Críticas
Una lucha sobrehumana
Leviatán
Otros títulos: Leviathan.
Leviafan. Andrey Zvyagintsev. Rusia, 2014.
¿Puede un hombre solo contra el poder de un Estado? ¿La causa justa tiene esperanza ante la corrupción? ¿La bondad debe triunfar siempre? Esta cinta plasma una de tantas vidas en las que los infortunios no se justifican.
Muchas interrogantes y reflexiones quedan rondando en nuestra mente al terminar de ver esta controversial y desgarradora cinta, el cuarto largometraje del director Andrey Zvyagintsev, quien en sus trabajos previos, y sobre todo en su film anterior, Elena (Elena, Andrey Zvyagintsev, 2011), mostraba ya la intención de presentar personajes en desgracia, víctimas de las injusticias de su entorno. Atraído por las relaciones interpersonales, elige personajes que sufren abusos o agravios y en esta ocasión estas situaciones llegan a extremos impensados.
Tan sólo el nombre del film, Leviathan, de entrada nos adelanta que se trata de una historia con un gran contenido simbólico, mitológico y de una brutal fuerza temática. Andrey Zvyagintsev logra un magistral resultado, que habla claramente de la condición humana, de su grandeza, pero también de su decadencia. En ocasiones el director ha sido comparado con Tarkovsky, por tener esa finura para realizar films con un profundo significado detrás de la historia contada a primera vista. Y es que lo místico, lo religioso, lo espiritual, se conjuntan en el film y hacen al espectador reflexionar.
Esta vez, inspirado en el libro bíblico de Job, nos cuenta la historia de Kolya (Aleksey Serebryakov) quien vive con su hijo –de un primer matrimonio-, y su segunda esposa, Lylia (Elena Lyadova), en un pueblo a orillas del mar, al norte de Rusia, en una ubicación geográfica envidiable. Su casa, en una bella y desolada bahía, domina todo el paisaje. Fue construida por sus propias manos y es todo su patrimonio, lo que será el gatillo que detonará el relato. Kolya es un buen hombre, trabaja como mecánico y está conforme con lo que tiene. No pide más a la vida, sin embargo ésta lo llevará al límite de su capacidad de resistencia, cuando lo sumerge en una lucha por su querida tierra, contra el despiadado alcalde del pueblo (Roman Madyanov). Su amigo, (Vladimir Vdovichencov), un hábil abogado, llega desde la ciudad para ayudarlo, lo que traerá aún más complicaciones. De esta forma Kolya se verá envuelto en un espiral de intrigas donde el poder y la corrupción se harán presentes.
El escenario encontrado para la locación es un verdadero hallazgo, ya que representa exactamente un lugar alejado, místico, solitario, que invita a la reflexión, y que por supuesto Kolya no quiere dejar. La desolación del paisaje es por momentos abrumadora, y como símbolo que acompaña las bellísimas imágenes fotográficas, se encuentra el enorme esqueleto de un imponente animal marino, al que vemos repetidamente, al igual que los esqueletos de barcos viejos encallados, mostrando un violento y amenazador espectáculo.
Cuenta el mito, que el Leviathan es un monstruo de los mares creado por Dios, y el cristianismo lo ha asociado con Satán. Su misión, creen algunos, es poseer a las personas. La alusión a una criatura maligna, al compararla con el antagonista de la cinta, nos muestra que algunas veces los monstruos humanos pueden superar la imaginación, como este hombre sin escrúpulos, capaz de las maldades más inhumanas por su ambición.
Por otro lado, el director hace sugerencia también al relato de Job, dotando a Kolya de los atributos de este personaje bíblico. Así como Job, el protagonista es sometido a duras pruebas, en las que se mide su fe, su integridad, la bondad y el no cuestionamiento de los designios divinos.
Otro referente obligado sería el del famoso tratado filosófico de Thomas Hobbes, llamado también Leviatán, en el que da toda una teoría sobre el contrato social, la organización del estado ideal. Presenta al hombre, como parte de un estado cristiano, acatando los Diez Mandamientos, pero no dentro de la oscuridad de la iglesia. Una fuerte crítica al sistema de su tiempo, señalando la responsabilidad del estado de ver sobre sus súbditos, de velar por sus intereses, algo que simplemente no observamos en la cinta, que nos muestra por su parte a un alto representante de la Iglesia Ortodoxa, que se mueve por sus propios intereses y los del alcalde. Sin embargo aparece un sencillo sacerdote, que es quien da señas de comprensión y humanidad, reconciliando al protagonista con su fe.
Asimismo, en el film se percibe una profunda crítica a los valores de la sociedad contemporánea, donde la lealtad, la fidelidad, la amistad están en entredicho. Las leyes no están para proteger a los ciudadanos, sino a las élites del poder, ya sea político, y también religioso. Los hombres ya no tienen en quién confiar, no hay quién vele por sus intereses, ni siquiera los líderes espirituales. La lucha es solitaria y personal, por lo mismo descomunal.
Como espectadores compartimos la desesperación del protagonista, el suspenso aumenta por la prisa que se siente de que el embrollo se resuelva, y el ritmo lento que se maneja en el film nos lleva en ciertos momentos a la impaciencia. Sin embargo, cuenta con lapsos de humor, un tanto irónico, que dan un instante de respiro. Como cuando los protagonistas salen de paseo con sus amigos y sacan unos retratos de líderes soviéticos y rusos para hacer un juego de tiro al blanco. Juego que termina por salirse de control.
La destacable fotografía, a cargo de Mikhail Krichman, es pieza importantísima en el film, desde el inicio, el paisaje te deja sin aliento. La fuerza de las olas del mar golpeando los riscos, los amaneceres silenciosos y fríos, mientras una ballena se aprecia a lo lejos, y los huesos de un animal marino descansan en la arena, son un conjunto de poesía hecha imágenes, con una bellísima composición, pero que transmiten cierta angustia y, por momentos, desesperanza.
El vodka es otro elemento recurrente, su papel es casi protagónico. Kolya y sus compañeros ahogan sus penas y preocupaciones en él, mientras el alcalde abusa por igual de su consumo, llegando a estados grotescos.
Se trata de una historia que si bien ocurre en la Rusia actual, es un relato universal, que podría suceder en cualquier lugar. Habla de la condición humana en general, y de la dificultad de las relaciones interpersonales, que cada vez son más complicadas. Exhibe al hombre en su lucha contra la adversidad y contra las injusticias.
En conclusión estamos ante una película en la que el marco de fondo es una Rusia donde la corrupción es la norma, ya sea política, religiosa, social, y en la que no hay cabida para los justos. Es una denuncia al sistema, a la falta de ética y moral, a la indiferencia ante el sufrimiento ajeno. Es una historia catártica, atrevida por su crítica, ejemplo de una batalla contra la degradación de los valores. Un trabajo titánico, para los que todavía los tienen.
Tráiler:
Ficha técnica:
Leviatán / Leviathan (Leviafan), Rusia, 2014.Dirección: Andrey Zvyagintsev
Guion: Oleg Negin y Andrey Zvyagintsev
Producción: Alexander Rodnyansky
Fotografía: Mikhail Krichman
Música: Philip Glass
Reparto: Vladimir Vdovichenkov, Elena Lyadova, Aleksey Serebryakov, Anna Ukolova, Roman Madyanov, Lesya Kudryashova
Me recuerda «Un enemigo del pueblo» de Ibsen, por su lucha contra la injusticia. Así como «A serious man», de los Cohen ,película que recrea casi en su protagonista a un Job que , en este caso, no hizo buena letra hasta el final Por eso el llamado que abre y cierra esta maravillosa película.
Excelentes actuaciones. La película me pareció larga y por momentos reiterativa conceptualmente. Me remitió a la idea del héroe griego que debe enfrentarse a fuerzas superiores y en este enfrentamiento lo pierdo todo. Creo que la fuerza y la belleza del paisaje no fue explotada lo suficiente. En síntesis una película con muchas pretensiones y logros dudosos.
Muy interesante critica, logra hacernos reflexionar desde el punto de vista teológico hasta el punto de vista filosófico que trastoca la política y la condición del hombre. Se me antojo volver a verla bajo esta óptica.