Festivales 

48ª Festival Internacional de Cine Fantástico de Sitges

Festival de Sitges 2015

El Festival Internacional de Cine Fantástico de Sitges cierra su 48ª edición tras once días en los que se han proyectado 164 películas representativas del mejor cine fantástico de la temporada. Es muy frecuente que aquellos que nunca han asistido al Festival tengan una idea equivocada de lo que representa y a lo que da cabida dicho evento. Esto es debido a que todavía existe un gran prejuicio referido a sus límites, a pesar de que en los últimos años se ha evidenciado un aumento en la incursión de cintas de género dentro de la selección de los festivales internacionales más importantes. El ámbito del fantástico es irrefrenable. No todo Sitges es género de terror e incluso, no toda la narrativa de terror son sierras mecánicas, vísceras, sangre y persecuciones. El fantástico no entiende de barreras ni de estándares y es tan amplio que con intentar definirlo estaríamos acotando su dimensión, lo que sería todo un despropósito. Tal vez sería más fácil contestar a la pregunta inversa: ¿qué no es género fantástico? Los subgéneros del fantástico son múltiples y entre ellos existe una dinámica que tiende a su fusión para reformular, una y otra vez, los códigos que convergen en lo terrorífico, lo ilusorio, lo imaginario, lo experimental, detrás de lo que casi siempre se esconde un más allá. Esta gran profusión de posibilidades que se exponen en el escaparate del Festival de Sitges es lo que hace que algunos apasionados del fantástico nos asomemos, año tras año, para intentar comprender el estado de mutabilidad constante del panorama cinematográfico y disfrutar de sus múltiples propuestas.

Este año el Festival rendía homenaje a Seven (David Fincher, 1995) por su vigésimo aniversario y daba comienzo con una de las mejores inauguraciones que ha podido llegar a ofrecer a lo largo de su historia con The Witch (Robert Eggers, 2015). Una ópera prima de terror de altísimo nivel que nos traslada a una época en la que las fuerzas demoníacas encontraban a sus víctimas, aquejadas de los ámbitos rurales, sobreviviendo en las lindes de un bosque.

Jurado de Sitges 2015The Invitation (Karyn Kusama, 2015) ha sido la película ganadora de esta edición, bajo el criterio del jurado formado por el director Javier Ruiz Caldera, el actor Carlos Areces, la editora y ensayista Kier-la Janisse y los productores Jarod Neece y Fernando Ronchese. The Invitation cumple sobradamente con el propósito de proporcionar una buena dosis de intriga, tensión, terror entre cuatro paredes y tragedia humana. El mismo Carlos Areces, durante la rueda de prensa en la que se anunció el palmarés, declaró que “por norma general, los premios se los suelen llevar las películas que no molestan a nadie”. Una declaración de principios que casa bien poco con el ideario del propio festival. En todo caso y volviendo a referenciar sus propias palabras “los premios no son más que nuestros propios criterios, aceptarlos”. Por otro lado, bien es cierto que las películas premiadas en esta edición han estado muy en la línea del sentir general, sobre todo en lo que se refiere a la Sección Oficial, pero siempre se echan en falta algunos títulos dentro del largo listado de premiados, como es el caso de Green Room (Jeremy Saulnier, 2015) y más a título personal, High-Rise, de Ben Wheathly. El Premio Especial del Jurado y el de Mejor Guion han recaído en The Final Girls, de Todd Strauss-Schulson, una propuesta metacinematográfica que juega de manera muy inteligente y divertida con los códigos del slasher de los años 80. Los galardones a la Mejor Dirección y el otorgado por la crítica fue para S. Craig Zahler, por Bone Tomahawk, quien realiza un notable primer trabajo con este western de terror que narra un largo viaje lleno de dificultades, que nos recuerda que en el árido Lejano Oeste americano, las colinas tienen ojos. Dentro de la importante sección Nuevas Visiones, Anomalisa (Charlie Kaufman y Duke Johnson, 2015) ha ganado el Premio a Mejor Película. Se trata de un stop-motion que logra transmitir, como nunca antes se había hecho, la encrucijada vital que supone una crisis existencial, la de Michael Stone, una importante figura dentro del mundillo de la industria de la atención al cliente. Kaufman nos habla de la soledad, del amor, el sufrimiento y, sobre todo, de la complejidad de las conexiones humanas.

El premio que ha concedido el público ha sido para el film japonés I Am a Hero, de Shinsuke Sato, también premiado por los Mejores Efectos Especiales. Sin duda, esta ha sido una de las propuestas que más se han disfrutado dentro del Festival. La horda zombi no solo invadía Sitges en su tradicional Zombie Walk con más de 3000 participantes. Este film ha supuesto una verdadera celebración por todo lo alto del auténtico género zombi. Se trata de la adaptación del cómic de Kengo Hanazawa, en el que un dibujante de manga venido a menos se convierte, en cuestión de horas, en héroe por necesidad. Una parodia bizarra a lo Shaun of the Dead (Edgar Wright, 2004), con excedente de hemoglobina.

Oliver Stone en SitgesEn cuanto a los numerosos invitados del festival, hay que destacar al realizador Oliver Stone, a quien le otorgaron el Gran Premio Honorífico y ofreció una clase magistral a todos sus fans, y al japonés Sion Sono, quien fue reconocido con el Premio de La Máquina del Tiempo por su creativa y prolífica carrera cinematográfica. No en vano visitó el certamen para presentar tres de los cinco films que ha realizado en 2015: Tag (dentro de la Sección Oficial), Love & Peace y The Virgin Psychics.

Siempre existen dentro de la programación algunos films que generan cierta incomprensión dentro del Festival, en los que la línea de lo fantástico puede ser demasiado fina en su superficie o no se evidencia a simple vista. Aunque en estos casos se ha tomado la precaución de dejar estos films fuera de la competición principal, la inclusión de la maravillosa Youth, de Paolo Sorrentino, e incluso un cine de autor como el que representa Apichatpong Weerasethakul con Cemetery of Splendour o de Hou Hsiao-Hsien con The Assassin no han tenido la aceptación que celebraron en otros festivales previos por los que han pasado, algo que por otra parte era de esperar. Es obvio que no en todas las plataformas de difusión se acoge de igual manera a los films programados. Todo festival tiene su perfil y debe existir un equilibrio entre las querencias de los espectadores y la coherencia más o menos caprichosa del criterio en la programación. Ambos deben coexistir ya que se necesitan de igual manera. Algunas películas suponen todo un reto, tanto para el programador como para el espectador, y este tipo de discordancias son casi inevitables. Si existe algo de lo que puede presumir el certamen catalán es del apoyo incondicional por parte de sus numerosos y fieles espectadores. Este es su tesoro más preciado. Porque lo más hermoso que consigue el Festival de Sitges es crear una experiencia cinematográfica de reunión para todos los amantes de un cine que es fantástico por sus cuatro costados.

 

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