Entrevistas
Entrevista a Javier H. Estrada, responsable de programación de Filmadrid.
Javier H. Estrada, además de crítico de cine y componente del consejo de redacción de revistas como Caimán – Cuadernos de cine y Secuencias, es también programador del festival de cine Lima Independiente y ha sido el responsable de la programación del Festival internacional de cine de Madrid, Filmadrid.
Javier, cercano y accesible, transmite un deseo incontenible de ver y hablar sobre cine. El último día del festival atiende a EL ESPECTADOR IMAGINARIO en un piso de la Calle Fuencarral, que ha servido como centro de operaciones para sus organizadores. En una estancia diáfana de la vivienda nos sentamos alrededor de una mesa. Hay una ventana abierta. Fuera no termina de lucir el sol, pero Javier se encarga de iluminar con su pasión este día que viene marcado por el fin de la primera edición de este recién nacido festival.
Raúl Liébana (RL): Enhorabuena por la programación y por el inicio de Filmadrid, ¿Qué ha supuesto para usted?
Javier H. Estrada (JHE): Todo el proceso ha sido de realización absoluta, porque mi idea del cine es que prácticamente desde cualquier rincón del planeta se están realizando cosas interesantes. Ha sido la oportunidad de mirar a todos los lugares e ir eligiendo lo que me impresionaba, lo que pensaba que iba a cuadrar bien en las competiciones, tanto en la Sección Oficial como en Vanguardias.
RL: ¿Qué impresión se lleva como programador del mismo una vez finalizado?
JHE: La impresión es de mucha sorpresa. No nos esperábamos lo que está sucediendo. Es un festival que nace sin apoyos institucionales, ni privados, realmente, sin publicidad en las calles, sin publicidad en los periódicos. Lo que nos temíamos, o lo que habíamos asumido, más bien, es que el público iba a ser de mitad de sala para abajo y lo que ha ocurrido ha sido todo lo contrario, siempre ha habido más de la mitad de la sala y muchos llenos, como en Casa Encendida con todos los programas duros de experimental.
RL: ¿Cree que puede haber aflorado una cinefilia que no se viera antes debido a la ausencia de propuestas como esta?
JHE: Honestamente, si nos tiramos a la piscina era porque en el fondo creíamos que iba a haber un público, porque esto no lo hacíamos para nosotros, lo hacíamos para vosotros, obviamente. Sí, pensábamos que eso tenía que existir. Lo que más hemos tenido es gente joven. Gente de 25 a 35 años de media. Es maravilloso. Por tanto, existe una juventud, una nueva generación cinéfila que se atreve con propuestas que no son las más comerciales, que no son las más fáciles. Eso es pasión. Eso es cinefilia. No todos los chicos están con la Play Station.
RL: Al tratarse de la primera edición, ¿cómo surge y cómo empieza a ponerse en marcha?
JHE: Aquí hay dos pilares. Uno es Pasajes de Cine, que es una asociación creada por Nuria Cubas. Básicamente, es un proyecto en el que ella mostraba piezas, la cara B de cineastas jóvenes que ya habían despuntado. Por ejemplo, Ahmad Natche, cineasta de origen palestino que está de jurado en Filmadrid y que hizo A dos metros de esta tierra. En Pasajes de Cine también está Fernando Vílchez. En un momento dado, piensan que el proyecto está bien, pero que hay que dar un salto. Entonces me proponen hacerme cargo de la programación. Pero esto tiene un matiz y es que yo con Fernando ya estoy programando un Festival peruano que se llama Lima Independiente. Se trataba de trasladar su espíritu a Madrid en cuanto a la línea de programación. No se trata de hacer una copia el uno del otro. Cada uno tiene sus matices, pero en este caso el elemento peruano es el que ilumina el de Madrid.
RL: Ha citado a los directores del festival, Fernando Vílchez y Nuria Cubas. ¿Qué papel han jugado en el arranque del mismo?
JHE: Su papel ha sido el de las piezas fundamentales, coordinadores y organizadores de todo. Lo que se dice, los directores. Y lo han hecho, creo, que de una forma espectacular, porque también hay que tener en cuenta que Fernando Vílchez no había llegado a tener ese cargo de director en Lima Independiente y Nuria Cubas no tenía una experiencia en festivales. Es alucinante que hayan podido hacer el trabajo con la calidad, el rigor y la seriedad con la que lo han hecho, sin tener esa experiencia.
RL: ¿Cómo ha sido su relación con ellos?
JHE: Me han dejado total libertad, porque propongo lo que quiero. Ellos lo ven. Discutimos. Y hay cosas que entran y cosas que no entran. Cuando me dijeron si quería ser el responsable de programación de Filmadrid, ya sabían lo que tenía en la cabeza. Nos conocemos desde la universidad y saben el tipo de cine tan variado que les iba a proponer.
RL: ¿Cuál ha sido el mayor reto al que se ha enfrentado para poner en marcha el Festival?
JHE: El reto fue conseguir reflejar un panorama cinematográfico del mundo, siendo fiel a nosotros mismos, pero sin ser dogmáticos. En Filmadrid pretendemos abrir puertas, no simplemente cerrar todas y dejar una. Esa era la clave. Un festival con una línea muy marcada y muy definida no es lo que me interesa, ni a Nuria ni a Fernando, tampoco. Por tanto, se trataba de encontrar un equilibrio entre toda esa variedad geográfica de géneros, de matices, de lenguajes. Ese fue el reto. Y la diversión.
RL: Escribe en una revista académica de cine, es crítico de cine, además de profesor y programador. ¿En qué punto convergen todas estas funciones?
JHE: Sobre todo me considero crítico de cine y programador, que es a lo que más horas he dedicado y es lo que más me apasiona. De entrada diría que el nexo común es la cinefilia, que es algo que precede a todo lo que has comentado y que viene desde que tengo trece años. Hasta mucho tiempo después no ejerzo ninguna de estas funciones, pero lo importante es lo primero, la cinefilia que surge en la adolescencia y que nunca te suelta. Este sería el punto común para mí.
RL: ¿Qué pasó a la edad de trece años para que se despertara esa cinefilia tan voraz?
JHE: Fue algo muy concreto. Estaba en casa y empezaba a ver películas. Películas que no eran buenas. Un día que me grabé «Días de cine». Era muy tarde y por los horarios del colegio no podía verlo. Ahí encontré un reportaje que hizo Sergi Sánchez, el crítico, sobre Happy Together, de Wong Kar Wai. De repente, había descubierto unas imágenes que no había visto nunca. Lo que veía me fascinaba como nunca lo había hecho nada. Y, además, me parecía muy extraño. Es como si de repente hubiera una letra más en el abecedario. Apareció un nuevo lenguaje. Y entonces fui a ver la película y me cambió la vida. Y en esa época se estrenó también El dulce porvenir, de Atom Egoyan, y El sabor de las cerezas, de Kiarostami. Fue un momento clave. Sobre todo por las películas de Wong Kar Wai y Kiarostami. Ahí empezó la voracidad. Empecé a comprarme Cahiers du Cinema. La anécdota es que yo iba a la librería Ocho y Medio a comprarme libros en francés sobre Wong Kar Wai y la vendedora, María, alucinaba. Por ejemplo, mi madre iba también cuando era mi cumpleaños y compraba alguna cosa realmente absurda para un niño de trece años, a priori. Pero ya estaba el lío montado. Ya no había vuelta atrás (risas).
RL: Retomando las funciones de las que hablábamos, ¿cómo se aúnan a la hora de confeccionar la programación de un festival?
JHE: Es una cuestión de instruirse mucho. Sobre todo ves muchas cosas. Pero sobre todo hay que diferenciar. Este año he aprendido a quitarme el chip de crítico. No puedes programar así. Simplemente tienes que dar un paso atrás. Por otra parte, no hay una sola de las películas que haya programado, que no pueda defender. Amo todas las películas y si hubiera alguna que no me hubiera arrebatado, no estaría en el festival.
RL: Se mueve entonces en una encrucijada, ¿ha gozado de total libertad?
JHE: Total libertad. Obviamente, todas las películas se discuten. En el 99% de los casos yo les digo «yo creo que tiene que entrar» y a partir de ahí comienza una discusión y normalmente estamos en sintonía perfecta y, a veces, no. El programa es como una película para un cineasta. Siempre piensas en cómo acabará la cabeza de alguien que pueda ver todas las películas de una de las competiciones. Si realmente le has estimulado, le has agitado. Luego está el modo en que se conforma la parrilla de horarios. Todo cuenta.
RL: Cada festival, entonces, intenta construir un discurso ¿Hacia dónde quería llevar a Filmadrid en esta primera edición?
JHE: Interesaba mucho para esta primera edición la figura del explorador, películas como Theeb, Things of the Aimless Wanderer, O touro, Songs from the North. Son visiones de una figura externa que entra en un espacio que le es hostil o desconocido. Pero también lo que queríamos dejar claro era la relación Norte-Sur. La relación Occidente-Oriente. Es la idea básica de Filmadrid, que haya un diálogo muy intenso.
Se trata de plantear que en muchas películas lo que se ve es una realidad estancada. Yo puedo ver que The Reaper muestra que el conflicto de los Balcanes no está superado en el interior del alma croata. Que Things of the Aimless Wanderer plantea que existe un neocolonialismo y lo muestra. No es tanto un problema de razas, como de géneros. Los dos hombres que aparecen, el blanco y el negro, en realidad lo que están haciendo es aprisionar a la chica protagonista. Igualmente, plantea que la idea del colonialismo no está superado. Stinking Heaven es una reflexión sobre la cara más sórdida de Nueva Jersey de los años 90. Es esa cara de los Esados Unidos que creo que pocas veces hemos visto con esa fuerza, con esa crudeza. Y lo muestra con un país que tiene unas partes que están estancadas, que están podridas. Li Wen at the East Lake, ¿hacia dónde va China? Es escalofriante. Décor, que aparentemente parece escapismo puro, es un melodrama que tiene una lectura política tremenda en cuanto a Egipto contemporáneo.
RL: ¿Qué supone para usted Theeb en esta programación?
JHE: Es de las películas imprescindibles. Luchamos mucho por conseguirla. Costó traerla. Es una película que da mucho aire. Junto con Décor muestra una cara que no es la más visible de la programación, la más visible quizás sea una indagación hacia búsquedas formales que realmente es lo que más me interesa del cine. Por ejemplo, Décor es una película clásica, pero inspirada en el cine clásico egipcio. Otra cosa es que el cine clásico egipcio bebiera del cine de Hollywood. El camino es este. O sea, no es que Décor esté inspirada por Hollywood. Está inspirada en los clásicos del cine egipcio. Entonces que estas dos películas llegasen a utilizar determinadas estéticas más clásicas, para mí era muy importante. Sobre todo me interesaba sorprender, más que crear una linealidad.
RL: ¿Se plantearon empezar con algo diferente a Cavalo Dinheiro?
JHE: Esa era una cuestión innegociable. Este primer año toda la cinefilia que teníamos acumulada ha salido aquí. Nosotros soñábamos empezar así. Costa significa muchísimo para nosotros. Costa y Lav Díaz, por una cuestión generacional, son los cineastas más importantes. Igual que para otro, si tuviera otra edad, sería Godard. Recuerdo una frase de Fernando y Nuria que decía que «solo empiezas un festival una vez«. Ya veremos en el futuro si pondremos algo más ligero, no sé… Este festival ha empezado con Cavalo Dinheiro de Pedro Costa, con su presencia. Creemos que no se podía empezar mejor.
RL: La proyección de Décor se dedicó a Alberto Elena, ¿Qué supone para usted su figura?
JHE: Todo lo que quieras. Alberto era mi amigo ante todo. Es como una especie de maestro, pero él nunca me dio clase, y creo también que eso fue bueno, por la relación que tuvimos es que yo le admiraba muchísimo. Es un hombre que me abrió los ojos a mil cosas. Gracias a su iluminación yo empecé a ver muchas cosas. Fue una amistad maravillosa de lo que yo aprendía siempre. Me ha pasado muchas películas Alberto. Muchos libros. Es una figura guía. Hay figuras que aparecen en tu vida y te cambian un poco. Alberto Elena, por una parte, y Carlos F. Heredero, por la otra. Para mí son dos personas que me han dado muchas oportunidades. Han confiado mucho en mí. Lo que pasa que claro, Alberto tiene una enfermedad que ha arrastrado durante muchos años y a pesar de haber luchado contra ella, al final fue un golpe. La historia está en que, salvo milagro, yo nunca hubiese podido programar Décor si no hubiese sido gracias a Alberto Elena. Gracias a él vi muchas películas de cine egipcio. Ha sido una figura esencial. Muy bondadoso.
RL: Luego hemos tenido, algo que ya ha comentado, pasajes de cine con joyas como Pueblo, Las pequeñas cosas o La inmensa nieve…
JHE: Esta sección la han programado Fernando y Nuria. Había cosas que yo les decía que les podía interesar. Por ejemplo, La inmensa nieve me encanta. No quisimos meter cortos en Sección Oficial, es decir, introducir largometrajes y cortometrajes. Lo que se habían planteado era buscar un grupo de jóvenes cineastas que estén haciendo algo interesante, reivindicar el corto como algo absoluto, no como un paso intermedio al futuro y manteniendo el espíritu de pasajes de cine como asociación. Una sección muy rigurosa y con obras muy buenas.
RL: Y ahora el festival de cine de Lima Independiente que cumple su quinta edición…
JHE: Este año creo que va a ser el mejor Lima Independiente que tendremos. Por ejemplo, Pedro Costa va a ir a Lima. Pedro Costa nunca ha estado en Perú. Va a ser la sensación. La gente ya está emocionada. Va a ir por primera vez también Luis Miñarro. Y también estará Ion de Sosa. Habrá un taller de crítica, que voy a coordinar con un montón de chicos que se han apuntado. Y habrá un foro para el impulso de proyectos cinematográficos.