Críticas

El delirante poder de la ficción

Blind

Eskil Vogt. Noruega, 2014.

Cartel de la película BlindBlind se ha convertido en toda una carta de presentación para su director, el debutante Eskil Vogt. La ópera prima del autor noruego le ha valido reconocimientos tan sonados como el premio al mejor guion en el festival de Sundance, aplaudidos paseos por Berlín y Estambul, amén de una rendición incondicional del público y la crítica de su país de origen, traducidos en 7 nominaciones y 4 premios (incluido mejor film) en los premios de la Academia de cine noruego. Tanto galardón ha abierto las puertas a la distribución internacional de la película que, casi un año más tarde, se estrena por fin en nuestras pantallas. Ahora podemos comprobar que tanto revuelo está justificado, aunque, de antemano, podemos decir que Vogt se ha esforzado en realizar una película personal y diferente, apostando por un juego de sensaciones explicadas a través de imágenes poderosas, difíciles y, a veces, perturbadoras.

En su debut, Vogt nos sumerge en el mundo de Ingrid, escritora que acaba de quedarse ciega, en pleno proceso de aceptación de su nueva vida, privada de un sentido primordial. La protagonista todavía evita el mundo exterior y ha convertido su piso en un bunker donde da rienda suelta a su imaginación. Entre las cuatro paredes de su autoimpuesto exilio, Ingrid escribe un relato que acaba por ser el exorcismo de sus propios miedos y frustraciones, a las que decide hacer frente de manera poco consciente, empujada por la fuerza de las vidas inventadas de los protagonistas de su ficción.

Vogt fabrica un juego de espejos, realidad caleidoscópica en el que la vida real se refleja en un mundo ficcional, tan palpable y convincente como el de la propia escritora. Los personajes del relato dentro del relato parecen cobrar vida en la cotidiana soledad de Ingrid, inmersa en un proceso de reconstrucción no exento de cierto espíritu destructivo. La existencia de la protagonista se difumina con los avatares surgidos del cuento, transformado en un viaje a los miedos más profundos alimentados por la ceguera.

Imagen de BlindEl director noruego ha construido un mundo bajo sus propias reglas, con atrevimiento y valentía, que dan el sello a una película que no deja indiferente. Las imágenes de Vogt son un ejercicio de realismo llevado a límites extravagantes, puesto que esa obsesión por lo cotidiano deriva en momentos premeditadamente confusos, tan inventivos como estrafalarios. La narración se deja llevar por la naturalidad del cuento, como si el propio director lo estuviese escribiendo de manera improvisada en sus imágenes, mutantes y sorprendentes, sometidas a las necesidades de un director que sabe que pisa un terreno resbaladizo. Aún así, con alegría casi suicida, está tan seguro del poder de su película que no renuncia ni por un segundo a la idea primordial de sorpresa que sustenta cada minuto del filme. La ambición de la propuesta se nota en el control milimétrico de cómo nos quiere contar Vogt la historia de Ingrid, a base de planos arriesgados, impregnados de cierto feísmo usado con brillantez efectista. Las imágenes de Blind son inmersivas, un juego perverso con las sensaciones del espectador, obligado a ser una víctima de los desvarios de Ingrid. Vogt se recrea con su cámara en los puntos de vista, a veces inverosímiles, para someternos a una experiencia que puede resultar incómoda en según qué momentos. No hay barrera o intimidad que no sea derribada por el debutante director. En ese aspecto, Blind es una de las experiencias más extrañas y sensoriales que he vivido en un cine últimamente. Vogt ha firmado un lenguaje propio, sello personal que, para bien o para mal, definirá su cine en el futuro.

El recorrido completo de sensaciones va más allá de la imagen. El sonido tiene tanta presencia como el estilo visual, y los silencios se acentúan con intuición como complemento esencial que dibuja emociones completas en el espectador. La escasa y minimalista banda sonora tiene momentos de protagonismo brillante, que marcan el paso entre las escenas, que mezclan la teatralidad de las situaciones cotidianas y los diálogos, a veces inconsistentes y dubitativos (como en la vida misma), con esos cambios inesperados a los que hacíamos referencia, capaces de sacar de la película al espectador poco atento.

La protagonista de BlindBlind es un artificio literario que permite a su director toda la picaresca cruel de la que hace gala en esta película. El relato dentro del relato permite a Ingrid jugar con su propia frustración volcada en sus personajes, sobre los que no tiene ninguna piedad. La responsabilidad del creador sobre sus fantasías es una de las reflexiones secundarias de la película, pero, en el fondo, a pesar de toda su artillería, Blind es una película mucho más convencional de lo que está dispuesta a admitir con su propuesta. Tras los malabares visuales, la obra de Vogt no pasa de ser una historia sobre un matrimonio en crisis. Por supuesto, esto se completa con un amalgama de emociones que van desde la soledad, la incapacidad de relacionarnos con los demás en un mundo cada vez menos sensible o el miedo a una sociedad hostil, acrecentado por la discapacidad de la protagonista. Presenta la complejidad humana necesaria para que el conflicto principal gane resonancia en la tramposa historia coral, que resulta en su último tramo en algo más convencional que lo visto por los compases iniciales de la película.

Blind es una película que refleja la obsesión de su director en crear algo diferente y rompedor, un amalgama de imágenes y sensaciones que descoloque incluso al cinéfilo de vuelta de todo. Por supuesto, a pesar de sus virtudes, falla de manera evidente en esas intenciones, puesto que cae en una serie de lugares comunes que limitan sus arriesgada apuesta.

Una película original, pero víctima de una obsesión malsana por el cómo contar la historia que mutila un tanto el qué contar. A pesar de eso, es elegante, inteligente y llena de momentos de gran cine. Los abracadabras de Vogt son lo suficientemente llamativos y el resultado final, convincente en conjunto, para que merezca la pena pasar por taquilla. Os ofrecerá algo diferente y con más riesgo que la mayoría de las películas en cartelera, y además está el recital de Ellen Dorrit Petersen, centro de toda la narración, que borda el papel de la escritora ciega. De aplauso.

 

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Ficha técnica:

Blind ,  Noruega, 2014.

Dirección: Eskil Vogt
Guion: Eskil Vogt
Producción: Lemming Film, Motlys
Fotografía: Thimios Bakatakis
Música: Henk Hofstede
Reparto: Ellen Dorrit Petersen, Vera Vitali, Henrik Rafaelsen, Marius Kolbenstvedt, Stella Kvam Young, Isak Nikolai Møller, Jacob Young, Nikki Butenschøn, Erle Kyllingmark

2 respuestas a «Blind»

  1. Santiago, estupenda crítica, y te envidio, «entre comillas», por no haberle sacado tanto jugo a la película y no haberla disfrutado tanto como tú. Le daré otra vuelta con tus reflexiones.

  2. Buena critíca, generalmente discrepo con los críticos, pero exeptuando pequeñas discrepancias debo reconocer que es una critica buena.

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