Bad Hunter

Sahim Omar Califa es un director ya consagrado en el circuito internacional de cortometrajes. Antes de dirigir Bad Hunter (2013), ya había realizado Bagdad Messi (2012), con el que llegó a estar entre los quince cortos preseleccionados a los Oscar en la edición celebrada el pasado mes de febrero. En 2011 filmó Land of the heroes y como trabajo final de graduación del máster de cine que acabó en 2008 rodó Nan, el verdadero trampolín que le permitió llevar a cabo los trabajos que ha hecho después.

Aún manteniendo el nivel demostrado en sus anteriores películas, en Bagdad Messi se hace evidente el mecanismo desplegado por su director. Las costuras de la historia no terminan de cerrar bien y, a través de ellas, se puede vislumbrar el truco que encierra la historia, cayendo en cierta sensiblería. Sin embargo, en Bad Hunter, Sahim Omar Kalifa da un salto cualitativo, sellando bien las marcas del traje y superando en varios aspectos al anterior.

En primer lugar, cambia radicalmente de registro, al pasar de una historia situada en un contexto, en el que la guerra es parte determinante, y afecta directamente a la historia que se cuenta, aunque su director intente que quede en un segundo plano, para saltar al medio rural y dar rienda suelta a una historia más intimista, cuyo motor es una sutileza puesta en marcha, a través de dobles intenciones que persiguen lo que, a priori, nunca esperaríamos.

En segundo lugar, todo lo anterior termina repercutiendo en el tono utilizado por Omar Kalifa. Bagdad Messi es, sin duda, un drama. Sin embargo, sobre Bad Hunter termina planeando un ligero tono de humor, ya que hay algo alegre y jovial que dota a la historia de un aire de cercanía, y que tiene que ver, sobre todo, con el modo de abordar su tramo final.

Bahoz (Abdullah Taher) es un cazador que vive en el campo con sus padres y que sale a cazar todos los días. Su cosecha suele ser escasa y esta circunstancia provoca la represalia de su padre. Un día, encuentra a una chica, Nisrien (Jar Varsin), que está siendo violada y ve su oportunidad para salvarla. Esta circunstancia cambiará, a partir de entonces, la vida del protagonista.

Así, esta historia permite a Omar Kalifa centrarse en varios aspectos, como son la representación del medio rural en Irak, el lugar que ocupa la mujer dentro de esa sociedad y cómo se encuadra en este marco la familia, para terminar mostrando los valores que hay en ella. Esta última idea tiene que ver con esos casos de honor de los que nos habla Omar Kalifa en la entrevista que le hemos realizado.

De este modo, Bad Hunter nos cuenta una historia de amor desde las imposiciones y las rigideces que marcan a la sociedad iraquí. Y es este aspecto, el de las imposiciones, el que hace valer de un modo extraordinario Omar Kalifa en su historia, ya que es capaz de ponerlas al servicio de la narración y a favor de sus personajes. Para ello se vale de un estilo sencillo pero eficaz, situando la cámara a la altura de los ojos de los actores y a base de planos fijos y escasos movimientos de cámara.

El cortometraje se apoya, por tanto, en un minúsculo momento, casi inapreciable, pero que da sentido a toda la historia, acercándola al espectador con ternura. Bad Hunter surge de ese territorio microscópico y es en su tramo final cuando más resolutivo se muestra Omar Kalifa, creando una atmósfera única e irrepetible entre sus personajes. Mediante un clásico plano/contraplano, capta un fabuloso juego de miradas, a través del cual los personajes dicen y muestran lo que sus labios callan, para cargar de un aplastante subtexto las palabras que sí dicen. El cortometraje se hace aquí inmenso, alcanzando cotas muy elevadas, ya que a través de este bellísimo momento nos damos cuenta de que cada uno se ha puesto una máscara para tapar la luz que alumbra sus rostros. Un hermoso canto a la vida y al modo en que siempre se puede aprender a sacar lo mejor de las peores situaciones.