de que todo lo podemos; pero cuidado: los principios y valores, tarde o temprano, resurgen y con ellos, los que se escudaban en su poder, pueden perderlo abruptamente. Y no todos están preparados para soportar semejante caída.
Trailer:
Ficha técnica:
Foxcatcher , EUA, 2014.Dirección: Bennett Miller
Guion: Dan Futterman, E. Max Frye, Kristin Gore
Producción: Sony Pictures / Annapurna Pictures / Likely Story / Media Rights Capital
Fotografía: Greig Fraser
Música: Rob Simonsen
Reparto: Steve Carell, Channing Tatum, Mark Ruffalo, Sienna Miller, Anthony Michael Hall, Vanessa Redgrave, Tara Subkoff, Sherry Hudak-Weinhardt, Guy Boyd, Brett Rice, Jackson Frazer, Samara Lee, Francis J. Murphy III, Jane Mowder, David Bennett, Lee Perkins, Robert Haramia