Dheepan

Jacques Audiard se presentó por primera vez en el Festival de Cannes con Regarde les hommes tomber (1994), dentro de la Semana de la Crítica. Dos años más tarde fue seleccionado para la competencia oficial con Un héroe muy discreto (Un héros très discret), con la que ganó el Premio a Mejor Guion. El salto internacional fue de la mano de Un profeta (Un prophète, 2009), con la que se paseó por los premios Globos de Oro, los BAFTA e, incluso, los Oscar. En Cannes ese año había conseguido el Gran Premio del Jurado. En 2012 también presentó en competición De óxido y hueso (De rouille et d’os). Y este año, contra todo pronóstico, Audiard ha conseguido el máximo galardón del Festival de Cannes.

Dheepan comienza en Sri Lanka, tras la guerra civil. La gente se amontona para lograr salir del país. Una mujer busca desesperadamente a una niña sin familia para que se haga pasar por su hija. Más tarde, encontrará a un hombre para completar la familia que requiere para poder salir de la miseria en la que está sumida el país. Esta es la manera en que estos tres personajes consiguen exiliarse y llegar a Francia, donde esperan encontrar una vida alejada de los conflictos bélicos y las tragedias que estos han dejado tras de sí. La relación impostada de esta familia de conveniencia atraviesa por momentos difíciles de adaptación a la nueva sociedad y también de asimilación de sus nuevos roles familiares. El barrio donde consiguen establecerse, a las afueras de París, es un campo de batalla donde la violencia y los trapicheos forman parte del día a día. En esta ocasión, Audiard vuelve a retratar el proceso de reeducación y reinserción de sus protagonistas en un entorno nuevo, tras un evento traumático que marca su vidas.

Dice Jacques Audiard, en una entrevista, que en Dheepan utiliza la inmigración y demás connotaciones sociales como escenario o telón de fondo para hablar de cómo una familia falsa se convierte, poco a poco, en una real y de la historia de amor que se va construyendo tras todo ese contexto. También declara que antes de la película no sabía situar Sri Lanka en al mapa y que le pareció una idea muy loca que en una película francesa los personajes hablasen en tamil. Parte de esta superficialidad y aleatoriedad de su premisa, se transmite en el film, cuando de manera caprichosa y desvinculada, de una primera parte muy bien definida dentro del cine social, deviene en un segmento final que se abstrae por completo de los cimientos iniciales para transformar a Dheepan en una especie de Travis Bickle, cuando decide poner las cosas en su sitio a través de la violencia. En esta penúltima secuencia, Audiard vuelve a demostrar su solvencia para rodar la violencia y la acción seca. Después de este estallido final, Audiard decide volver al tono anterior con un epílogo conclusivo que ya nadie se puede tomar en serio.

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