Críticas
Los ilusionados resquicios de la mente embaucada
Magia a la luz de la luna
Magic in the Moonlight. Woody Allen. EUA, 2014.
Si algo caracteriza a Woody Allen es su gran capacidad para elaborar diálogos cargados de frases inteligentes e inquietantes. Cada película de su extensa filmografía (unas 51 como director y 63 como guionista) es una oportunidad para saborear las cosas que se dicen. Naturalmente que Allen se va repitiendo a sí mismo, pero no deja de sorprender su capacidad siempre renovada para hacer que las palabras sean los actores principales de sus obras. Un asunto recurrente es la conversación entre un hombre y una mujer, con frecuencia una mujer hermosa y un hombre extravagante y curioso, que a partir del intercambio de frases agudas e inteligentes van tejiendo la trama. Trama que se convierte en esclava del diálogo.
Se generan así bizarras jornadas por el reino de la racionalidad divertida y creativa, aquella en la cual la lógica está conectada con el ingenio, en la que la verdad no es lo importante, sino el apunte oportuno. Este se logra a base de ensayos y repeticiones hasta que de una mezcla poco prometedora de frases banales o superficiales y de escenas improbables, va saliendo un destilado más coherente, que con frecuencia muestra atisbos de genialidad. Pienso que esto es lo que muchos percibimos en los trabajos de Allen y que nos convoca y nos atrae la posibilidad de que presenciemos una obra valiosa, la del mago de siempre, y que no será en vano la espera.
Una de las virtudes de Woody Allen es que los artistas se sienten desafiados a penetrar en esos reinos y colaboran con el director, permitiendo que surja en ellos ese espíritu ingenioso, de la mano de esos diálogos únicos. Por alguna razón, esto no se ve tan demandante en el caso de los protagonistas masculinos ni es realmente extraño para Colin Firth, cuyos acentos y poses se ajustan naturalmente al rol diseñado por Allen. Pero en el caso de las mujeres que tiende a escoger el director, da la impresión de que se produce una gran transformación que las lleva a unas zonas de actuación bien distintas a lo que ellas hacen o han hecho. Es que Allen las lleva a superar su dependencia de las apariencias y de la belleza y las hace más maduras, más ingeniosas, objetos de desafío inteligente para todos, espectadores y coprotagonistas.
Estas reflexiones me surgen al comentar la última película de Allen, Magia a la luz de la luna, una obra quizás menor del genial director, en la cual la tradicional pareja “woodysiana” está formada por dos personajes absolutamente sacados de su mente, un escéptico mago de espectáculo (Stanley, Colin Firth) y una bella y embaucadora síquica y adivina (Sofía, Emma Stone) a quien Stanley pretende desenmascarar antes de que engañe a la familia de su prometido. La magia a la luz de la luna que eventualmente atrapa a los dos personajes, se da en los bellos paisajes de la costa azul francesa donde transcurre la historia. Dicho esto, se me ocurre detenerme en algunas de las frases que se dicen los personajes, para rendir un pequeño homenaje de atención a este maestro del guion.
Conversan Stanley y Sofía. Dice ella: “Dime… Stanley aparte de mi don, que tanto ha cambiado tu vida ¿no has tenido, en el tiempo que hemos pasado juntos, ningún otro pensamiento sobre mí?”. Contesta él: “Ya te lo dije, estoy hechizado contigo”. “Sí –dice ella-, pero no lo digo como mística, sino como mujer”.
“¿Como mujer?”, contesta Stanley. “¡Qué pregunta extraña! La verdad, técnicamente, es que nunca te he mirado como mujer”.
Hay que anotar que estas frases se dan en un momento de aparente enamoramiento y ternura y no es solo Sofía la que siente esa extraña y frustrante sensación. Y más cuando, sigue insistiendo ella con su pregunta… “Entonces, ¿nunca pensaste en mí como una mujer?”, y remata él con inesperada y lógica indiferencia: “Siempre supe que no eras de mi mismo sexo, si a eso te refieres. Y bastante bonita de ver, comparativamente”. Luego, en un momento reflexivo, como para compensar su frialdad dice él: “¿No es suficiente que hayas abierto mis ojos a la dicha de vivir? Conquistaste mi mente. ¿También necesitas conquistar mi corazón?”.
En otra escena, Stanley habla con su colega mago, Howard, y le dice: “La vida no es justa, Howard. Siempre digo, como regla general, que es bastante desagradable. Por Sofía empecé a sucumbir al pensamiento mágico. Y por un tiempo, fui realmente feliz. Pero más bien como un tonto. La felicidad no es la condición natural humana”.
Y más adelante dice le dice Stanley a Sofía: “Todo mi optimismo era una ilusión”. Ella comenta: “Estoy leyendo el libro del filósofo alemán que me diste. No entendí mucho, pero dice que necesitamos ilusiones para vivir”. Contesta él: “Te refieres a mentiras”. Sentencia Sofía: “Fuiste más feliz dejando entrar algunas mentiras a tu vida”.
Acá se revela la esencia de las relaciones de los personajes, enamorados o no, en las películas de Allen, que consisten en torturados intercambios entre la mente y el corazón y su general negación de los estados de felicidad, concebidos más bien como engaños del pensamiento mágico, los que ocurren cuando la mente sucumbe a los devaneos del corazón. Ahora, en este filme, y no es el único, algún equilibrio aparece después de los escarceos mentales entre los dos corazones enamorados y la conquista amorosa toma el comando, escurriéndose por los ilusionados resquicios de la mente embaucada.
Nota. Se ha consultado para elaborar esta crítica a “Frases de la película Magia a la luz de la luna”, recopiladas por Diana Martín (http://frasesdelapelicula.com/magia-a-la-luz-de-la-luna/)
Trailer:
Ficha técnica:
Magia a la luz de la luna (Magic in the Moonlight), EUA, 2014.Dirección: Woody Allen
Guion: Woody Allen
Producción: Letty Aronson, Stephen Tenenbaum, Edward Walson
Fotografía: Darius Khondji
Música: Está ambientada con piezas de jazz por diferentes artistas (Bix Beiderbecke, Conal Fowkes, Leo Reisman & His Orchestra, Nat Shilkret, Ute Lemper, Al Bowlly, California Ramblers, Sidney DeParis entre otros)
Reparto: Emma Stone, Colin Firth, Marcia Gay Harden, Hamish Linklater, Jacki Weaver, Eileen Atkins, Erica Leerhsen, Simon McBurney, Jeremy Shamos
Encuentro grandes parecidos,tanto en personajes como en escenas,con My fair lady
Hoy y por casualidad enganche en film and arts esta maravilla. Si bien me gusta Allen, esta no tuve la oportunidad de verla antes. Es una maravilla Woody desarma a los personajes con la habilidad de un fino bisturí, y de a poco, de tal forma que nos introduce a nosotros en su psiquis . De esa manera el espectador interviene en la trama (tal como en LA ROSA PURPURA DEL CAIRO) y pierde su psiquis transformandose en los personajes.
gracias