Críticas
Aberraciones sin freno
Cautivos
The Captive. Atom Egoyan. Canadá, 2014.
La última película del director canadiense de origen armenio, Atom Egoyan, presentada el año pasado en la sección oficial del Festival de Cannes y recibida con abucheos, ha llegado a nuestras pantallas aproximadamente un año más tarde. Egoyan, realizador de extensa trayectoria y obras tan exitosas como El liquidador (The Adjuster, 1991), Exótica (1994), El dulce porvenir (The Sweet Hereafter, 1997) o El viaje de Felicia (Felicia’s Journey, 1999), aborda en esta ocasión un intenso drama con planteamiento de thriller, en el que la trama central escudriña en el turbio, enfermizo y repugnante mundo del abuso sexual y maltrato de menores, delitos abyectos que pueden llegar a resultar realmente repulsivos si además son cometidos con la ayuda de las más modernas y avanzadas tecnologías.
Atom Egoyan no suele resultar un director precisamente comercial en sus planteamientos narrativos, ya que prefiere trabajar con una estructura compleja, de forma nada lineal en su desarrollo, y buena muestra de ello resulta este drama situado en Canadá, en la región de Ontario, con imágenes visuales invernales muy potentes, característica de muchos de sus trabajos, acompañando al gélido ambiente el duro y desesperado itinerario de los protagonistas. Egoyan prefiere establecer un diálogo con el espectador, convertir el comportamiento de este último en un trabajo activo, y procede a fragmentar y convertir en un rompecabezas la narración, consiguiendo con ello acumular curiosidad, tensión e intriga sobre lo que se está viendo, sus causas y sus consecuencias. En esta película, la acción se desarrolla a lo largo de ocho años, pero los saltos temporales entre ellos son constantes, y no se termina de cerrar el círculo de acontecimientos hasta el remate del film.
La complejidad de la estructura, la dificultad de tener presente cuál es el punto narrativo de cada escena, se complica además por una utilización muy elevada de las múltiples posibilidades expresivas e instrumentales que ofrecen las nuevas técnicas. Parece que es la intención del realizador, y verdaderamente lo consigue, el establecer un desafío con el espectador, el de provocar, para con ello acaparar toda su atención. También se encuentran y destacan en Cautivos las emociones psicológicas de los personajes que, como es habitual en Egoyan, son tratadas desde la distancia, fríamente, en un marco de laboratorio visualmente muy atractivo pero enigmático, rebuscado y retorcido.
Y precisamente, entre las que creo que se encuentran las mayores virtudes del realizador, la complejidad en conyunturas y sentimientos, fue lo que peor se acogió por la crítica, en general, en el estreno de Cannes: vieron las situaciones poco creíbles, el narcisismo del realizador llevado a un engolamiento excesivo, una falta de enfoque y credibilidad… Es posible que lo enrevesado de la trama lleve a determinados espectadores a sucumbir en el sentimiento de “falso”, pero creemos que por lo inhabitual y poco real que parecen los acontecimientos (ojalá verdaderamente no fueran ni siquiera en parte reales), precisamente decíamos, por esa insólita y sorprendente atmósfera, la habilidad del director es todavía más patente en conseguir que nos introduzcamos e intentemos saber, sentir y comprender, que no compartir, tanto las psicologías más perversas, como las más desamparadas.
Atom Egoyan, a lo largo de su carrera, ha demostrado ser un magnífico director de actores, pero en esta ocasión, la conexión ha fallado, y ni siquiera destaca especialmente la interpretación de Ryan Reynolds, bastante insustancial en un papel, en principio dirigido al lucimiento personal. Abusa de la violencia y la cólera, en lo que debería ser el espejo de la culpa, la pérdida y la soledad. Lo más patético del equipo de actores es la caracterización que hace Kevin Durand del “malo de la película”. No sabemos si a indicaciones del director o no, pero en todas sus intervenciones, parece haber sufrido una parálisis facial que, desde luego, si se ha producido, no viene explicada.
La música de Michael Danna contribuye a enfatizar el clima misterioso e inquietante del ambiente, habiéndose elegido magníficamente las arias de La Reina de la Noche de La Flauta Mágica de Mozart, para subrayar la maldad intrínseca del personaje que interpreta Kevin Durand.
Seguimos viendo en el cine de Egoyan una evidente inclinación por la búsqueda de ambiciones artísticas, de construcciones formales muy buscadas, originales y logradas, que llaman a la inteligencia del espectador para que colabore en la construcción final de la idea que filma, en la tarea de desnudar el alma, la esencia de su mirada. El director es consciente de la singularidad del arte cinematográfico, de su forma diferente a otras disciplinas artísticas, de la trivialización que ha alcanzado la circunstancia de crear imágenes con las nuevas tecnologías, de fácil accesibilidad para la inmensa mayoría. Por ello convierte su película, sus películas, en complejos desafíos que transforman la experiencia de ver un film, en algo valioso, diferente y merecedor de intensa atención.
Creemos que Atom Egoyan también lo ha conseguido en esta ocasión, probablemente en un menor nivel de inspiración que otras obras suyas, provocado posiblemente por la carencia de buenas actuaciones, y por lo manido de la temática central en numerosos thrillers televisivos; además, alguna subtrama está metida con calzador, el desenlace final probablemente sea “demasiado” amable, dentro de las circunstancias, y la persecución de “todoterrenos” casi en la terminación, recuerda demasiado a cualquier vulgar producto hollywoodiense.
Terminada de ver la película, una vez recompuesta, asimilada, descubierto que lo trucos no eran tales sino posibles realidades, nos entra frío, mucho frío, y lo que verdaderamente al final nos acaba carcomiendo es ese futuro que espera a quienes han sufrido personalmente, tan intensa y durante siempre demasiado tiempo, esos gravísimos traumas físicos y psíquicos a los que nos acerca el film. El recuerdo, los sentimientos de culpa y las secuelas, probablemente, conviertan ese horizonte en algo parecido al infierno.
Tráiler:
Ficha técnica:
Cautivos (The Captive), Canadá, 2014.Dirección: Atom Egoyan
Guion: Atom Egoyan. David Fraser
Producción: E1 Entertainment. Ego Film Arts. The Film Farm
Fotografía: Paul Sarossy
Música: Mychael Danna
Reparto: Ryan Reynolds. Rosario Dawson. Scott Speedman. Mireille Enos. Kevin Durand
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