Críticas
La violencia como instrumento de comunicación
Convicto
Starred up. David Mackenzie. Reino Unido, 2013.
Nos encontramos con una película del director escocés David Mackenzie, conocido fundamentalmente por el film realizado en el año 2003, Adam Young, protagonizado por Ewan McGregor y Tilda Swinton. En esta ocasión nos hallamos ante un drama carcelario puro y duro, temática que ha dado verdaderas joyas en la historia del cine: recordemos las americanas Cadena Perpetua (The Shawshank Redemption, Frank Darabont, 1994), El expreso de medianoche (Midnight Express, Alan Parker, 1978) o La gran evasión (The Great Escape, John Sturges, 1963); también de Europa podemos citar grandes ejemplos, como la reciente Celda 211 (Daniel Monzón, 2009), La evasión (Le Trou, Jacques Becker, 1960) o Un condenado a muerte se ha escapado (Un Condamné à mort s’est échappé, Robert Bresson, 1956).
Empezaremos por lo que menos nos ha gustado de la película: la traducción en castellano elegida para su título. Su original, “Starred up”, en inglés, viene a significar la adelantada o temprana transferencia de un criminal, del reformatorio de menores a una cárcel de adultos, y eso es precisamente lo que le sucede a nuestro protagonista, a Eric Love, interpretado por Jack O’Connell. En pocas palabras, una desagradable promoción. Sin embargo, no sabemos a quién se le ha ocurrido la sutileza de traducirlo por “Convicto”, cuando esta palabra en castellano, según el propio diccionario de la lengua, únicamente significa reo al que se le ha probado su delito, aunque no haya confesado, en contraposición o como adelanto a convicto y confeso. Nada que ver con el contenido de la película, aunque no es novedad, ya que de traducciones de títulos aún más absurdas está repleta la historia de este arte.
David Mackenzie, partiendo de un guión de Jonathan Asser basado en sus propias experiencias personales como terapeuta carcelario, nos adentra con su cámara en la prisión, acompañando al mismo protagonista en su ingreso, y sin ahorrarnos ningún detalle del proceso, que incluye un profundo cacheo totalmente desnudo y hasta casi las mismas entrañas. A partir de ese momento, prácticamente ya no suelta a su presa, a quien persigue con soltura a lo largo de pasillos y celdas, nerviosamente, en un montaje muy rápido que deja sin respiración ante el inconcebible pero por desgracia creíble ambiente de violencia y corrupción. La sensación de sordidez y claustrofobia se enfatiza con el enclaustramiento de las imágenes en pantalla anamórfica, con un relato lineal en que lo primordial es el aquí y el ahora, lo que está sucediendo en ese momento, la acción de los personajes en su devenir de furor y ensañamiento, retratándolos como verdaderas bestias enfurecidas, y dejando veladamente a la complicidad del espectador el intuir el penoso pasado del preso protagonista, Eric Love, aquellas penalidades sospechadas que han terminado abocándolo a esas primarias reacciones de agresividad extrema. La maestría de Mackenzie, desplazándose con su cámara nos ha recordado la que mostró hace poco el mexicano Alejandro González Iñárritu en su última película, Birdman (2014), recorriendo los interiores, escenario, pasillos y camerinos del teatro en donde se desarrollaba la acción.
El panorama es desdichado y dantesco, no ahorrándose el realizador la muestra de ninguna de las miserias de ese microcosmos, donde la falta de libertad no sólo es física, sino también mental. Parece que la única preocupación y ocupación de los presos es seguir desarrollándose muscularmente para no ser devorados por el resto de internos o por funcionarios vulneradores de todos y cada uno de los derechos que pertenecen a cualquier ser humano, esté o no entre barrotes.
El futuro parece no existir, y la posibilidad de reinserción, o incluso el intento de una terapia hacia la reinserción se intuye abocado al fracaso o incluso al olvido. No hay verdaderas intenciones por parte de las autoridades para intentar buscar esa finalidad de rehabilitación en sociedad que debe tener toda pena, y parece que en la mayoría del colectivo de funcionarios de la prisión, el castigo, la privación de libertad, se traduce únicamente en un purgatorio por el que deben transitar los presos esperando la llegada del infierno. Lamentablemente, no estamos hablando de una cárcel del tercer mundo, sino de una situada en el Reino Unido, en pleno siglo veintiuno.
El único rayo de luz que asoma en el film, además del papel desprendido y generoso del terapeuta, Oliver (Rupert Friend), que trabaja incluso sin cobrar, únicamente por convicciones personales, es el correspondiente a la relación paterno-filial que se describe entre el protagonista, Eric Love, y su padre, Neville (Ben Mendelsohn), encerrado en la misma prisión desde muchos años antes. El odio que el joven ha acumulado durante demasiado tiempo frente a su padre por la soledad y el abandono que ha padecido, se combinan con el amor y la admiración que también siente o va sintiendo por su progenitor, explotando todo ello en una sucesión de acontecimientos muy tensos, que combinan el terror y la violencia extrema con ciertos instantes entrañables. Resulta paradójico que el apellido de la pareja protagonista sea “Love”, precisamente amor en el idioma inglés.
Las interpretaciones de los actores son muy acertadas, destacando al veterano Ben Mendelssohn, y especialmente, como sorpresa muy grata, al joven Jack O´Connell, quien ya había dado muestras de sus dotes interpretativas en This is England (Shane Meadows, 2006). Con posterioridad a la realización de este film destacaría en ’71 (Yann Demange, 2014), por el que fue nominado a Mejor Actor por los Premios del Cine Independiente Británico. En Convicto, sentimos con él su furor, desconcierto, la rabia y el instinto de supervivencia.
La Liga Howard para la Reforma Penal, una organización benéfica, indicó que el número de suicidios en prisiones del Reino Unido alcanzó el número de 84 presos en el año 2014, una cifra que no causa ninguna extrañeza cuando tienes todavía vivas las duras y brutales imágenes de esta película de David Mackenzie.
Tráiler:
Ficha técnica:
Convicto (Starred up), Reino Unido, 2013.Dirección: David Mackenzie
Guion: Jonathan Asser
Producción: Sigma Films. Film 4. Lipsync Productions. Quickfire Films
Fotografía: Michael McDonough
Reparto: Jack O'Connell. Ben Mendelsohn. Rupert Friend. Sam Spruell. David Ajala. Peter Ferdinando. Anthony Welsh
Una excelente exposición de la película. Tras leerla, la película me ha resultado mucho mejor y con más contenido. Sólo hago una pequeña observación, en este caso lo correcto al nombrar el idioma al que se ha traducido el título no es el Castellano sino el Español, al ser el título original en Inglés y no en otra lengua oficial hablada en España, pudiéndose usar en este último caso, si se desea, el término Castellano.
Hola Javier.
Gracias por tus comentarios
Solo quería incidir en que el artículo 3 de la Constitución Española reconoce expresamente que «El castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla. Las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con sus Estatuto».La lengua oficial que se habla en España no es únicamente el castellano, sino también el catalán, el gallego, el vasco…
Saludos,
Pilar
No podría estar más de acuerdo (con la respuesta de Pilar): el castellano es la lengua oficial…
pues a mi me estaba pareciendo una gran película hasta que me he encontrado un tramo final del todo ido de la olla absolutamente inverosímil , y un error de casting con gente muy poco intimidante físicamente, empezando por el padre…
Vaya por delante que me gustado la crónica.
Muy de acuerdo en lo del «castellano»… pero muy en desacuerdo con lo de la «traducción».
Punto uno y único: las películas no se traducen, no necesariamente, al menos. Yo diría que hay TRES formas de «titular» una película desde el inglés o cualquier lengua:
1.- se traduce (a ver quién le pone el cascabel al gato: «Transferido a la cárcel», podría ser, pero es muy largo).
2.- se le da un nuevo titulo («Convicto»: este es el caso -adecuado o no. Es opinable-), y
3.- se queda como está («Starred up»).
Me da la ligera impresión de que aquí se mezclan dos conceptos: «start up» y «star up», que es de donde viene el titulo original «Starred up».
No estoy, pues, de acuerdo cuando dice (Pilar) que «Nada que ver con el contenido de la película…»: sí tiene que ver: es la transferencia de un «infractor menor» desde una institución para menores delincuentes a un establecimiento penitenciario para «mayores» (cárcel): eso es «to be starred up», en inglés (de Inglaterra).
Sin embargo no podría estar más de acuerdo cuando dice » aunque no es novedad, ya que de traducciones de títulos aún más absurdas está repleta la historia de este arte.»