Bandas sonoras:
Título: Grand Budapest Hotel – BSO
Sello: Universal Music.
Año: 2014
Hay algo muy característico en las composiciones del francés Alexandre Desplat, a pesar de su maleabilidad al momento de asumir diversos proyectos, y es ese sentido musical de la maravilla y el descubrimiento. Stephen Daldry lo supo aprovechar en Tan fuerte y tan cerca (Extremely Loud and Incredibly Close, 2011), una película que indudablemente requería de ese factor ostentoso, tratándose de una búsqueda en expansión que iba desvelando ante los ojos de un niño los portentos de la gran ciudad. Sin pretender encasillar cada uno de los trabajos del compositor en un mismo renglón (ya se aclaró al principio su destacada capacidad para camuflarse) son en este tipo de historias, que mezclan lo trágico con lo fantástico, donde sus habilidades toman matices mucho más creativos, sin desprestigiar su correcto trabajo en películas, como Argo (2012).
Al igual que Dario Marianelli parece inflarse cuando trabaja con Joe Wright, Desplat, nominado ocho veces al premio de la Academia, gana su primer Oscar gracias a su tercera colaboración con Wes Anderson. El Gran Hotel Budapest (The Grand Budapest Hotel, 2014) emula el estilo de un cuento de hadas que atraviesa desde la magia a la desdicha, cuyo acompañamiento musical es tan preciso como esos tilt down y tilt up característicos del lenguaje audiovisual de Anderson.
Desplat reemplaza los instrumentos de su orquesta con una variedad de elementos centroeuropeos, un frenesí de influencias rusas y música romaní, interpretada por balalaikas en su mayoría, sin dejar atrás el uso del címbalo y el piano de salón. Es una composición quisquillosa, dividida en temas cortos, desarrollados desde varios leitmotiv, técnica que consiste en una melodía única que distinguirá a cada personaje, escenario o situación específica.
El primer argumento recurrente plantea su primera aparición en “Mr. Moustafa”, y se repetirá en “The War (Zero’s Theme)” o “The Mystical Union”, por mencionar unos pocos. Es la composición más delicada del conjunto, incluso la más reflexiva, de esencia agridulce para complementar la atmósfera prebélica del cual forma parte el contexto histórico del relato. En cambio, “A Prayer for Madame D.”, con una relevancia mayor del conjunto de cuerdas, persigue el esquema misterioso al estilo Agatha Christie, del que la película hace alarde. Y es desde este punto en adelante, con “Daylight Express to Lutz”, cuando se aprecia por completo la representación musical de la aventura propuesta por Desplat. Trepidante y cargado de energía, completa así el triángulo armónico en el que se basa la banda sonora del Gran Hotel Budapest.
Se reconocen las estructuras clásicas, mucho más en la onda de Jóhann Jóhannsson y su BSO de La Teoría del Todo que de Hans Zimmer e Interestelar. No obstante, es un trabajo para la posteridad, una de las colaboraciones más logradas del compositor, cuyo viaje con Anderson llega a una de sus cumbres. Si seguirán trabajando juntos en el futuro es una pregunta que alegra y asusta al mismo tiempo, quizás porque cuesta imaginar una mejor compenetración entre las partes que la que se logró con Budapest. Un premio de la Academia muy merecido para uno de los músicos más influyentes de la pasada y actual década.
Muy bueno. Pero faltor decir que está inspirada en una novelaq del enorme escritor Stephan zweigh.